El sueño de mi hijo


Recordó haber soñado en italiano. Al despertar y sin acordarse por completo del sueño hecho. “Sueño prestado”, decía mi madre si uno se olvidaba lo que había soñado. “Lo recordarás más tarde”, le hago recuerdo, Freud y los demás desempolvaron el siglo corto y después la nada. Nos acordaremos de este y de otros días, soñaremos la música que has siempre soñado y de otra música, de la que vendrá.

De los sueños que vienen del mar y de los que son pesadillas, de los que nos inventamos, también. Los sueños del duermevela que queremos guiar y que a veces logramos seducir, como cuando de niños los creábamos de la nada, tanto para asombrar a los demás como para asombrarnos nosotros mismos.

¿Tendrán un idioma, los sueños? ¿Los sueños conocerán el presente, preverán el futuro? ¿Serán, como se preguntaba el poeta, algo que brota de la conciencia? Hechos lenguaje en la palabra al despertarnos, y fabula, otros días leyendas de las que fueron mentiras o genialidades. Soñar durmiendo y durmiendo en el sueño, ¿cuál es el vals, el canto, la pirueta que los guía y los transporta, los hace danzar, día y noche?

Matteo soñó en italiano. Eran las imágenes del granizo caído noches antes - una pesadilla que yo viví de niño - en mi pueblo natal. Eran las palabras que, aun ausentes, circulan en su mente. Soñamos por recordar y en el recuerdo también el olvido se distrae, tal vez sueña. Vamos modificando lo que fue, inventándonos lo que nunca existió. Como en un viaje y en sus atajos imprevisibles, sus paradas por el cansancio, por admirar el paisaje, por frenar el ímpetu. Por soñar.

Los sueños son poesías. El muerto anuncia al vivo, el numero la suerte, como los leía mi mamá; alebrijes, seres imaginarios, viajes fantásticos, todos los liliputienses de nuestra infancia que se despiertan. Las lecturas y el sudor de las tardes veraniegas en la cuales luchaba para que no llegue la noche. Y la noche siempre llegaba…ninna nanna…con el canto de los grillos y las cigarras, las luciérnagas que mi hijo aun no conoció. En sueño todo es posible.

Se sueña como si el mañana fuera el porvenir o el futuro. Soñamos también el pasado. En algún momento es como si fuera ayer y el presente que no logramos detener. Soñamos como aquel caminante que de tanto soñar se encontró en su sueño. Era ayer. La memoria lo transportó y él se hizo llevar; una vieja ilustración, la primera nieve o el canto del gallo, la soledad y la luz de una vela. Soñamos con un verbo que no tiene el presente. Seguimos soñando. El sueño está ahí, siempre observado en su ausencia.

Maurizio Bagatin, 27 de julio 2023
Foto: Matteo "Al piano"

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