No hay sitio donde esconder las heridas
No hay espejo que no las reflejes
No hay manera de escapar
Son tus propias huellas
Las que te llevaron hasta allí
No hay atajo frente a la verdad
No hay manera de eludirla
Sangra con vos, te lacera
Pero es tu propia sangre
La que te señaló el camino
Y si es tu sangre y son tus huellas
¿para qué desmentirse?
¿Para qué vas a llorar
frente a la muralla
que el destino eleva frente a ti
si precisas
más que nunca
abrir tus ojos?
Tus lágrimas sólo lograrán
Empañar la montaña
Tan bella y desafiante
A la cual te condujeron tus pasos
Tu piel fue tu guía
Tu sangre, las marcas
Que no olvidaste
Hasta llegar allí
Entonces
Respiras hondo
Abres bien tus ojos
Y ya no dudas:
Un paso sigue a otro paso
En la montaña es así
Por más sufrimiento
Y más dolor
Que debas cargar
Frente a lo inapelable
La única recompensa
Es no rendirse
Es seguir viviendo
Es secar las lágrimas
Es seguir en la huella
Por más sangre
Que debas derramar
Que debas seguir derramando
Por más sangre
Que el destino
Te reclame
Frente a ese destino
Que no sabe de cobardías
Frente a la verdad
Que no tiene retorno
Frente a la montaña
Tan invicta y tan galana
Serás vos
El que sepas
Acompañarlas
O enfrentarlas
Serán tu sangre y tus huellas
Las que sepan
Cómo vivir
O morir
Sin saber
Que has vivido
Frente al destino, la verdad y la montaña
Frente a lo inapelable
Son tu sangre y son tus huellas
Lo que te hace respirar
O no hay nada que puedas merecer
Nada que te halague y te nutra
No habrá nada más que vacío, vicio y hastío, mi amor
No habrá nada, mi bro
No hay nada, hermano
Nada
Nada
Nada.
Pablo Cingolani
Antaqawa, 10 de julio de 2022
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