Perú ya está jodido. Lima sigue siendo “La horrible”.
Hay libros que enseñan a morir antes de enseñarnos a vivir. Encontré estas palabras en una de las más grandes obras literaria jamás escrita: Memorias de Adriano de la inmensa Marguerite Yourcenar. Cien cuyes es uno de ellos. Con el don de hacernos sentir presente en un Perú tragicómico - con humor negro deberíamos decir más francamente - y pasear por su historia.
Transcurre el mito de una tierra en la cual Manuel Scorza y José María Arguedas dejaron sangre viva en cada día de sus vidas y una poesía del amado Cesar Vallejo, intentando aliviar el dolor de todos. Hay que agradecer la maestría de Gustavo Rodríguez en introducirnos, con todo su Amarcord, en la vida de los sin nombres, del anónimo de la calle, que gracias a su pequeña y al mismo tiempo inmensa acción diaria, nos permite ver la grandeza y la fuerza de la vida.
Cien cuyes es una novela con mucha ética. Toca en lo más profundo la vida y la muerte, el enigma de la vejez, en nuestra conservadora Latinoamérica, la eutanasia.
Cien cuyes resume mucha narrativa peruana y latinoamericana; las grandes migraciones que han ido vaciando las comunidades rurales, la violencia de las utopías de “las grandes narraciones" del siglo pasado que mancharon con sangre y horror todo el globo terráqueo.
Ellos murieron siempre de vida, escribió Cesar Vallejo desde su Trujillo amada y odiada, donde el mar va encontrándose con Eufrasia, protagonista de esta novela, en la cual el autor ofrece un sabio consejo: “Si no le pones Old Parr, hay que ponerle kion a la vida…”.
Maurizio Bagatin, 06 de julio 2023
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