Los insectos parecen monstruos. Tal vez un día lo habrán sido o lo serán en futuro, ¿quién sabe? Si los perseguimos con nuestros ojos, siempre poco inocentes, veremos un porte seguro, al parecer decidido, un instinto al estado puro. Los movimientos descuidados, desarticulados, desenfrenados y el andar caprichoso, capcioso, cadencioso. Van sin rumbo donde tiene que dirigirse. Huelen la trayectoria más segura y la siguen.
Existen sin dejar una sola huella y parecen todos no tener edad. En los espacios donde recrean el mundo, hay su mundo. Elegantes, de una estética poco común, con estos nuevos instrumentos logramos ver formas y detalles espeluznantes. A la sombra todos son negros y sin embargo sus colores son vivísimos, al parecer en continua transformación. Uno va pensando en sus orígenes, a todos los que los precedieron. Millones de años de historia, escondidos entre selvas impenetrables y la memoria de Darwin y Nabokov.
“Cuando piensa en África, la gente imagina, con horror, peligros tales como encontrarse cara a cara con un león, un elefante o una serpiente; sin embargo, aquí, los verdaderos enemigos son apenas perceptibles para el ojo o del todo invisibles” - Ryszard Kapuscinski -
Figuras kafkianas que bajo el sol se metamorfosean y a la sombra se transforman. Bichos desarraigados y solos y en compañía del tumulto de las masas, desubicados del mundo. Enferman y curan, como un fármaco. Espantan y alegran, como un clown. Seres homeopáticos.
Insectos son la libélulas y el escarabajo de James Ensor, las luciérnagas y las fugas de los niños en los noche de veranos, la telaraña que impresionaba al poeta y la diferente visión de la vida de la hormiga y la cigarra, fabulas de Esopo y viajes de Julio Verne, la mosca de Cronenberg y el odio que le tenemos a las cucarachas, las fantasmagóricas invasiones de las langostas o unas figuras de Saul Steinberg.
Existen por sus ataques y por la defensa que crean, trabajadores silenciosos, esenciales y necesarios para un equilibrio que desapercibimos. Nocturnos y diurnos, incansables. El mosquito que con su zumbido se acerca a nuestras orejas, la mosca que en verano se queda sola para invadir las siestas. Los insectos diminutos y minuciosos, vidas increíbles y breves. Su presencia es la garantía de que la tierra aún está viva.
Maurizio Bagatin, mayo 2023
Imagen: James Ensor, Los insectos singulares, 1888
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