Bolivia al día

Miguel Sánchez-Ostiz

Inquieto por las informaciones contradictorias que me llegan de Bolivia y las noticias que leo, que no es lo mismo. 29 son muchos muertos, uno lo es. Es lo que llevamos en un mes de bronca, movilizaciones y medidas políticas sobrevenidas poco claras y autoritarias y revanchistas sin recato. Ahora mismo solo la urgente convocatoria de elecciones con garantías de limpieza puede dar legitimidad al gobierno provisional y difuminar la impresión de un peculiar golpe de estado. Lo dice Carlos Mesa que ha postulado a la presidencia y no es porque él lo diga. Carlos Mesa, que ya fue presidente de Bolivia en un momento que parece olvidado. Entonces, en 2003, tenía detrás el telón de fondo de la Guerra del Gas que dejó más de 60 muertos en El Alto, donde ahora mismo la pugna callejera sigue y como entonces los masistas que apoyan a Evo Morales intentan que no bajen camiones de combustible a La Paz. Resultado entonces: Sánchez de Lozada, el Goni, dejó su dimisión en el Congreso y escapó a EEUU. Resultado ahora: 6 muertos, por el momento. Otros masistas apuntan a desconvocar movilizaciones y pactar y regresar al trabajo. Durante años he oido que Mesa, además de soportar un cúmulo de movilizaciones en su contra por parte del Mallku (a quien ahora mismo se lo oye poco o nada) y de Evo Morales, dimitió por flojo: por negarse a meter bala a las movilizaciones. La derecha se lo echaba en cara con desprecio. De lo que que he conocido, hablo. Al margen de las elecciones, ignoro cómo se puede salir de esta espiral de violencia popular y gubernamental. Ponerse en el papel de un tribuno espartaquista desde lejos es fácil, no hay riesgo alguno, pensar las cosas que te conciernen, a ti y a los tuyos en lo cotidiano, en un barrio bloqueado con la música de fondo del grito y los cachorros de dinamita, es más complicado.

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Publicado originalmente en el blog del autor, Vivir de buena gana (20/11/2019)

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