Hijos de la ilusión (2)

Roberto Burgos Cantor

En un bar de escritores, en Quito, con la luna del Chimborazo colándose por las ventanas de cuadrados de vidrio, Juan David me relató una escena de infancia. La sala del apartamento era una cama franca. Flotaban los sueños y la última canción de Celia Cruz, destrozada en el centro del acetato: dile a tu nuevo querer. Los amigos que no pudimos vencer la ceniza de la mañana, con el whisky de más, entre la ambición y la pernicie, habíamos quedado entregados al azar de los consuelos íntimos. Sonó el timbre. Juan abrió, esperando al panadero, y se dio con el hombre alto, de blazer y pantalón gris, con la sonrisa que se ganó la vida, Álvaro Mutis preguntando por Arnulfo y Hernán Darío. El niño le tomó la mano, lo jaló hasta la sala y empezó, con un dedo imperioso, a nombrarle los cuerpos entre los escombros de una noche infinita.
No era suficiente situarse en el mundo, todavía contradictorio, de los padres. ¿Qué comunidad amorosa sustituiría el rechazo a las formas sacramentales de unión? A la tradición antigua de ancianas preñadas que parían y viejos en conflictos con hijos que envidiaban o vendían derechos o sufrían las peticiones de la divinidad o engañaban.
Entonces Juan David, remontó sangres hasta los abuelos. Los de Armero que vieron apagarse la lámpara bajo la corriente sin cauce de barro y ceniza.
Otros, inmersos en el fracaso irredimible de la muerte, hicieron de la sangre una continuidad de vida, sin las obsesivas sin salidas de la venganza, del cobro eterno. Luz al padre oscuro. Así Iván Cepeda y sus construcciones políticas de justicia, reparación y el tan nombrado perdón, escurridizo, sin comprensión actual. O la hija de Carlos Pizarro quien continua el proyecto de su padre desde que dejó las armas.
Por supuesto, nombro a las herencias libérrimas y que se sitúan en los espacios públicos. Otras escupieron el esfuerzo empecinado y silencioso de los padres y desaparecieron en las vergüenzas de la cárcel por falsificar billetes o robar o matar. Creyeron que la sabiduría de la vida consistía en la riqueza ¿? mal habida.
Una poderosa simiente avanza en la decisión de poner alegría, libertad, respeto a todos, en un país enfermo por las manipulaciones y abusado al negarle el conocimiento, la justeza de sus anhelos, la vida digna.
Cuanto el mundo de hoy agrega como retos ha sido asumido con valiente riesgo por los jóvenes que hicieron llevadera la soledad intelectual de estos padres que renunciaron a ser padres y no alcanzamos a construir el candado de compañeros en una sociedad reventada y mentirosa. Pero, si volverán los tiempos de la cometa. Lo hubieran visto: la hija de mi compadre, Arnulfo Alfonso Julio, se dedicó a los estudios del medio ambiente, sueños de agua y viento, y después de una agotadora jornada en los pueblos de las islas, la vi bailar Sopa de caracol, como si la danza no estuviera acabada de inventar.


Imagen: Egon Schiele. Standing Male Nude with Arm Raised, Back View, 1910

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