Dos historias o dos fabulas, dos cuentos de la tradición popular rescatados de las memorias orales y ahora traducidas al castellano. Un libro que llegó a ganar en 2022 el premio promovido por la UNPLI (Unión Nacional Pro Loco de Italia) “Salva la tua lingua locale” (Salva tu idioma local).
Estas dos historias, fabulas o cuentos son de Tzechini (Cecchini).
Los ojos de las piedras
Había una vez un viejo loco que vivía en Cecchini. Tenía un carruaje y un caballo, tan estropeado que solo estaba de pie porque la piel lo sostenía. En ese momento el municipio se llamaba Pasiano, pero el municipio se encontraba en Cecchini. ¡A algunos no les pareció bien, y de casualidad, una noche se incendió! Días después, enviaron trabajadores para derribarlo por completo. Poco a poco, llegó al lugar también el anciano con su caballo, bajó del carro y comenzó a observar los escombros. Eligió dos ladrillos enteros y los puso en el carro. Uno le preguntó: "¿A dónde vas ahora?" Y el viejo respondió: "¡Como necesito documentos, voy a construir el nuevo ayuntamiento en Pasiano!". Antes de partir, pidió a los obreros que echaran un vistazo a su caballo, mientras él comenzó a recoger las piedras más grandes de la calle: lo vieron con el lápiz que dibujaba algo sobre ellas y luego las devolvía al suelo. Le preguntaron: "¿Qué estás haciendo?". “¡Eh! Como tengo un caballo viejo, dibujo los ojos a las piedras, para que puedan verlo y cuando pasemos se moverán...o no llegaremos a Pasiano!".
Los monos del bosque
Érase una vez, en la calle Bosco en Cecchini, un gran bosque (para eso hoy se llama así). Era un bosque denso, de plantas, zarzas, malezas e incluso de animales: un lugar salvaje. Solo los leñadores iban allí para hacer leña. Contaban que en lo alto, en las copas de los árboles, vivían los monos: tenían una cola larga y saltaban de rama en rama. Tenían una piel brillante y nunca bajaban al suelo, o al menos nunca las veían en el suelo. Un día un niño le dijo a sus amigos: "¡Quiero ver a estos monos!" pero nadie quería acompañarlo porque tenían demasiado miedo de los monos. Entonces él fue solo. Después de un rato volvió y los amigos lo vieron tranquilo. "¿Has visto a los monos?" le preguntaron en coro. Y él dijo: "Monos no, pero ardillas muchísimas".
Traducción: Maurizio Bagatin
Imagen: Gera ‘na volta
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