A la derecha de Cristina

GONZALO LEÓN -.

Las campañas presidenciales ya empezaron en Argentina y los candidatos con mayores posibilidades siguen siendo los mismos de hace un año: el gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, el diputado nacional Sergio Massa y el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri. Además de ellos, también están el ministro del Interior y Transportes Florencio Randazzo, que aspira a hacerle sombra a Scioli e “izquierdizarlo” un poco para luego perder en las primarias de agosto, y los diputados Margarita Stolbizer y Jorge Altamira, que harán campaña al servicio de sus listas parlamentarias. Hace dos semanas la consultora Opinión Pública Servicios y Mercados entregó una nueva medición, consignando el liderazgo de Macri (35,8%), seguido de Scioli (30,7%), más rezagado estaba Massa (22%) y bastante más atrás Stolbizer (5,2%) y Altamira (3,5%). Esta medición mostró algo de lo que ya se venía hablando: la caída del ex jefe de gabinete de Cristina Fernández en un mes y de la consolidación de Macri como principal candidato opositor.

La caída de Massa fue un proceso que se fue gestando a lo largo del verano. Tanto él como el jefe de gobierno de la ciudad querían los votos de la Unión Cívica Radical (UCR) que, incapaz de llevar un candidato propio, estaba escuchando ofertas; como moneda de cambio contaba con ser la única organización partidaria capaz de contrapesar la estructura territorial del Partido Justicialista, sin contar con los senadores, diputados y, lo más importante en una elección presidencial en Argentina, intendentes y gobernadores que puedan apuntalar la campaña. Otro hito importante fue la convención nacional de la UCR que decidió finalmente acompañar al PRO de Mauricio Macri. Massa había tanteado a algunos dirigentes radicales, pero su oferta no era atractiva, por lo que antes de la convención se sabía perdido.

Hoy, el ex jefe de gabinete de Cristina, que tuvo el apoyo de la derecha peronista (Duhalde), ya no trata tanto de hacer alianzas con otros como de retener a los suyos. Preocupado porque dos intendentes lo abandonaron –uno pasándose al PRO y el otro regresando al Frente Para la Victoria (FPV)–, llamó a un cónclave para retener a los indecisos de un “partido” que nació de una elección hace dos años. La importancia de los intendentes para Massa es fundamental, porque en 2013 Massa basó su campaña, que lo colocó como el diputado nacional más votado con más de dos millones y medio de votos, en el trabajo de los intendentes de la primera seccional electoral de la provincia de Buenos Aires. Fue en esa seccional donde le sacó medio millón de votos al candidato del FPV.

Sin hacer mucho, Mauricio Macri ha ido creciendo no sólo en la consideración de la gente, sino en la de los otros partidos. Macri y su equipo han trabajado para eso. Ya Lilita Carrió de la Coalición Cívica (CC) se molestó cuando Pino Solanas de Proyecto Sur (PS) dijo que en UNEN –el conglomerado donde estaban la UCR, la CC, PS y otros partidos más– no había lugar para alianzas con la derecha. Meses más tarde la incomodidad dio paso a que Carrió rompiera con UNEN y se aliara con el PRO. Esto abonó el camino para que los dirigentes radicales de centroderecha, como el senador Ernesto Sanz, plantearan una alianza similar al interior de su partido. En otras palabras, UNEN se desarmaba y volvía a armarse, sin los elementos de izquierda; era un viraje a la centroderecha.

Desde 2013 la candidatura de Macri venía repitiendo que Argentina necesitaba de una política de acuerdos similar a los existentes en Uruguay, con el Frente Amplio, y en Chile, con la Concertación. Pero para Beatriz Sarlo la alianza de PRO-UCR-CC es un menjunje que tiene dos objetivos: “El primero: ganarle como sea al justicialismo o al kirchnerismo, porque la contradicción principal de la política argentina sería ‘populismo o república’”. En particular, la estrategia de la UCR sería muy similar a la de Ernesto Laclau, el intelectual del kirchnerismo: “Lo esencial en este maoísmo renovado por Laclau es que se piensa la política a partir de una sola línea divisoria imaginaria”. Esa línea imaginaria sirve para aliarse con quien sea para vencer al enemigo elegido previamente. Y este primer objetivo está al servicio del segundo: las ambiciones personales.

El enfrentamiento entre Macri y, el más seguro candidato oficialista en octubre, Scioli es un hecho. PRO versus FPV en el ring. Este enfrentamiento excluye a Massa, a quien ni siquiera nombran. Algunos “sciolistas” han sugerido que Massa podría ser un excelente compañero de fórmula para Scioli. Ante el ninguneo, el desafío del líder del Frente Renovador consiste en cómo volver a posicionarse, mientras que el de Scioli es contar si no con la venia de la Presidenta, al menos con la tibieza del “dejar pasar”.

En todo caso, cualquiera sea el resultado de las elecciones de octubre, Argentina virará a la derecha. ¿Qué tanto? Dependerá de la gente.


Publicado en revista Punto Final y en el blog del autor (01/04/2015)

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