La Fuga
(Versión española traducida
de la inglesa perteneciente al Opus II.)
Un salón lujoso y decorado con exquisito y cálido gusto,
acogedor y muy amplio. Cuadros modernistas, algunos fauvistas
donde destacan copias de odaliscas rojas, azules y amarillas de
Matisse. La Madre, sus dos niños en una cuna, en el centro.
Entra el Padre.
Madre Bienvenido a casa por fin, Mark.
Padre Dame un abrazo fuerte, cariño. (Se besan apasionadamente.)
El viaje se me ha hecho larguísimo. África es otro mundo.
(Pausa. Se desata la corbata y se quita un botón de la camisa.
Se abre el cuello de la camisa.) ¿Cómo están nuestros leones?
Madre Sacando las garras. Comen como tigres.
(Con inquietud.) ¿Cómo te fue?
Padre Terrible. Un caos. (Sentándose frente a ella y cruzando
las piernas.)
Madre Las noticias no han parado de repetir el desastre.
Padre No me lo recuerdes. No he parado de ir de un lado a otro.
Parecía una gallina sin cabeza. Ha sido una pesadilla.
Y no hemos sabido responder bien. No tendría que haberse
filtrado nada, pero en África no saben guardar la boca
cerrada.
(Silencio.)
Madre (Mirando una odalisca vibrante y colorida de Matisse.)
No puedo— sabes, no puedo parar de pensar en
esa calamidad. Con toda esa gente pobre llena de—
Padre Sí, lo sé. (Se saca un cigarrillo y lo enciende.)
Pero si comenzamos a ponernos en su lugar,
tendremos que sufrir la desgracia de nuevo, y una
vez es suficiente para mí, la verdad. (Dando una
profunda calada.) No podemos bajar la guardia y
culparnos, Helen. Si hacemos eso seremos unos
infelices y entonces renunciaríamos a la serenidad
de nuestro hogar. Me ha— nos ha costado mucho llegar
hasta aquí. Seamos fuertes. Ahora hay que ser fuertes y
mirar adelante. Además— (Inclinándose y poniendo los
codos en sus rodillas, mirando de frente a su mujer, que
ahora se gira y le mira con una palpable tristeza interior.)
Además, ellos también tienen la culpa, la verdad.
Madre ¿Qué quieres decir?
Padre Su sistema político está totalmente corrupto y eso es
lo que pasa cuando no tienes dignidad ni respeto por tu
país. ¡Qué—
(La Madre se levanta y se acerca a un mueble donde hay ginebra
y otros alcoholes. Esta mesilla está junto a una copia de Picasso
de su época azul, mostrando a una pareja con su hijo frente al mar.
La pareja y el hijo están encogidos por el frío; se ve al hijo
poniendo su mano derecha en el cuerpo del padre.)
Padre ¡Qué desastre! Han despedido a Donald. A James le
han dicho que se tome unas vacaciones. A mí no me
han dicho nada. Frank me ha dicho que guarde la boca
cerrada y regrese la próxima semana.
Madre (Sirviéndose un whiskey on the rocks.) Pobre Donald.
Margaret estará devastada. Tendré que llamarla mañana.
Padre Claro. Esa es una buena idea. (Pausa.) No me imagino
lo que harán ahora. Y todo porque se han querido ahorrar
costes en seguridad.
Madre ¿Cómo? ¿Seguridad? ¿No se ocupa tu oficina de—
Padre (Sentándose otra vez derecho.) Tienes que entender, cariño,
que la compañía vive en medio de una competencia
voraz, salvaje, a lucha o muerte. Mi responsabilidad
es ahorrar gastos siempre que no pongamos en peligro
la producción y claro— He trabajado como un salvaje
durante tres— cuatro días para emitir el informe. Creo
que he sido fiel a los hechos. Me ha costado mucho lo
de Donald. Créeme, Helen. Me ha desgarrado el alma.
Madre Es mejor no pensar en ello. (Dando un gran sorbo a su whiskey.)
Es solo que— (Da otro sorbo y apura la copa.) solo que
no puedo dejar de pensar en todo el horror que he visto en la televisión
todo el santo día: en toda la gente quemada, ¡quemada viva!,
y llena de ese pegajoso líquido negro— (Acercándose a la ventana
y abriéndola. Entra una brisa helada de la calle que hace
que cruce los brazos y los apriete junto a su cuerpo.)
