LORENA LEDESMA -.
Es de noche y no me quiero ir a dormir sin estar segura que efectivamente dormiré. Aún temo a la noche, me digo por no confesarme que me temo a mí, a lo que pueda pensar en el intertanto. Antes de caer en un sueño profundo mi mente divaga por mil pensamientos que ya tengo gastados de tanto usar. En esos minutos nefastos me repito, me reitero, me muero. Debo llegar al amanecer y todo volverá a estar bien.
Para mi alimentar mi cansancio y atraer al sueño, abro un nuevo libro. Me da pereza continuar los ya empezados, no estoy en un buen momento lector. Mi biblioteca virtual se volvió monstruosa desde que él está conmigo, a mis intereses variados y dispersos sumóse la suya que es más formada y culta en muchos sentidos. Juntos hicimos que la biblioteca de Alejandría entrara en dos pendrives (los que tengo son de antaño y no tienen tanta capacidad como los que se consiguen ahora en las tiendas).
Recibo el notebook de sus manos y donde está me atrapa Simone de Beauvoir.
"En el siglo anterior, la burguesía creía en el desarrollo armonioso del capitalismo, en la continuidad del progreso, en su propia perennidad. Cuando se sentía dispuesta a la justificación, podía invocar en su provecho el interés general: el avance de las ciencias, de las técnicas; a partir de las industrias fundadas sobre el capital aseguraba a la humanidad futura la abundancia y la felicidad. Sobre todo, confiaba en el porvenir, sentíase fuerte."
Me río: ¡miedos! Los grandilocuentes miedos de la sociedad que son mis miedos, que son mis luchas perdidas de antemano. Este mundo maldito y miserable no se puede cambiar. Transito todos los días de mi vida con esa certeza, esa desilusión. Lo que no me gusta del mundo no lo podré cambiar ni en un millón de años y mi voz nunca será oída por más que grite a todo pulmón. Escribir... ¿para qué? Y sí, el facilismo del desaliento... Y sí, soy un simple mortal y para colmo de males mujer... Mejor dejar de golpear el teclado y a leer hasta que me llegue el sueño o él con sus ganas de hacerme sentir su mujer.
Leo otros fragmentos que me tocan algún lado sensible (¿me puse emotiva?) "el sentido de lo trágico" dice Beauvoir. Recorto su discurso arbitrariamente, lo descontextualizo, lo reelaboro, no la leo a ella sino que tomo lo que dijo para leerme a mí. Es de noche y mi mente es antojadiza.
Vuelvo a abrir la Biblioteca. Busco algo de historia. Básico y elemental, también polémico en vistas a la actual contingencia política: Felipe Pigna y sus mitos. "En 1901 se aprobó la llamada Ley Riccheri que establecía el servicio militar obligatorio. La primera conscripción, en 1902, sirvió como un interesante y dramático muestreo de la realidad social del "granero del mundo": el 46% de los convocados no reunía las condiciones de talla y peso mínimo para su incorporación a las fuerzas armadas y evidenciaba claros síntomas de desnutrición y huellas de enfermedades sociales evitables." (...) "Los dueños del país, y por lo tanto de su historia, nos han dejado una visión idílica de sus abuelos pintándolos como gente austera, ajena a la ostentación y al lujo. La realidad es bastante diferente. En la medida en que sus riquezas pasaron de ser abundantes a fabulosas, nuestra oligarquía fue abandonando la sencillez campestre y se dedicó al lujo más desenfrenado. En vez de invertir en actividades productivas, de diversificar sus inversiones hacia las industrias, nuestras familias patricias decidieron que como estaban, estaban muy bien, así que para qué complicarse."
Lo sabía! Está todo jodido desde hace mucho tiempo. Sigo abriendo archivos, divago, deambulo, nocturneo. Leo hasta que sienta cansancio físico real y liberarme de mi cansancio mental. Esto es el cuento de nunca acabar, siempre me sucede antes de dormir, es una larga previa.
Imagen: © NOELL • S • OSZVALD
2 Comentarios
La noche silenciosa es el mejor momento para leer cuando no se puede hacer fiesta!!
ResponderEliminarLa noche infinita, la monstruosa noche. Buenas lecturas, querida Lorena. Y sí, todo está jodido desde hace mucho tiempo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.