Maurizio Bagatin / Inmediaciones
“…están la Rosita, doña Chepa y el Juan de la Rosa…a esa hora Gandarillas, Ferrufino, Lozano, Azcui, Zapata, Padilla y 30 otros patriotas…la rebelión está en las venas y no se apagará nunca, Goyeneche ya se ha retirado, y los “chapetones” del gobierno, los puchuchuracos y los pacos también se rindieron”
Acabábamos de entrar a un nuevo siglo y el tanto esperado desorden digital, el llamado Efecto 2000, no ocurriría, mientras que el orden mundial necesitaba de una profunda barrida.
Me acuerdo de la noche que un alambre bien tensado en la avenida Ayacucho y Mayor Rocha casi me guillotina la cabeza. Estaba yendo al boliche La Piccola Taverna para activar la alarma. Desde ahí y con otros bolicheros se organizaba la recolección de víveres para la olla común que sería ofrecida a los guerreros del agua. Unas sopas bien servidas en la esquina San Martin con la Calama, otra en la 25 de mayo y Ladislao Cabrera, llajwa que ardía en los labios disecados por los gritos y la rabia, el repete que nadie rechazaba y en la noche la espera de las expertas anticucheras, las trancapecheras, el mockochinchi en turril para todos.
Abril es el mes más cruel escribió el poeta. Y en Cochabamba, con la escasez de agua y con la privatización también de la lluvia, todos los meses son crueles: “¡Ahora basta, carajo!” es el grito general. Y entonces la memoria se reavivó, despertando toda la rabia contra el poder, las Heroínas del siglo XXI se lanzaron a las calles, jóvenes y ancianos, estudiantes y obreros, moros y cristianos, los buenos, los malos y los feos, todos a las calles. Cochabamba unida, como nunca más nadie la vio. Quisieron mercantilizar el agua, el elemento primordial para la vida, de dónde venimos, de donde soñamos. Tanta ilusión con Misicuni, con lagunas, lagunillas y miles de proyectos, hasta que un demonio transnacional de repente llega a multiplicar por tres y aún más el precio del agua, simplemente porque ahora el agua es suya.
“Un niño de cinco o seis años saca la bandera de su bisabuelo, Héroe del Chaco, indicándole a su tío que con esa vaya a la batalla. Días de Comuna de París en Cochabamba. Corrió la sangre y hubo muerte, los muertos que ponen siempre el pueblo. Durante aquellos días, entre las balas y el humo de los gases veíamos salir de los pasamontañas unos ojos enrojecidos y sinceros; ahí vimos también mucha alegría y confianza, aquella alegría y aquella confianza que el hombre tiene solo cuando ya no le queda que una esperanza, la de luchar. Primera batalla del nuevo siglo, de los hijos de la ‘Imaginación al poder’, del ‘Seamos realistas, pidamos lo imposible’ y del ‘Prohibido prohibir’, reclamando el acceso al elemento más vital, el agua”
Nord y Sud en la misma balsa, Este y Oeste nadando juntos, el agua es nuestra carajo gritan también los turistas que de Cochabamba no quisieron irse. La noche es al calor de fogatas barriales, de colectivos que se reúnen y discuten, con k’epiris y pepenadores que se unen a la lucha. Colores, humores, sabores e idiomas que se van mezclando, la globalización inicia aquí.
“La 7ma División retrocede, la Avenida Aroma desborda de gente que invade la calle Uruguay, están bajando de la colina de San Sebastián chicos y chicas que no tuvieron muchas suerte en su vida, los cleferos, “Micky el ratoncito” y su chica “La princesa”, “el choco” y los troskos, los anarquistas y libertarios de la San Simón, Cochabamba está ocupada por su gente; llegan buses con campesinas y campesinos del Valle Alto, de Vinto, Pairumani, Sipe Sipe, los de la región andina y los de tierra adentro. Fuerte es el olor a neumáticos quemados, miles de banderas rojo, amarillo y verde acompañan un solo grito: ¡Afuera Bechtel! Las barricadas ya se han vuelto el hogar de todos”
Y llegaron periodistas de todo el mundo. Cochabamba era Nueva York y Ciudad del Cabo, Calcuta y Salónica, era primera plana en todo el mundo. Recuerdo a Paolo llegado de Italia y Maeve desde Suiza, en mi casa almorzando y luego a la calle entre la gente; el 10 de abril fue una fecha histórica para Cochabamba, ahí en las barricadas de las calles estaban reunidos los pobladores que no quisieron ser más el mejor alumno de los Chicago boys. Aquel día el pueblo inició a derrumbar al monstruo neoliberal. El sueño de la autogestión se estaba encaminando.
La memoria, me recordó un anciano, es como un frutal o una hortaliza, es para cultivar y regar, y el agua, de ser recurso y bien común inalienable de los seres humanos, hoy ha vuelto a ser mercancía, está cotizada en Wall Street, la envasa la Coca-Cola, la Nestlé, y nos las venden en botellones llevándonosla a domicilio. La memoria, tal vez, necesite ser regada nuevamente, para que no se llene de olvido.
Todo esto recuerdo y mucho más, luego mucha agua pasó por del río de nuestra historia…
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Publicado originalmente en Inmediaciones (23/3/2023)
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