Sabrosa relación entre gastronomía y literatura


Márcia Batista Ramos

Entendiendo nuestra doble condición como seres humanos que, al mismo tiempo somos seres culturales y seres biológicos, por eso manifestamos un fuerte vínculo entre la cultura y la comida. Siendo que la comida no se restringe a lo culinario ya que engloba valores de la identidad religiosa, histórica, económica y social, entre otros.

La comida, en cuanto a usos y costumbres, fue analizada por la investigación antropológica de diversas maneras: la construcción del llamado objeto de estudio o la selección de los sujetos participantes en la investigación.

Según el grupo humano a que pertenecemos, ciertos aromas y sabores son muy agradables y familiares a nosotros, ya que son una representación de nuestra cultura, sin embargo, otros no.

En el mundo pluricultural en que habitamos, el queso y los lácteos no son ingredientes comunes en la cocina china. Mientras que para los seguidores del judaísmo el cerdo, las liebres y los camarones están prohibidos. Pues, cada cultura tiene su código de ética alimentaria, construida históricamente, en base a factores de producción y acceso a los diferentes ingredientes, igualmente, a la forma de preparar cada uno de los alimentos, sumados a la religión y otras costumbres.

De esta forma, construimos nuestro paladar. A mí, por ejemplo, sabe imposible siquiera probar, por ejemplo: Casu Marza es un queso de leche de oveja blando y descompuesto que sirve de casa para las larvas de la mosca del queso, que es servido con las larvas vivas, típico de Cerdeña; o cualquier animal vivo, como el pulpo servido vivo, en Corea del Sur; u otros platos como los huevos pasados exquisitez filipina que tienen en su interior el feto de un pájaro de 18 días, con plumas, pico y huesos.

Así, la gastronomía recrea cotidiana y extraordinariamente, su sentido de pertenencia a ciertos grupos humanos y se torna un referente.

Como cada grupo humano, codifica el mundo de los sentidos, desde una mirada propia, basada en su particular racionalidad y la alimentación, está presente en las particularidades de toda sociedad, ya que la comida es un espacio cargado de significación, pues está fuertemente, enlazado a nuestra historia social, lo cual, permite ver la diversidad cultural en todos los tiempos.

El universo del que hacer alimentario, es en sí mismo, un referente vital de un grupo social o comunidad, ya que representa uno de los principales rasgos de identidad de cualquier grupo; es el rasgo, capaz de aportar referentes que enriquecen investigaciones concernientes a la cultura, la economía, el derecho, la nutrición y la salud de una comunidad.

A lo largo del tiempo, la aparición de la comida en la literatura siempre estuvo presente, asumiendo distintos significados y aportando nuevas informaciones tanto sobre la temporalidad, como sobre la espacialidad, dando mayor realismo a los textos.

La descripción concienzuda, sobre mezcla de sabores, olores, colores, texturas, sonidos y pensamientos que se encuentran en los diversos universos de la comida, permitieron que, la relación gastronómico-literaria sea un componente enriquecedor de los textos literarios. Transmitiendo conocimiento y cultura, al reflejar costumbres de diferentes sociedades.

La literatura tiene ejemplos tan fidedignos de momentos culinarios que logra transmitir aromas y sabores a través de su hilo narrativo. Asimismo, el hambre también es gastronómico, pues a través de un personaje hambriento se muestra la injusticia y la desigualdad humana. Frecuentemente, la comida o la falta de ésta, en la literatura, puede ser una forma de cómo medir el tiempo. Tonino Guerra habla de su relación con la comida incluso cuando no había comida en el campo de concentración, donde estuvo internado durante la Segunda Guerra Mundial.

Creo que todos los escritores, en algún momento, hacemos una descripción culinaria, pues, es difícil vivir sin tropezar con la cocina y eso se da porque la alimentación está entrelazada con muchas formas de comunicación artística, al momento, son incontables los ejemplos de obras literarias que incluyen detalladas recetas y referencias culinarias:

La serie del comisario Montalbano de Andrea Camilleri; Chocolat de Joanne Harris; Como “agua para chocolate” de Laura Esquivel; Patricia Highsmith, por ejemplo: en “Extraños en un tren”, describe el momento central del encuentro de sus dos protagonistas, dos extraños que cenan juntos en un tren: “El camarero con una bandeja cubierta con una tapadera de peltre en un instante les instaló la mesa. El aroma de la carne asada sobre carbón vegetal le dio ánimos. Bruno insistió tanto en pagar la cuenta, que Guy accedió a ello sin oponer más resistencia. Para Bruno había un enorme bistec cubierto de setas; para él, una hamburguesa”.

También, el poeta, Giovanni Pascoli, pone en verso recetas reales, como en el caso de los poemas: "La piada", "Il desinare", dedicado a la polenta o "Risotto de Romaña".

La verdad, es que existen referencias culinarias desde “El banquete” de Platón, “Notas de cocina de Leonardo da Vinci” de Leonardo da Vinci, “No solo de caviar vive el hombre” de J. M. Simmel, hasta “El Quijote” de Miguel de Cervantes, haciendo una sabrosa relación entre gastronomía y literatura.

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