ENCARNA MORÍN -.
Nos han robado la dignidad, nos han expulsado de nuestras vidas, se han quedado con nuestras pertenencias y hasta han insistido en que nuestros hijos son de una casta diferente de la de los suyos, y les han puesto a comer lo que ellos no quieren, a pasar necesidades y privaciones. Hasta pretenden poner alambres en su futuro legislando en su contra una malvada ley que no es de educación ni mucho menos.
Se introducen cada noche en nuestra cama y nos roban el sueño, nos matan la tranquilidad, nos impiden mantener a flote la salud mental.
Un estado de crispación generalizada se percibe nada más salir a la calle. A la mínima, recibimos bocinazos o gritos exaltados de quienes ya no pueden con tanta presión. Las amistades consolidadas no están libres de estos desencuentros cada vez más cotidianos.
Los niños repiten lo que ven y les da por girarse hacia el compañero y empujarle. No hay más que estar media hora en el patio de recreo para percibir que algo ha cambiado, las discrepancias se resuelven a puñetazos e insultos, tirando por la borda tantos desvelos y cuidados. Hasta el juego termina a veces siendo una pelea.
Esta sofisticada batalla sin tanques es la que pensé que no me tocaría vivir. Nunca entendí la necesidad de los mayores de guardar cosas y dinero para un posible futuro incierto. Ellos sabían lo que era la guerra y trataban de protegerse en todo momento. Solo que el enemigo esta vez nos salió por otro lado.
Aquella famosa bomba de neutrones, que tanto nos asustaba porque dejaba intactos los edificios y eliminaba todo lo que tuviera vida, debió ser una maniobra de distracción o bien un adelanto de lo que estaba por venir.
Quieren acabar con nuestra humanidad. Se termina recurriendo a la policía para resolver conflictos entre vecinos o incluso entre niños, lo cual nos es más que un indicio de nuestra impotencia mediadora.
Nos reprochamos, una y otra vez la pasividad que nos mantiene anclados e inmóviles, cuando pareciera que deberíamos salir en son de guerra a tirar abajo algunas trincheras, al tiempo que vivimos asustados a ver qué es lo siguiente que nos van a robar.
El enemigo ha cambiado de estrategia y ya no le hace falta nuestra sangre ni la de nuestros hijos. Ahora está empeñando en robarnos nuestras almas, que es realmente lo que ellos no tienen.
Mientras nos enfrentemos entre nosotros no hace falta nueva carne de cañón. La victoria está servida para el enemigo, insistiendo desde su muralla en que no nos debemos fiar unos de otros, llevándonos a pelear por las migajas, rompiendo toda posibilidad de encuentro y de alianzas, consolidando la idea de que somos seres individuales y que estamos solos ante el adversario que puede ser cualquiera.
Por tanto, no vale lo de siempre para parar esta guerra malévola.
Ha llegado el momento de repartir abrazos gratis, de apelar a nuestra humanidad, de no claudicar tirándonos de una azotea o entrando en una profunda depresión. No sirve de nada enfadarnos con el que se salta el semáforo y no nos deja adelantar, frente a tanto atropellador de nuestra humana dignidad.
Es la hora de llevar la creatividad al poder, esa que nos quieren destrozar. Imaginar nuevas formas de cambiar lo que nos hace tanto daño, no es una batalla individual.
Regalar abrazos y sonrisas es la única arma que nos salvará de la nueva Hiroshima que va directa a nuestras almas. Rescatar la humanidad que siempre nos acompaña ya que somos naturalmente buenos, cooperativos, solidarios, cercanos, amorosos, generosos y optimistas. Esa es nuestra verdadera naturaleza.
Todas las veces que nos hicieron creer que no podíamos era mentira.
Todas las veces que nos hicieron creer que no podíamos era mentira.
Fotografía: Kristhóval Tacoronte.
14 Comentarios
Los pelos como escarpias se me ponen, pero con una sonrisa les he amansado...Difícil lo tenemos, pero no imposible !!!
ResponderEliminarMuy bien descrito Encarna, muy bien !! tu cuentas lo que esta sucediendo, y es real !! yo estoy tratando del porque todo esto, y como es, me cuesta narrarlo, un abrazo fmp.
