Vos lo veías, a la luz de una lampara de escritorio, empeñoso, garabateando feliz con un lápiz en una hoja en blanco y parecía un tremendo niño grande, macizo y pelado, haciendo la tarea del colegio. Alzó el papel y nos mostró. Era el croquis de un mapa. Miren, nos dijo, esta era la Ruta Ho Chi Ming. Sonrío de oreja a oreja.
Era una tarde de calor agobiante en el Buenos Aires de 1994. Con un compañero, el Yoruga, habíamos ido a visitarlo y conocer su opinión sobre una idea que andábamos masticando: organizar un homenaje con organizaciones populares y de derechos humanos argentinas en memoria del Che Guevara en la mismísima La Higuera donde lo habían asesinado a sangre fría en 1967.
Se llamó Ruta Ho Chi Ming, en reconocimiento al valor y el coraje del patriota vietnamita, a una iniciativa de militantes del campo popular argentino que partiendo desde el Litoral -desde la Santa Fe natal del Pelado-, atravesando el Chaco continental, ingresarían a Bolivia y buscarían sumarse al foco guerrillero del comandante Guevara. Era un signo de los tiempos: no había medios ni logística. Era una patriada para respaldar a aquel que se había convertido en un ícono de la revolución americana.
Esto nos contaba el Pelado: empezaron a andar y en medio de El Impenetrable chaqueño, se enteraron de dos cosas: al Che, lo habían matado y era en vano proseguir la marcha, y supieron de la existencia de un héroe popular, un insurgente rural llamado Isidro Velázquez, un Robin Hood de los nuestros. Eso también los inspiró. Pocos años después, el Pelado seguiría el mismo camino que el Che y el Isidro: la lucha armada. Sería uno de los comandantes de una guerrilla también mítica: Montoneros.
En 1994, todo había cambiado, pero hablando del homenaje planteado en La Higuera el seguía con el mismo entusiasmo, la misma voluntad, la misma lucidez. Eso quedó demostrado en algo que nos dijo y que, en lo personal, me quedó marcado.
Un año antes se había estrenado una película que hizo huella: Tango Feroz, dirigida por Piñeyro. Contaba la historia de un mito urbano: Tanguito. Un pibe del pueblo que con su guitarrita y su poética se había convertido en uno de los fundadores del llamado rock nacional, emergente en la misma época de las guerrillas. Tanguito era un rebelde verdadero y, sin gozar de un reconocimiento merecido, había muerto, asesinado por la policía, arrojado vilmente a las vías del tren. La película, una recreación libre de la vida del músico, había convocado, dos décadas después, a cientos de miles de jóvenes que, en esos tiempos de neoliberalismo secante, se habían sentido representados por ese espíritu indomable y, a su manera, revolucionario. No olvidaré jamás lo que nos dijo el Pelado: si nosotros pudiéramos hacer algo así, como Tango Feroz, para mostrarle a los jóvenes lo que fue la fragua y el sentido de nuestra lucha… estaba clarísimo, hasta hoy, y más que nunca, sigue estando claro y así de lúcido era el Pelado.
Partimos, asegurándole que lo de Bolivia se haría -cumplimos, desde ya, porque lo que se dice, se hace: con otro compañero, Martín, vinimos a armar la cosa en Santa Cruz, Valle Grande, La Higuera y La Paz- y nos despedimos con un abrazo cálido y sentido que recuerdo hasta hoy, hoy que has partido y ya eres eterno, Pelado Perdía.
Sali a la luz de la Avenida de Mayo convencido de una cosa: más allá de las acechanzas de la historia, el Pelado Perdía era un hombre íntegro, cabal, honorable y mejor: nunca se había rendido. Lo mismo sentí con cada uno de los compañeros de la conducción nacional de la fuerza donde milité y sigo militando porque Montoneros, más allá de encasillamientos, siempre fue una actitud ante la vida, un sentimiento y un compromiso leal y fraterno, una voluntad decidida de servir al pueblo, a los desposeídos, un amor irrenunciable por la patria, la tierra que nos hermana y nos nutre, y por aquellos que padecen agravios e injusticias. Por eso, desde aquí, desde Bolivia, decimos: ¡Compañero Pelado Perdía Presente! ¡Nunca te olvidaremos! ¡Montoneros carajo! ¡Que la Diosa Madre, la Pachamama, te reciba entre sus brazos para que tu memoria y tu ejemplo reverdezcan siempre!
Pablo Cingolani
Antaqawa, La Paz-Bolivia, 20 de marzo de 2024
1 Comentarios
Gracias por este sentido recuerdo-homenaje-reafirmación, querido Pablo.
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