PABLO CINGOLANI -.
Las grietas no escucharon ruegos ni salieron a pedir perdón piedad pecado solo piedra rodando escuchabas solo el vacio retumbar del vacío solo el violento acontecer del despojo del despeñadero incitado por tanto fuego tanto papel tanto destino buscando un destino más allá de las grietas más acá de la lluvia que ahora cae más y más adentro del fondo oscuro insondable de
Las grietas que no lloraron (jamás lo harían) por todo el bien todo el mal arrojado sin pesar sin pausa sin aullar sin respirar ese espanto visceral que te atrapa te quiere jalar te quiere para sí te quiere adentro con ella
Las grietas: heridas en la piel de las montañas, horizonte al revés, igual de luminoso, igual de intenso
Herida la metáfora, en los campamentos, ya no queda agua, debemos ir a buscarla, debemos inventarla, debemos encontrarla. Heridos los rituales, volveremos a los delfines, volverán las ballenas, volveremos a las grietas, a esos silencios decisivos de las grietas, donde se esconde dios, donde el diablo medita, toma mate, sueña
Las grietas: esa sed de líquenes subterráneos que sólo se oyen con el alma, con el alma incendiada, con el alma confiada en el subsuelo, los soles sumergidos que renacen, se elevan hasta tus ojos, se vuelven calor, clamor, claridad, se oxida el hastío, recobras la fe y esa fe de grietas no se agrieta, esa fe de grietas es invencible, vos lo sabes
Las grietas son así, atrevidas: se te va la vida o la reencuentras, la enciendes o la apagas sin saber nunca porqué
El porqué de las grietas.
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