/ Del Atlas Desmemoriado del Partido de Lanús. Página 79: Hombres de Ciencia)
El psicoanálisis en Lanús no era una actividad muy difundida. Algunos creen que aquello obedecía a que entre los habitantes de la mencionada localidad se cultivaba con mucho énfasis la amistad, o acaso el hecho de que normalmente se decía lo que se pensaba o tal vez a la casualidad de que se contaba con una 38 siempre a mano para resolver cualquier controversia.
Sin embargo, hubo un especialista que llegó a alcanzar cierto prestigio en Lanús y localidades aledañas: El Lic. Danilo Vatolaro, creador de ¨La teoría psicológica del Arremangue¨, doctrina que consistía en atacar la problemática de raíz, incluso poniéndole el cuerpo a los conflictos.
Este profesional rompía recurrentemente con los moldes clásicos del analista. Con cierta habitualidad transgredía aquella regla de saber tomar distancia del paciente y se involucraba de manera evidente en la cuestión.
Así por ejemplo, el caso de Arquímedes Pignas, un hombre cuya violencia incluso tomaba como víctima propiciatoria a su propia madre. Se cuenta que en aquella primera sesión, el psicoanalista de la calle Suipacha comenzó por las preguntas de rigor y al llegar al instante en que el paciente le contó que le pegaba a su madre, Danilo –lisa y llanamente– lo cagó a trompadas.
También podemos citar el caso de Maruja del Valler, una modista de la calle Posadas, que también fue una de sus pacientes. Ella fue una cornuda consuetudinaria que le manifestaba sus pesares al Lic. Danilo Vatolaro cada Jueves por la tarde.
El tratamiento culminó cuando nuestro licenciado le proveyó a la paciente las herramientas necesarias para resolver el conflicto con su marido con un académico y terapéutico consejo:
-¨Tirale las pilchas a la calle y que se vaya a la concha de su madre!¨.
Creemos, ante la metodología manifiesta de Danilo, que no es necesario explicitar de qué modo resolvió el caso de la paciente Marga Gotié, que padecía ninfomanía.
De allí sobrevive un diálogo esclarecedor.
Marga: Licenciado. ¿Usted coincide con mi terapeuta anterior? ¿Soy ninfómana?
Vatolaro: No, mire… en mi barrio le decimos puta…
Pero más allá de la labor terapéutica, Danilo se dedicó a esclarecernos sobre las distintas corrientes del psicoanálisis a través de su propia bibliografía. Como ejemplo de esto, su libro de ensayos No te metas con mi vieja (donde refutaba a Freud) y su otro libro No proyectes! El pelotudo sos vos!, donde instaba a los pacientes a reconocerse en sus propias fobias, taras y obsesiones.
Pero, sin duda, lo que todos recuerdan fue aquel simposio sobre Psicología del año 84, donde a la hora de hablar sobre sexualidad, Vatolaro hizo que durante su exposición denominada ¨A mí me gustan los tríos ¡ y qué! ¨ pasaran música de The Police.
No es noticia decir que aquel simposio terminó como casi todo debate lanusense: a las trompadas y con la intervención de la Policía.
Con el tiempo la figura señera de Vatolaro se fue desdibujando. Acaso la presencia de bibliografía nociva como los libros de auto-ayuda pudo haber conspirado un poco en esto.
Sin embargo, entre algunos personajes emblemáticos de aquel Lanús asertivo la imagen de Vatolaro era muy valorada. Así por ejemplo, el polémico filósofo Heráclito D´exceso tenía una mirada muy particular sobre el psicoanalista de la calle Suipacha:
¨Danilo, antes que nada, es un buen tipo; y un buen tipo es enemigo de las injusticias. Pero académicamente hablando es un hombre muy preparado y dispuesto a la hora de resolver conflictos. Él tiene la admirable capacidad de atacar los problemas de fondo poniéndole su cuerpo a las cosas; tiene gracia a la hora de debatir con el más mentado sobre cuestiones políticas, y como admirable corolario, se levanta a las mejores minas¨.
Otro personaje ilustre de la zona, El poeta Edmundo Morales, también hacía referencia a Vatolaro en su ensayo Yo no creo en una mierda:
¨… sabido es mi escepticismo; harto conocida es mi vocación de duda perpetua. Sin embargo, aún desconfiando de supersticiones tales como el psicoanálisis, quiero dejar sentado mi respeto y admiración por un terapeuta como Vatolaro que realmente se involucra con los problemas de sus pacientes. (Y encima se levanta las mejores minas!)¨.
Pero sin duda la lapidaria intervención en la prensa local del Dr. Arizmendi (personaje injustamente ilustre y de mucha influencia en el medio lanusense ) fue el fin definitivo de la carrera de Vatolaro.
Al parecer, el Dr. Arizmendi –celoso de la notoriedad de Danilo Vatolaro – dijo haber sido paciente del terapeuta y que su tratamiento no arrojó mejoría alguna. Y así lo hizo saber en su carta a los lectores lectores ¨Sigo siendo el mismo gil ¨.
