Claudio Ferrufino-Coqueugniot / Prólogo a De esta noche no te marchas, nueva novela de Rosario Barahona Michel (Editorial 3600, 2021)
¿Es De esta noche no te marchas una novela de amor? Son cincuenta años del golpe militar del coronel Bánzer, secundado por los dos partidos mayoritarios de entonces, supuestamente irreconciliables enemigos. Pero el poder tiene su encanto; seduce cuando quiere y a quien quiere, en donde sea.
¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Ese agosto de 1971 es el entorno en el que se ubican nuestros protagonistas, Montecristo, el principal, que hace alusión, vaga pero concreta, a Jesús Taborga, detenido en aquella ocasión y enviado con muchos otros al campo de concentración del Madidi, de donde fugarían pocos meses después, en noviembre, hacia el exilio.
Rosario Barahona cuenta la historia, que aparece en medio de saltos cronológicos y geografías varias narrando tanto pretérito como presente. Hechos, recuerdos, pensamientos, relaciones humanas de antes y después van bosquejando de manera dinámica el espíritu de un tiempo difícil y cruel. Pero no es el golpe militar, ni siquiera la huida del cautiverio, lo que solidifica el argumento de esta novela singular. Montecristo vive aislado y Micaela, una periodista enviada por su empresa para develar los misterios de un hecho entre poco conocido y olvidado, lo entrevista para dar a conocer al público acontecimientos que marcaron a profundidad el país. Lo que sigue es un intercambio humano, en primera instancia áspero pero que va relajándose a medida que los personajes van enterándose de cuánto los acercan los nexos comunes en lugar de separarlos.
Datos, fechas, cronologías y viajes dan fe del dolor y ahondan en la melancolía de la diáspora. La vida prosigue y lo que otrora fue, no es ya. No hay ideología ni hitos que resistan el tiempo. El alegato de la autora, sin decirlo, es que en la desesperanza de un pasado y la decepción de un presente con el inherente futuro, siempre hay resquicios para el sentimiento. No se malinterprete, que esta situación no salta para resultar en moraleja, es producto del devenir de la vida, de la decantación de la esencia, del deshacerse de ropaje innecesario y de cualquier fanfarria.
Está el castigo, el sufrimiento, la inercia, selva y mosquitos. Quebrar al hombre en el cuerpo para romper su espíritu. Hay desesperación y supervivencia. Rebelión. Ganas de vivir; en ellas, y no de manera consciente en la novela, porque va tejiéndose de manera circunstancial, habita la posibilidad de reconstruirse, de recoger los ladrillos de la destrucción y levantar paredes nuevas. Por sobre la Desgracia crece el Amor, y esa es tal vez fuga mayor que secuestrar un avión militar y despegarlo, desde el trópico inhóspito, rumbo a la libertad.
Denver, agosto de 2021
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