La gran calabaza

ROBERTO BURGOS CANTOR -.

Resulta interesante mirar en conjunto las tiras de dibujos animados de los periódicos. Clasificarlas por los personajes que las encarnan: hombres, mujeres, niños, animales. Sus temáticas según la época: las travesuras de Daniel, la imaginación desbordada de Calvin y su tigre de trapo.

Es de suponer que el motivo que las mantiene, por años, ocupando espacio, cada vez más mezquino y más caro en la prensa, tenga que ver con la necesidad de un respiro, alentar una sonrisa en medio de los catástrofes cotidianas y las adversidades del horóscopo.

Desde los años en que concluía el bachillerato me aficioné a Charlie Brown de Schulz. Carlitos como lo han traducido. Se decía que era una historieta para intelectuales. Y como otras pocas no concluía el episodio en los tres o cuatro cuadros de la tira. Sus personajes encarnaban los miedos, esperanzas, dificultades, inseguridades y los escenarios de la época. El béisbol, la música, el siquiatra, las vacaciones, el enamoramiento, la festividad de la noche de las brujas, la soledad, el colegio. Ha pasado tiempo y no hay decaimiento en su encanto inteligente. No recuerdo que haya aparecido en sus peripecias un adulto.

Por estos días el tema está referido a uno de los partidos de béisbol que nunca ganan. Con perspicacia narrativa no se ve al equipo contrario al de Carlitos. Siempre, allí se está indagando la desolación del fracaso, y en cierta forma lo difícil de hacer equipo y la predominancia de lo individual. A veces llueve. El lanzador y capitán del equipo es Charlie Brown. Hay batazos fuertes y la bola crea tal torbellino de aire que el lanzador da volatines, pierde la ropa, los zapatos.

En el partido de ahora, Carlitos se queja de la derrota, de su equipo, de Lucy quien tiene una consulta de siquiatra en un escenario de títeres. Todas las veces deja caer la bola por mansa que venga. Entre el desespero, la incredulidad y cierta conformidad irónica, Brown se resigna.

Esta vez su comentario afligido hace venir al montículo a uno de los niños. Sin pestañear le dice que los hombres se forjan con el sufrimiento, como Job. Enseguida la siquiatra interviene para reclamar por la falta de crédito a la esposa de Job. Se burla de quienes creen en el poder redentor del sufrimiento. Todos intervienen. El dolor es parte de la vida dice otro. El de menor edad se dirige al perro, Snoopy y a un amigo, y con seguridad de Cardenal asevera que quien solo habla de la paciencia de Job, poco sabe del libro.

No es nada extraño que esos niños conversen sobre la Biblia. Tierra de puritanos donde las novelas y las películas muestran predicadores ambulantes y vendedores de biblias. Este libro inicia cualquier biblioteca.

Pero un buen relato involucra al lector. Yo, lego en teologías, voy al diamante, y meto confusión. Será que Job muestra la vez en que Dios se dejó tentar de Satán ¿?

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1 Comentarios

  1. Anónimo30/10/14

    Las tiras cómicas publicadas por los periódicos constituyen uno de los géneros más leídos en la actualidad. A primera vista, dicha modalidad de expresión aparece como un simple medio de entretenimiento. El mismo nombre que se les suele dar de tiras cómicas o comics apunta a esta característica. Sin embargo, gran parte de las historietas publicadas distan de ser cómicas, aunque muchas sí lo son.
    Charlie Brown me encanta!

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