Pablo Cingolani
El arte con el cual Gustavo Giorgetti ilustró mi texto sobre Perón y la montaña, publicado en Mestiza, la revista digital de la UNAJ, la Universidad Nacional Arturo Jauretche, no sólo me incita a compartirlo con ustedes –por la belleza pura, emocionante, de las imágenes- sino que también me inspira a seguir luchando por algo que la puta oligarquía decía que no teníamos: por la estética, por la sagrada y popular estética, de eso que sentimos y vivimos como peronismo, como “el” peronismo.
El peronismo no sólo es un sentimiento, una identidad, una memoria, no sólo son las tres banderas innegociables, no sólo es el latir profundo de la argentinidad: el peronismo es también una estética -una cosmovisión profunda de sentir lo bello y lo sublime como diría el compañero Kant o nuestro Kusch o nuestro Hernández Arregui-, que también nos une y nos hermana a todos los que honramos ese sentimiento, esa identidad y esa memoria que está anclada, y florece cada día, en la omnipresencia gloriosa y siempre latente de Perón, de Evita, de todos los compañeros idos y los bienvenidos, de todo el pueblo argentino, ahora y siempre, del cual –yo sé- el artista Giorgetti, forma parte.
Sólo con sentimiento de pueblo, sólo con genuino sentimiento peronista, sólo con esa estética que nos niegan los hijos de mil putas, sólo con el corazón latiendo por Perón, por Evita y por el pueblo, por los argentinos, se pueden concebir estas imágenes que comparto con ustedes.
¡Gracias G.G.! y gracias también a Zamba, a Ruffo y al Negro Salas. Todos argentinos. Todos peronistas. Como debe ser (Cuando la patria está en peligro, estar siendo peronista no sólo es un sentimiento y también una estética: es un imperativo moral)
Pablo Cingolani, Río Abajo-Bolivia, 25 de julio de 2017
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