Maurizio Bagatin
Siempre, como rueda de un carro cargado de letanías, siempre, el reloj de arena, implacable y silencioso. Septiembre, musa de flores blancas de ciruelos y de minifaldas de infarto: solamente Thomas Mann, el de La muerte en Venecia, comprenderá su belleza.
En mis antípodas, el recuerdo de la idea tardía, de los años y de la edad… de la primavera del jacarandá alucinado de color, del ceibo estupefaciente frente a las mujeres… y de la soledad.
Tu calendario farsante y falsado tu ritmo: siete tu étimo, irrequieto por el verano encima y del otoño que te madura; un buen vino te espera en la puerta, al dilúculo un cuadro de Magritte y un gallo catalán cantando: siembras y cosechas de nuestra tierra ebria y de la eternidad.
septiembre 2017
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Publicado originalmente en Sugiero leer
Fotografía: Lene Pieters, Pretoria
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