Esta pesadilla: la historia (10)


Roberto Burgos Cantor

La experiencia de San Vicente del Caguán deja observaciones para las reflexiones futuras.
Entre ellas: agrupar por bloques de intereses u oficios a las delegaciones que durante muchos sábados hablaron en el escenario de la carpa. Industriales, comerciantes, desempleados, estudiantes, profesionales. ¿A quienes representaban? Esas audiencias fueron transmitidas.
Indagar, por qué, los maestros de ceremonia de la guerrilla, escoltaban armados a los ponentes desarmados.
Establecer qué se pretendía con el secuestro de una universitaria, hija del hoy ministro de Defensa, y el de un Senador del Huila, mientras se discutía el fin del conflicto.
Una vez, después de momentos críticos que terminaron por destrozar el proceso, un periodista preguntó a Marulanda la razón de ir armado a las reuniones. Respondió: es que esta gente no entiende sino a bala.
De ser así, había que rescatar las palabras expropiadas, devolverles su significado, y entonces hablar.
La guerra continúo su rumbo de muerte, doloroso, cruel, cada vez destruyendo más el sentido extraviado de lo humano.
La etapa que siguió, las tensiones entre un concepto de la autoridad, su límite moviéndose entre el fin y los medios, produjeron un clima difícil, conflictos entre los poderes públicos, extinción de las ideologías. Sacrificios, y a su amparo una corrupción que dejó a los ciudadanos inválidos de un norte moral.
En este paisaje de intolerancia, odios, griterías, decisiones judiciales contra funcionarios, el país se acercó al frío acerado del invierno de Estocolmo. Escuchó con diversas reacciones los viejos discursos, el tono bronco de unos, los reclamos inmemoriales. En medio del descreimiento y lo que cada quien sentía, una generación remozada que sabía oír, que contaba con agendas concertadas, que se exponía con transparencia al mundo.
Por primera vez, muchos nos dispusimos, en palabras del cineasta Stone, a liberarnos de las tiranías del ahora.
A dónde llegamos será el motivo del Baúl que sigue. Ayudar a comprender la vida que nos correspondió. Tanta violencia y sufrimiento desperdiciados.
Mi generación quería la lealtad de decir de dónde venimos. Qué somos, acaso.

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