Siquisitun willay


Su potito avisa…la wawa se acerca siempre y solo a quien, de sangre liviana, le demuestra cercanía, a quienes les transmiten seguridad. La fuerte suavidad del quechua, la sonrisa que la boca transmite a los ojos y el cuerpo que es su cómplice, la armonía de la palabra que no permite traducción; si como sostuvo Heidegger, “el lenguaje es la casa del ser”, el runasimi es una de sus expresiones más poéticas, ahí se deposita el alma del hombre, en su lenguaje. Siquisitun willay, dice el más anciano de la comunidad, al ver acercarse una wawa a una persona mayor, y este acercamiento es la garantía de una confianza que no debemos traicionar.

El quechua es poesía y es violencia: “el modo de concebir las cosas, de sentirlas, de expresarlas y de ejecutarlas”, cuenta Jesús Lara.

Transportando en la memoria del khipus aquellas palabras herméticas y enigmáticas, el chasky, que un día fue wawa, transporta su historia y la del tata de ayer, al cual, avisando con su potito, se acercaba, a la dulzura de la mirada, a la sonrisa que desde la boca se iban a los ojos y a todo el cuerpo…Ama rijch’achiwaychu, /Llakimanmi rijch’ariyman, /Llakikuspaqa/Pàjtaj kausaytàraj/Munariyma. (Haz de modo que no despierte/Despertaría a la tristeza, /Tal vez al verme entristecido/Querría todavía/Vivir un poco).

Maurizio Bagatin, 1 de junio 2021
Imagen: Carlos Rimassa, Nocturno de pueblo

Publicar un comentario

0 Comentarios