EDUARDO MOLARO -.
/ Del Atlas Desmemoriado del Partido de Lanús
El arte solía manifestarse en Lanús en todas sus formas: literatura, pintura, música, escultura, teatro… asado a las brasas.
Pero, justamente, en el arte dramático nadie se destacó jamás como el actor de Valentín Alsina, Hamlet Dominici.
Este magnífico histrión supo encarar la prolífica obra de Shakespeare sin ninguna grieta en cada una de sus iniciales actuaciones. Claro está que sus obras, en el mejor de los casos, eran presenciadas por 15 o 20 personas. Pero este detalle no condicionaba jamás la calidad interpretativa de Dominici.
Es menester aclarar que Hamlet ejercía su oficio en los años de hierro. La dictadura solía extender su largo brazo censor sobre aquel que osara llevarle a la gente algo parecido a la ¨apología del pensamiento¨. Durante un tiempo, los detractores de Dominici decían que lo suyo era tan insignificante que ni siquiera los censores reparaban en él.
Pero sucede que Hamlet tenía su ardidosa manera de escapar de la censura. Había montado sobre la calle Tucumán un oscuro prostíbulo y un garito clandestino que le servían de perfecta tapadera para su único e indecente propósito: el teatro y la biblioteca que tenía escondidos detrás del local.
Por eso actuaba para una audiencia muy selecta.
Pero los funcionarios de la Secretaría de Incultura del municipio le cayeron encima. Disfrazados de clientes del burdel se introdujeron en el teatrito durante una actuación de Hamlet. Aquella noche interpretaba ¨EL rey Lear ¨.
Rey Lear: Ahora, nos vamos a manifestar nuestras más secretas resoluciones. Deseo ver el mapa de mis dominios. Sabed que he dividido nuestro reino en tres partes... Hay que alivianar nuestra vejez del peso de las tareas, para asentarlo en hombros más jóvenes. Hablad, hijas mías; ya que hemos resuelto entregar en vuestras manos los derechos de nuestros dominios. Decidme cual de vosotras ama más a su padre.
- Degenerado! Degenerado! – gritaron los funcionarios al unísono
Dominici intentó seguir con la actuación porque ya estaba acostumbrado a que algún borracho que se filtrara del cabaret interrumpiera siempre en la misma escena, pero la policía ingresó rápidamente y le impidió continuar.
Se comió tres días de cana y al cuarto decidió que, para evitar estos inconvenientes, debía interpretar a Shakespeare en su lengua original. Los funcionarios le ¨aconsejaron¨ que no hiciera tal cosa.
Fue entonces cuando Dominicci comenzó a interpretar las obras de William Shakesperare en jeringoso.
A partir de esa decisión comenzó a ganar notoriedad entre los que casi nunca iban al teatro.
Romeo: Ohpo! A-pa-ma-pa-da-pa Ju-pu-li-pi-e-pe-ta-pa!!!
Pero si bien sus actuaciones seguían siendo muy eficaces, aquella deformidad lingüística hizo que las obras duraran el doble de tiempo. Su nuevo público no tardó mucho en volver a no existir.
Lo malo es que Dominici se había endulzado con la cálida presencia de un auditorio más nutrido.
Fue entonces que comenzó a adaptar los textos Shakespereanos al metro de la décima criolla. Contrató un par de guitarristas y durante algún tiempo uno pudo encontrarse con diálogos parecidos a este:
Oh, Romeo! Qué tragedia!
Has muerto por culpa mía!
Ya me lo dijo mi tía:
¨ No hay nada peor en la vida
que un novio que se te mata¨
hoy mi sangre se arrebata
( y no es por hacer alarde )
Por facón tengo mi daga
Aquí le presento mi carne…
…que ahora será su vaina!
Durante algunas temporadas aquello funcionó bastante bien. Sin embargo, las nuevas generaciones no eran gustosas de los octosílabos en tiempo de milonga y el público jamás se renovó.
Aquello fue el principio del fin de una carrera más o menos digna, porque las últimas adaptaciones que implementó Dominicci en los textos de Shakesperare consistían en interactuar con el público, haciendo que algún concurrente entusiasta completara el diálogo con una rima premeditadamente grosera.
Y allí nos encontrábamos cosas de este calibre:
Romeo: ¨Habéis visto, amada mía,
Que os cortejo y os adulo,
Porque vos sois mi alegría…
…y además tenéis buen…
¨-Culo! Culo!¨– vociferaban desde la platea y la concurrencia prorrumpía en risotadas y aplausos.
De más está decir que todos advertirán qué palabra elegía la gente cada vez que el nombre de Julieta aparecía como última palabra del segundo verso.
Algunos denuncian que a esa grosera forma teatral le debemos la famosa y sanitaria frase ¨Romeo, Romeo… apúrate que me meo!¨.
Quienes admiraron inicialmente a Hamlet Dominici trataron de olvidarlo para siempre.
Por el contrario, quienes lo admiraron en sus últimas actuaciones, ni siquiera necesitaron intentar olvidarlo. Lo hicieron rotundamente al encontrar cualquier otro antro de humor grosero que endulzara sus paladares de rústica exigencia.
No obstante, cada tanto nos tropezamos con alguna persona que recuerda vagamente un breve texto de Shakespeare gracias a que pudo escucharlos en alguno de los iniciales intentos de Dominici.
Lo más frecuente es que nos encontremos con aquellos que no resisten ni mínimamente la tentación de rimar Julieta con teta y Capuleto con Teto.
8 Comentarios
Nada más musical que la décima criolla. Incluso me inclino a pensar que Shakespeare la habría utilizado de haber vivido lo suficiente.
ResponderEliminarJocosa y triste remembranza de otro de los solitarios y extravagantes personajes que han poblado el Partido de Lanús.
Un abrazo fuerte, amigo Edu.
Ciertamente, Don Shakepeare habría utilizado la décima como pocos!
EliminarLe remito un abrazo más fuerte, querido amigo.
No puede ser más delirante. Muy bueno, te felicito!
ResponderEliminarMuchas gracias, Javier! Créeme que intento ser más delirante. espero lograrlo.
EliminarUn abrazo
Un personaje que nos trae a Shakespeare,merece ser seguido en sus andanzas hasta sus últimos días(al menos). ¿Cómo continuó su vida este Hamlet, en el teatro o en su burdel?
ResponderEliminarMuy buen relato.
Saludos
Calculo que en ambos lugares! Uno alimenta al otro, en cierta forma.
EliminarUn acierto del artista no irse a menos cuando el auditorio es escaso, siempre hay que dar lo mejor de uno y seguirse puliendo siempre. Lo mismo aplico a los que hacen su arte al escribir, y los aliento a no prenderse en las vanguardias y seguir en la senda propia para no perder su toque. Nada más desagradable que las lecturas clonadas a pedido de la lectoría.
ResponderEliminarRendirse jamás.
Muy bueno, Edu.
Muchas gracias, Lore! Adhiero a su pensamiento.
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