Hay noticias para cagarse de risa, lástima que bien leídas son el principio del fin. Titula: Desactivan un chatbot de inteligencia artificial después de que aprendiera a hablar como un idiota racista. Agrega: En un proceso de imitar a los humanos, el chatbot coreano Luda resulto siendo racista y homofóbico. Firman la nota el tuitero Junhyup Kwon y el instagramista Hyeong Yun. Son dos jóvenes surcoreanos. La noticia completa pueden leerla en Vice. [1]
¿Qué es un chatbot? Un conversador informático. O sea, un engendro tecnológico programado para hablar con seres humanos, reales estos últimos. Una empresa coreana creó uno, una mejor, llamada Lee Luda, 20 años, estudiante universitaria y fanática de un grupo femenino de K-pop, las Blackpink. Si ven sus videos, te recuerdan a esas chicas que tocan para Kim Jong-un, el líder supremo, y toda la nomenklatura norcoreana, celebrando sus cohetes.
Hasta aquí, todo bien. Pero resulta que cuando la cyber muchacha fue lanzada al ruedo, a interactuar con personas, sus respuestas ofendieron a sus interlocutores. Dijo que las lesbianas le parecían “repugnantes” y sobre las personas transgénero, acotó: "¡Qué asco, realmente las odio!". También insultó a los negros.
Lee Luda se comportó tan políticamente incorrecta que la empresa tomó la decisión de desactivarla. Siguiendo con los delirios, la empresa emitió un comunicado donde aclara que "no estamos de acuerdo con los comentarios discriminatorios de Luda, y tales comentarios no reflejan las ideas de la empresa". La compañía agregó que “Luda es como un infante de IA [Inteligencia Artificial] que acaba de empezar a hablar con la gente. Aún le queda mucho por aprender. Luda aprenderá a juzgar cuál es una mejor y más adecuada respuesta”.
Lo mismo sucedió con Tay, otra basura high tech que había diseñado Microsoft, la nave nodriza de Bill Gates desde la cual conquistó un planeta llamado Tierra. Tay era una joven millennial, un robot que hacía el papel de una chica milenita, y puesta a andar, con rapidez, se convirtió en “una especie de portavoz de visiones antijudías, machistas, racistas, y repletas de odio. Tay comenzó a tuitear cosas como "Odio a las putas feministas, deberían morir y arder en el infierno", y "Hitler tenía razón, odio los judíos".[2] Igual que los coreanos, Microsoft fondeó a la pobre Tay y pidió disculpas.
Pero ni Tay ni Luda Lee tienen la culpa de ser unas fachas tremendas. El motivo de la adscripción de las nenas robot a los discursos de discriminación y odio es muy sencillo: están programadas para alimentarse de los contenidos de las mismas redes sociales de las que ellas participan, forzadamente en su caso, valga la aclaración.
Es decir, Tay y Luda Lee, esas infantes según sus programadores, son el reflejo de los usuarios, los miles, cientos de miles, millones, cientos de millones de usuarios, de esas tentaculares redes sociales que han devenido el espejo deforme donde la humanidad no quiere mirarse.
Para eso están Tay y Luda Lee: la nueva inquisición las culpa a ellas, pobres maquinitas de humo, de ser las racistas y las homofóbicas, vayan a la hoguera, quémense, desaparezcan del cyber mundo, delete, exit, chacataú.
Cualquier paralelismo con la cancelación de las cuentas en RR.SS. del señor Trump y de sus seguidores de QAnon no es coincidencia: es la misma hipócrita, cínica actitud, de primero arrojar la piedra y luego esconder la mano. La ética de las mega empresas tecnológicas no está por los suelos: no existe.
Para remediar eso -y que las futuras Tay y Luda Lee sean más “progres”- algunos que todavía creen en los Reyes Magos como Ahn Byong-jin, profesor de la Universidad Kyunghee en Seúl, propone que “Las empresas deben consultar a un filósofo o especialista en ética antes de lanzar un servicio para prevenir tales abusos”. De mi cosecha, propondría que, en vez de un filósofo, mejor darles a las chicas unas buenas cucharadas de la literatura de Osvaldo Soriano que, a todo esto, ya andaba avizorando esta alucinación colectiva cuando escribió su novela El ojo de la patria.
Vuelvo al comienzo: si no fuera que estamos hablando del principio del fin de las culturas, de la idiotización masiva y persistente de la humanidad, lo anotado brindaría la ocasión para una sana carcajada, para pensar mirá que pelotudos estos tipos, que sigan jugando con sus maquinitas y sus fantasmas. Pero no: ellos seguirán desarrollando sus softwares de inteligencia artificial hasta que se naturalicen en la vida social planetaria y vos solamente hables con ellos.
Mientras tanto, mientras eso siga su marcha homicida, terminarán de destruir la selva amazónica, acabarán de rellenar de plástico los océanos y se compraran todos los pasajes de SpaceX para rajarse del planeta. Cuando eso suceda, le preguntarás a Siri: ¿y ahora que hago? Y Siri te responderá: ya te jodieron, hermano, ya te jodiste.
Pablo Cingolani
Laderas de Aruntaya, 16 de enero de 2021
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