“Ninguna forma de descanso: cama, silla, sillón, mecedora, etc., podrá igualar a la deliciosa hamaca” – Luis Téllez Herrero –
El ocio está afuera de cualquier dogma, el ocio no es sinónimo de aburrimiento, el ocio es más bien hacer una cantidad innumerable de cosas… pararse por un largo tiempo frente a una hoja, perderse mirando un árbol…todo lo efable del mundo: una mariposa enamorada de una flor en el verano, la dulce caída de la lluvia mirada desde una ventana, el olor del heno, el perfume del sudor de una mujer feliz. Todo lo efímero, lo fugaz, lo imperceptible, la belleza que tu solo sabes que es belleza.
El ocio no es reconocido por dogmáticos y por el poder: dormir una siesta echado en la hamaca, a la sombra fresca de los arboles…tomar aquel vaso de vino tan afrodisiaco que invita al amor, al sexo, al abrazo que destila y resume todas las pasiones.
Onomatopéyica o literalidad que importa, sin desviarse el progreso no es posible nos recordó Frank Zappa, el tiempo pasa y esto es cierto. Cierto y sólido como la muerte; lo dicho está dicho y ahora deberíamos actuar: FIAT LUX. Por qué nos olvidamos pronto de los poetas, no de los grandes poetas sino de los poetas de las esquinas, de los que entran y salen de las innumerables tabaquerías de Fernando Pessoa, del que ordeña con sus callosas manos la Holstein mansa, quieta, impasible: animal sagrado, suplente de madres e invasor de las américas; del poeta que observa el primer gajo de luna, de la mujer que apresura su paso en la noche obscura, del niño que escucha la cantilena que pronto lo conectará con Morfeo.
Queremos todo, o tal vez solo lo hemos deseado por un instante: una poesía de Marino Moretti, y así tendré yo también mi crepuscular pausa, el reposo escuchando Blowing in the wind pensando en el canibalismo del hombre, en mis madres de leche que fueron diez, en la tierra, que quienes no la tienen, la trabajan.
Ocio, pereza, descanso, con Mozart, el genio, con Bach, el encanto, con Beethoven, el absoluto.
Todo ha de pasar, todo ha de venir, todo ha de suceder, disfrutémoslo; hamack es el árbol fantástico, la cuna de los dioses, los Mayas con la fibra de su corteza tejieron redes y redes y se fijaban entre dos árboles, hamacas para las esperas, el descanso, la contemplación, el simple transcurrir del tiempo: no las cosas sino lo que hay entre las cosas, pensaba el poeta, la hamaca está hecha con los hilos trenzados e indiferenciados del pasado y del presente para constituirse como el lugar pasmoso del aguardo y la maldita esperanza, el sitio de un futuro impaciente e incierto, desde ya desmoronado.
Maurizio Bagatin
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Publicado originalmente en Conexión Norte Sur, 27/9/2022
Imagen: Moises Levy
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