ResponderEliminarGracias, por hacernos reflexionar sobre la barbarie a la que nos tienen sometidos. En cada palabra, en cada frase, recoges la cruel realidad a la que nos están sometiendo, es hora ya de gritar ¡¡basta ya!!.
ResponderEliminarClarísimo Encarna. Vienen a por nuestras almas, a por nuestra esencia. Por eso la necesidad de "formatear " a los niños con la "enseñanza", y a todos con el cine, la TV, la desinformación de los medios, con la inseguridad ciudadana, con la inseguridad de las guerras, de las crisis fabricadas, con la ilusión de los famosos, con el consumismo enloquecido,... en fin, con tantas maneras diferentes de mantener el miedo y la separación entre hermanos-humanos.
ResponderEliminarEstupenda tu síntesis de la realidad.
Willermo
¿Y si empezamos por sonreirnos un poco más entre todos?
ResponderEliminarno les demos el gusto, amemos cada segundo, llevemos nuestra vida con dignidad, sin odios, disfrutemos nuestro aliento. Nos lo merecemos
ResponderEliminarUn relato muy profundo, me quedo con el tramo final del relato: Rescatemos la humanidad, que cada quien haga lo suyo para que nos salvemos todos.
ResponderEliminarGracias
Encarna! Gracias por darnos ese rayito de luz en plena oscuridad y por recordarnos cuál es nuestra esencia y que los abrazos y las sonrisas son la mecidina del alma. Como siempre, llegas al corazón.
ResponderEliminarGenocidas del alma, enemigos del universo.
ResponderEliminarBuen texto, saludos.
Ayer sin ir más lejos han desalojado una casa okupa cerca de mi casa. Cien policías bien parapetados entraron de madrugada saltando desde la azotea de la embajada de Marruecos. Los chicos son buena gente, solidarios, creativos. Ocupaban un edifico que llevaba casi veinte años vacío y sucio. Le dieron vida. Ahora se va a seguir viniendo abajo pero esta vez tapiado.
ResponderEliminarFrente a tanto atropello el acto desmesurado fue que detuvieran a un joven por arrojar un trozo de pan a una furgoneta blindada de la policía nacional.
Hoy los niños de mi cole se han quedado sin la ilustre visita que les iba a enseñar malabares y percusión (los okupas).
Al sistema le molesta la gente organizada, está claro.
Les vi en la playa cantando y bailando con los niños y supe que eran almas buenas. No obstante Manu y sus amigo de El Palomar son un rayo de esperanza en este caos.
Gracias amigos y amigas por sus amables comentarios.
Me gusta como cuentas la realidad Encarna, un beso muy fuerte!
ResponderEliminarManu
Muy bueno Encarna, es una síntesis de a lo que nos ha llevado esta doctrina del Shock que se va cumpliendo inexorablemente. El neoliberalismo empeñado en lograr sus objetivos, ricos más ricos y pobres muy pobres. Quiero compartir tus palabras de optimismo que cierran este mensaje tuyo, pero . . . debo confesarte que me resulta bastante difícil. Veo a los que manejan los hilos muy fortalecidos y les temo. Un abrazo enorme . Chabela del Rio martin
EliminarLa realidad muy bien plasmada.En cada párrafo me iba hirviendo más la sangre.Estamos en una jungla de sálvese quién pueda,.Nos tienen atados de pies y manos y un animal,libre por naturaleza,que se sienta enjaulado,no puede sentir sino rabia.
ResponderEliminar¡Qué bonito sería solucionar las cosas con amorr y sonrisas,pero mira Jesucristo:repartió amor,puso la otra mejilla y terminó crucificado.
Me has tocado el punto débil cuando dices que piensan que sus hijos son de una casta mejor que la nuestra.Yo lo he pensado muchas veces y,efectivamente,lo piensan.
Saben que no son eternos pero quieren dejar a las "ladillas y parásitos" que echaron al mundo bien puestos.Chupando la sangre a nuestros hijos.
Lo siento, soy pesimista al respecto y me duele serlo.
Y así seguimos...tres años después.
ResponderEliminarLa creatividad se convierte en la única vía de solución.
Soli