Amalia Cordero / Cuba
A inicios del siglo XlX, llega la imprenta a la ciudad de Matanzas, en Cuba. Fue la oportunidad para que comenzaran a salir a la luz importantes personalidades vinculadas a la cultura; escritores, poetas y poetisas que pudieron divulgar sus obras. Desde la etapa del brote cultural, en la voz popular comenzó a nombrársele como La Atenas de Cuba, apelativo que se oficializó el diecisiete de febrero de mil ochocientos sesenta. Desde entonces destacan personalidades de las artes como José Jacinto Milanés, el primer dramaturgo cubano y otros que alcanzaron talla nacional e interncional. Se coronaban así los deseos que venían gestándose desde inicios del siglo. La Atenas cubana no solo no ha perdido su apelativo sino que ha continuado procreando talentos que alimentan ese orgullo como sostén a la tradición que ha acunado. Hoy, importantes personalidades matanceras vuelan por todo el mundo dentro de las alas de sus obras.
De esta Atenas, traigo a un joven poeta: Leymen Pérez de quien presento una selección de sus poemas recogidos en el libro Los países de la noche, que será presentado en México en los próximos meses.
De: Los países de la noche
No hay nada nuevo en todo este lugar; pero Ezra Pound, siempre vuelve frente a los muros de Saint Elizabeths y se queda largo rato, pensando. Un hombre que viaja hacia la Nada es como una isla en el hueco de una pared que no respira. Pound estuvo años en una jaula de hierro que diseñaron para que no pudiera ponerse de pie. Yo nunca he estado de pie.
Los lugares se llevan, los lugares están en uno
Jorge Luis Borges
Puedo imaginar cómo son los países de la noche, pero no puedo abrir los ojos para mirarte. El mundo se mantiene unido. No por la fusión, sino por la tensión. No por la armonía, sino por la lucha. En este campo de muerte tenemos que luchar cada segundo de oxígeno. Puedo imaginar un país ahogándose con su propia sangre, pero no puedo abrir los ojos para mirarte. Tengo miedo de esconderme en el cuerpo de un ser excluido, segregado y encarcelado. En un futuro sin futuro. El que camina hacia los países de la noche está ciego.
Llegar a los países de la noche es — como todo lo que sucede aquí— una ilusión más. Un machetazo más. Una deformidad. Ya no espero nada. Ya nada siento. El hijo de Reina dice que el presente no existe. Lo cortaron de raíz. El árbol era artificial y los frutos que comimos estaban huecos. Eternos Niños pobres como los del cuadro de Víctor Manuel. Llegar a los países de la noche es una soledad más. No sé si este vacío es normal. No me asomo en él.
Como un nativo fueguino, dibujado por Conrad Martens durante su estancia en Tierra del Fuego, quemo todo lo que guardo en mi interior, como si estuviera en el corredor de la muerte o tragando tierra en el corredor del edificio destinado a observar la expresión de la lengua. Mordiéndome estuve todo el solsticio sin estación mientras intercambiábamos baratijas, hebras, soledades. No encontré nada ordenado en las manos de los que no tienen contracciones: «Sal del agua. Entra al fuego. Entra al agua. Sal del fuego. Finge que avanzamos en la noche como el Beagle».
1 milla náutica, 2 millas, 3 millas náuticas.
piensonopiensopiensonopiensopiensonopienso.
Como un nativo fueguino
estoy en el mismo lugar.
EMPUJANDO LA NOCHE
Entro y salgo de la noche.
El mármol extiende sus brazos de mármol.
Los muertos extienden sus brazos de muertos.
Yo cargo a mis muertos como tú cargas una piedra.
La piedra sangra y se fragmenta cuando toca el suelo.
Mis muertos sangran y taponeamos a los cuerpos
para que no escapen todos sus silencios.
Los cuerpos dicen: no me dejen morir otra vez.
Cuando la piedra toca el suelo se vuelve semilla,
tallo, racimo, fruto podándose sobre la mesa de disección.
¿Qué dirá el fruto cuando sepa que volverá a inclinarse y caer?,
¿quién será entonces el fruto y el gusano
que ve el mundo moverse a su alrededor?
Afuera: silencio. Adentro: en silencio avanzo y retrocedo.
Arriba: ruido que golpea. Abajo: silencio eres, ¿soy?
Soy el que empuja la noche. La noche dice: amanece.
El amanecer dice: empuja la noche.
Como un viejo carro americano tirado por William Carlos Williams
y el recogedor de latas de 23 y 12
la noche se contrae, expande, enferma y cura.
Como el agua agrietada bajo el sol agrietado,
como el sol deshojándose cuando alguien se despide
con las manos entretejidas con hilos invisibles,
como el mármol ciego que recobra la vista.
Entro y salgo de la noche que recobra la vista,
el tacto, el gusto, el olfato y el oído.
La noche dice: yo cargo mis días –ausentes de luz–
como tú cargas la opacidad que imaginas. ¿Hasta dónde?,
¿hasta dónde la noche dice su verdad?
Los brazos de mármol han aprendido a ser brazos de muertos
y empujan la noche contra la ceniza que desechan en los crematorios.
Salgo de la ceniza que ya no duele
y entro a tocar el corazón de la ceniza,
empujando, levantando, cosiendo
adentro y afuera de la noche
donde se apaga una luz.
Todos los silencios caben en una piedra.
Todos los muertos caben en uno solo.
Estoy quieto. La noche es quien empuja.
Leymen Pérez (Matanzas, Cuba, 1976.) Profesor-Asistente de la Universidad de Matanzas. Máster en Estudios Sociales y Comunitarios. Editor en la Editorial Letras Cubanas. Ha publicado, entre otros, los libros: Corrientes coloniales (2007 y 2016), El libro de Heráclito (2014), Fatigas del trópico (2015), Fracturas de la belleza (2017), Tela zurcida (plaquette, 2021), Subsuelos (2021 y 2023) y Efectos secundarios (2023). Ha recibido innumerables premios dentro y fuera de Cuba. Entre ellos, sobresalen: Calendario (2006), José Jacinto Milanés (2006), Beca de Creación Prometeo (2006 y 2009), La Gaceta de Cuba (2012), América Bobia (2014), Dador (2019). Obtuvo mención en el Premio Julián del Casal de la Uneac (2018 y 2022), Primera Mención del Premio Nicolás Guillén (2018), Premio Nacional de la Crítica Literaria de Cuba (2022) y Premio ex aequo Internacional Sor Juana Inés de La Cruz (2022). Su poesía aparece recogida en más de una veintena de antologías y revistas de Cuba, España, México, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Argentina, Inglaterra, Uruguay, Estados Unidos y Sudáfrica. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y preside la Asociación de Escritores de la Uneac en su ciudad natal.
Imagen: Leymen Pérez.
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