Y todo ese río lleno de ese líquido viscoso y toda esa gente flotando,
como los peces, justo como los pe—
Padre Lo sé. Lo sé, cariño. (Termina el cigarrillo y lo apaga
en el cenicero que tiene junto a la mesilla de al lado
donde hay un retrato de su mujer y sus dos hijos recién
nacidos. Él está de pie detrás de los tres. Los dos sonríen
plenos de vitalidad y alegría.)
Madre ¿Qué van a hacer ahora todos los pescadores?
¿De qué vivirán?
Padre (Levantándose y yendo a la ventana. Abraza
a su mujer y le dice poniendo su cara muy cerca de la
suya.) Ese petróleo es lo que nos permite vivir con esta
calidad de vida aquí, ¿entiendes? Tenemos que
centrarnos en el aquí y el ahora. Olvidemos la pesadilla.
Lo que ha ocurrido allí no nos concierne ahora. Mírame.
Tú yo somos el mundo entero. (Mirando a sus hijos.)
Nuestros hijos nos necesitan. Seamos fuertes, Helen.
(Silencio.)
Madre Sí, tienes razón. (Silencio.) La tienes. (Pausa.) Sí.
Padre (Volviendo a mirarle de cerca.) Yo no— (Con seguridad.)
Yo no hago las reglas, Helen. Nosotros no hemos hecho
las reglas. Si nos venimos abajo ahora, todo se desmoronará.
Tenemos que concentrarnos en nosotros. Tenemos que ser
fuertes y rezarle a Dios para que nos perdone.
Madre (Mirándole fijamente.) Sí, Mark.
Padre (Cerrando la ventana.) Mejor cerrar la ventana.
El aire de febrero es traicionero. (Se besan.)
(Uno de los niños explota en un llanto intenso.)
Padre ¿Una fuga?
Madre (Tomando al niño en brazos, pone su nariz en su trasero.)
¡Uff! Sí, y una grande. Es raro, porque hoy no ha comido más
que—
Padre Aprovecho y me doy una ducha. Apesto— (Oliéndose las axilas.) a mono.
Madre Muy bien.
(El Padre se va.)
Madre (Mientras se lleva al niño para cambiarlo,
conforme se marcha a paso muy lento no puede
impedir que le caigan las lágrimas.) Mami está
aquí contigo, Leo. Mami está aquí. No llores, Leo.
No hagas que mami se ponga a llorar también.
Mami está contigo, Leo. Mami te quiere mucho.
Ya verás, te quitaremos la caquita y volverás a estar
limpio, Leo. Te pondré perfume y estarás oliendo a
rosas, Pupi. Estas cosas pasan, Pupi. Estas cosas pasan.
Cuando seas mayor, ya verás cómo no te ensuciarás tu
lindo culete que mami te besa cuando te da tu baño
cada noche. ¿Quieres un baño esta noche para que estés divino?
Dios sabrá— Él sabrá perdonarnos, Pupi. Cuando seas
grande como Papi, Pupi será un hombre de provecho
y ayudará a la gente a ser feliz. Pupi será bueno, Pupi
hará que su mami se sienta orgullosa. Dios te ayudará,
Leo. Ya verás cómo todo saldrá bien. Y no llores más
que eso hace a Mamá muy desgraciada.
(Se abraza a su hijo que ahora llora con más intensidad.)
Madre (Viendo a la criada limpiando en el pasillo.) ¡Susana!
Susana (Dando un brinco de miedo. Girándose.) Dígame, señora.
Madre Perdone que le haya chillado. Son las— Cambie al niño, por favor.
Susana (Tomando al niño en brazos.) Ahora mismo, señora.
(La Madre vuelve al centro del salón y se acerca a la
mesilla de los alcoholes. Se sirve ahora un coñac mientras
mira el cuadro de Picasso. Luego regresa a la ventana y
la abre. Un golpe de aire entra en el salón. Tras unos minutos
se escucha el ruido súbito de un portazo al otro lado de
la casa y el grito de Susana. La Madre se sobrecoge.
Cierra la ventana rápido y se sienta, muy despacio, mirando
la cuna donde queda uno de sus hijos que está dormido.
Lo mira intensamente con una pena contenida. Una lágrima le cae en el coñac.)
Telón.
Ω Ω Ω
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