MARISA PEÑA -.
Diciembre se dispone a desplegarse y “hay quienes se desmueren y hay quienes se desviven”, hay quienes se abrigan y quienes no encuentran abrigo. Hay quienes se sienten importantes y quienes se saben olvidados, quienes se preparan para practicar la caridad y quienes sólo piden justicia. Hay quienes desconfían de los halagos y quienes agradecen una palabra de afecto o un gesto desinteresado. Hay quienes desprecian unas manos tendidas y quienes mendigan amor por las esquinas.
A veces, para huir del miedo y el frío, nos dejamos seducir por falsas luces de colores e ignoramos la aurora boreal. Y nos quedamos escuchando voces ajenas, cantos de sirenas, coros de ángeles que pronuncian una extraña lengua que no conocemos, y seguimos embriagados al virtuoso flautista, acallando la voz profunda y sincera de nuestro propio corazón.
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