Nos prometieron un otoño o una primavera


Márcia Batista Ramos

“La guerra es una derrota para la humanidad.” Juan Pablo II

Los pueblos en su sabiduría natural, están al tanto de que todas las guerras son innecesarias. Empero, la historia de miedo, abusos y terror viene repitiéndose desde el fin de las dos grandes guerras Mundiales, en la primera mitad del siglo XX; después de las guerras, los gobiernos del mundo pactaron por la paz mundial.

Dependiendo del lugar y del interés en cuestión, unas guerras son más anoticiadas que otras, pero todas responden a egoísmos y posturas mezquinas de unos cuántos dirigentes, en favor de grandes intereses económicos y en detrimento de muchas personas. Albert Einstein, ya decía que: “La fuerza siempre atrae a los hombres de baja moralidad”. Ahora, las noticias muestran las calles calcinadas de varias ciudades ucranianas y dan cuenta de una invasión que, solamente castiga a los civiles, obligándolos a verse inmiscuidos en la monstruosidad de la guerra.

Sin embargo, Siria está hace 10 años bajo el fuego, sus ciudades, otrora lindas y pujantes, hoy, son montañas de destrozos, donde solamente las ánimas penan. Los medios de comunicación ya no muestran a diario su destrucción ni cuentan los muertos sirios; tal vez, porque son muchos ya no hay más interés.

Los gobernantes, seres pequeños, montados en sus enormes egos, miran a los pueblos como pertenencia suya (carne de cañón) por eso, el gobierno de al-Assad ha puesto a sus soldados a disposición del de Putin, como una muestra de que no aprendió nada, de que no importan las vidas, y el propio Putin ha mostrado interés. Aún no se ha efectuado esa colaboración, pero muchos piensan que lo vivido en Siria podría repetirse en Ucrania. De alguna manera, el gobierno de Rusia amenaza con expandir la guerra, en contra de los que ayuden a Ucrania.

Hay miedo. Siempre existe miedo de que las cosas empeoren.

Hoy, la idea de una guerra nuclear es alarmante, porque traería consigo, más dolor y destrucción jamás vistos, pese a que, en el mundo hay entre 20 y 40 guerras o conflictos con tensión sociopolítica, dejando saldos desastrosos a lo que a vidas se refiere. No me refiero apenas a los muertos, también hablo, de los heridos de alma, heridos mentalmente, además, de los otros heridos.

A consecuencia de la belicosidad de los gobernantes, la gente peregrina por el planeta en busca de un lugar más seguro, según ACNUR en el mundo hay 26 millones de personas refugiadas y la mitad son menores de 18 años. Los gobiernos que deberían propiciar seguridad y bienestar, para que las nuevas generaciones se desarrollen en armonía, son los que ponen sus vidas y futuro en peligro.

Como personas normales, solo podemos pedir a todos los Dioses que paren las guerras. Pero los amos del mundo, son los únicos que tienen la última palabra. Recuerdo que después de carnavales, dependiendo del hemisferio en que vivimos, nos prometieron un otoño o una primavera en marzo del año 2022, no una guerra más.

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