La reacción de la sociedad española ante los lamentables efectos del gobierno de Rajoy recuerda, en gran medida, a la crítica que a finales del siglo XVII sufría el gobierno de Luís XIV de Francia salvando, naturalmente, las diferentes épocas y circunstancias históricas.
A ambos dirigentes les caracterizaría, durante sus respectivos gobiernos, una creciente e imparable decadencia tras un primer periodo de gloria, hipnotizadora, tanto para los franceses de aquella época como para los españoles del momento. Los eficientes hipnotizadores, es obvio, Luís XIV y Mariano Rajoy.
Dicha decadencia sería consumada por ambos al llevar a la bancarrota a sus respectivos países como consecuencia de unos impuestos opresores que, en Francia serían el preludio de la Revolución Francesa, la revolución más importante de la historia. En el caso de España a una caótica situación de corrupción sin precedentes que tiene paralizada a la nación al tiempo que nos tiene bloqueados, mentalmente, a muchos españoles.
Francia optó por una Revolución social porque se hacía necesaria la expropiación de los bienes de la Iglesia, de la Corona y de los nobles; y porque el pueblo moría de hambre.
España no va a optar por ninguna revolución porque los bienes de la Iglesia ya fueron expropiados en su día por la “Ley Mendizábal” y porque, de momento, el hambre, aunque muy visible en algunos estratos sociales, todavía es compensada por la gran solidaridad del pueblo español que es capaz de pellizcarse sus pocos recursos para socorrer al que lo necesita. Pero lo que sí es urgente es la expropiación por mecanismos que habría que determinar de esos miles de millones de euros que han volado a paraísos fiscales y que se encuentran en cuentas bancarias de bárcenas, pujoles, granados, ratos y raterillos de todo pelaje que han saqueado al país dejándolo en la miseria.
Dijo Juan Bodino, pensador moralista, allá por el año 1570 que: “La Ley puede modificar la costumbre, pero la costumbre no puede modificar la Ley”.
Precisamente, Bodino criticaba duramente a Maquiavelo por haber prescindido de la Filosofía pues la carencia del pensamiento filosófico hace a los hombres inmorales y Maquiavelo hizo ostentosa gala de su inmoralidad, que dejó bien plasmada en sus escandalosos escritos, muy concretamente en “El Príncipe” donde se detallan todas las pautas a seguir por el príncipe o gobernante para preservar el Poder o la razón de Estado para la que todo estaba permitido. No es de extrañar que Bodino se escandalizara por los consejos que Maquiavelo daba a “su príncipe” el que no debía consentir nunca, bajo ningún concepto, que se debilitara su poder. Apuesto a que habría criticado a Rajoy por permitir que afloraran a la luz pública sus corrupciones por fallos, probablemente, técnicos.
El gobernante debería enarbolar la inmoralidad como máxima a seguir. En definitiva, tendría que prescindir de moral y de ley si quería mantenerse en el poder. Se ha de dar la impresión de que se vela por los intereses de los ciudadanos cuando en realidad se atenta implacablemente contra ellos. Esto sería, básicamente, el maquiavelismo del que, sin duda, hay que huir y que nuestros dirigentes intentan aplicarlo en cada discursito que dirigen desde cualquier medio de difusión. La señora Cospedal es un vivo ejemplo de ello. ¿Habrá leído “El Príncipe”?
Fueron muchos los personajes históricos como Napoleón los que se quedaron dormidos con “El Príncipe” entre sus manos. Así les lució el pelo a los franceses.
Pues bien, creo que ha llegado el momento de modificar algunas leyes para erradicar, de raíz, las malas costumbres. Han transcurridos casi quinientos años desde que Bodino escribiera aquella frase, tiempo más que suficiente para que por medio de lo que los legisladores no ignoran, faciliten todos los cauces para que todos los culpables, TODOS, paguen, con cárcel y con restitución. Poderes tienen los Santos Poderes Legislativo y Judicial, que lo podrán resolver.
(*) Concha Pelayo es Escritora y Crítica de Arte y es también, miembro de la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET)
Artículo publicado originalmente en euromundoglobal.com (20/11/2014)
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