Márcia Batista Ramos
“Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero.” Voltaire.
Podía tomar como ejemplo a Pablo Escobar, pero la historia de Joaquín Guzmán, conocido como “El Chapo”, es más reciente. Además, “El Chapo Guzmán” está vivo y a pesar de estar en prisión, se puede ver “El Chapo” streaming en Netflix, también en la película documental "The day I met El Chapo", en Netflix.
Es interesante notar, que la sociedad no confronta a “El Chapo” a través de la literatura, apenas relata sus inicios en 1985, cuando era un miembro de bajo nivel del Cartel de Guadalajara hasta su ascenso al poder y su última caída. Al margen de ser uno de los criminales más infames del mundo, ahora también es famoso, por el espacio que le otorgaron en la pantalla. Si es justo o no, no viene al caso, apenas se constata que un hombre sanguinario, que trató despiadadamente a sus enemigos, dentro de la lógica normal del mundo del narcotráfico, ahora ocupa un lugar en la narrativa y tiene su historia retratada por el séptimo arte.
Como era de esperarse, la literatura logra colocar en relieve el asombroso lujo en que vivía “El Chapo”, frente a una Latinoamérica plagada de hambre y miseria derivados de un sinfín de problemas estructurales.
Infelizmente, ni siquiera, “El Chapo” aparece como personaje de ficción, por el contrario, aparece en su contexto, un hombre con nombre y apellido como protagonista de su propia historia, independiente de que su nombre se asocia con sus crímenes. No hay una voluntad clara de hacer de “El Chapo” un héroe, pero, por otro lado, tampoco hay voluntad de insistir en el aspecto de que es un inmoral o un criminal. El mensaje subliminal que queda implícito, seguramente, es de que “el crimen compensa” o “hazte criminal y te harás rico y famoso”.
La mediatización extrema de la vida del criminal, hará con que muchos niños idealicen el lujo construido por el jefe del Cartel de Guadalajara y eso es totalmente legítimo, teniendo en cuenta la edad e inocencia, pero la midia tiene sus entretelones y logra que muchos adultos mitifiquen a “El Chapo”.
Desde México venden para el mundo, un personaje pictórico o narrativo, en canciones, series y películas (¿un héroe?).
Seguramente, para el pueblo inculto, desproveído de juicio crítico, el arte les está proporcionando un modelo fascinante a seguir, un héroe a inmortalizar en el imaginario colectivo. En cambio, para el espectador o para el lector crítico, se queda la perplejidad, repleta de repugnancia ante la aparente heroización del “Chapo” que, cobra protagonismo en una sociedad ineficiente, corrupta e inmoral.
De muchas maneras el relato de “El Chapo”, hace parte de la leyenda urbana mexicana, ya que su historia adquirió proporción de realidad y ficción. Seguramente, su leyenda no se apagará con él, porque su figura seguirá poblando las páginas de la literatura o las pantallas, especialmente porque numerosos escritores y compositores se han apoderado de su imagen. Asimismo, “El Chapo” es una figura necesaria para entender la historia del narcotráfico y cómo el crimen organizado se entreteje con la sociedad mexicana.
Entendiendo el mito como un relato, pero también se lo concibe como un complejo de creencias, como una forma de captar y expresar un tipo específico de realidad, como un sistema lógico o como una forma de discurso.
La narrativa de “El Chapo”, un hombre que logra salir de la miseria con el narcotráfico, eliminando a los que reprobaban sus crímenes, su egoísmo y su crueldad, al tiempo que se enfrentaba con sus rivales en el mundo del crimen organizado, mostrándolo siempre en una mezcla de fascinación y rechazo.
El furor mediático, con específicos fines de lucro, es capaz de construir la mitificación de quienes no lo merecen, al mostrar la cara agradable de ser delincuente o la figura criminal como la figura heroica. La literatura del narcotráfico está en expansión en la región y deja flotando la interrogación: ¿La literatura del narcotráfico crea o rescata el mito?
0 Comentarios