Pero más allá de que la desaparición de aquella noble figura parezca otorgarle el triunfo a los defensores de cierta ciencia establecida, no está mal recoger estas crónicas sobre un psicoanalista que dejó de lado eufemismos tales como ¨Psicótico¨ o ¨Sociópata¨ para llamar, sin rodeos, ¨hijo de puta¨ a todo aquel que mereciera esa calificación.
Tanto mejor, si este analista ponía las etiquetas adecuadas (y qué mejor prueba de ello es que uno de sus libros se llame ¡Eso no es amor! ¡Es calentura!)
19 Comentarios
De seguro que con mi cantidad de complejidades me habría agarrado a trompadas.
ResponderEliminarSabroso capítulo del Atlas Desmemoriado. Mi afán compendiador lo tiene en la mira y no descansará hasta tenerlo todo publicado.
Un abrazo, amigo Edu.
yo espero leerlo todo complete; es un humorist de primera; y de eso hoy no hay
EliminarPirugenia: Te estoy muy agradecido por leerme y por la ¨caricia ¨.
EliminarAdmirado Jorge! Es un honor! Ojalá logremos ponerlo en Papel
EliminarMi falta de amistades, amores y visión positiva sobre esta vida siempre fue razón para que mis parientes me recetaran psicoanalistas o sacerdotes exorcistas.
ResponderEliminarMuy divertido texto, Edu. Abrazos.
La profesión en la que hay más suicidios es la psiquiatría; están como una cabra; mi esposo y yo fuimos (nos hicieron ir) a 5 profesionales de la psique a lo largo de 22 años y nada que el matrimonio no funcionó nunca; nos dejamos de amargar finalmente, pero ojalá hubiera sido al comienzo; ahora, nos la llevamos cordialmente y cada uno sale por su lado y hay más alegría; no estoy acusándolo de nada ni él a mí; somos diferentes, pero tenemos lo suficiente en común, una hija. Si no se encuentra el amor, hay que buscar al menos la alegría, la salud, la convivencia y la paz (cosa que yo no tengo); dudo que ninguna persona de mi círculo (o, major dicho, el que tenía) de parientes, amigos y admiradores, comparta mis gustos: gente clase obrera, jugar al domino, ver fútbol o boxeo, beber cerveza. No es que sea lo único que disfruto, porque también sé apreciar a la gente clase media alta, las conversaciones sobre política internacional, o arte, o cuisine, pero me aburren a eso del par de horas.
EliminarLore: A veces los sacerdotes y los psicoanalistas son la misma cosa. Ambas son supersticiones muy valoradas en estos tiempos.
EliminarPirugenia: Ojalá tuviera yo una respuesta que le permitiera encontrar esa paz que anhela. Lo único que tontamente se me ocurre es decirle que sea usted misma. Después de todo, es menos malo un rotundo fracaso nacido en nuestros úteros que el destino esquivo impuesto por los demás.
notable! gran relato... la psicología metida dentro de una olla a presión y nos sale está crónica literaria. Felicitaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias, querido Claudio! Mis respetos!
EliminarEsto de los psicoanalistas nunca me cerró. Yo estoy bien como estoy!!!!
ResponderEliminarMuy entretenido.
Qué bueno, Agostina! Celebro su bienestar!
Eliminar¡qué gracia tiene este hombre para escribir! me llevo este relato; no sé donde lo ponder, ni se lo quiero decir... no sea que le dé a él por psiconalizarme a-la-Suipachense
ResponderEliminarLleve, Piru!! Mi Facebook es El poeta Maldito. Agrégueme!
EliminarCorrección: Edu El Poeta Maldito
EliminarNo puedo, Eduardo; me botó Facebook por intragable (y mire que FB no bota a nadie, ni a narcos ni a prostitutos ni a políticos indiciados ni a criminales de guerra o terroristas); yo lo que le ruego es que siga publicando en esta vena de humor y que lo haga pronto, no sea que le entre la saudade porque lo dejó la novia o porque le volvió la esposa de la vacación. ¡Bendito sea su ingenio y viva su madre! Cuanta falta hace el humor en la literatura hispanoamericana, como dice Brice Echenique.
EliminarGracias, Piru ( ahora Urganda )...Y lo prometo que seguiré en este sendero casi humorístico. es inevitable! Los escritores insolventes nos valemos del humor para disimular nuestra ineficacia. La abrazo fraternalmente!
EliminarQue galería de personajes, pintorescos todos ellos, encontramos en Lanús. Algo tiene su gente,o será influencia de su geografía.
ResponderEliminarNotable relato amigo Eduardo.
Saludos.
Hola, Luis! Gracias otra vez! Mis detractores dicen que si hay un personaje pintoresco nacido en Lanús...ese soy yo! ( Acaso tengan razón )
EliminarUhhhh, a ese lo saco jajaja
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