Márcia Batista Ramos
Marcada por el destino
Violeta del Carmen Parra Sandoval, nace el 4 de octubre de 1917 en la región del Ñuble, en San Fabián de Alico (comprobado por su acta de nacimiento), marcada por una sociedad clasista que siempre recuerda que la gran artista, música, pintora, compositora, escultora, bordadora, ceramista y cantora chilena era hija de Clarisa Sandoval Navarrete, “campesina”, y de Nicanor Parra Alarcón, profesor de música.
Nacer en un país clasista, donde el campesino es mirado como inferior y tener que cargar con el estigma de ser hija de una campesina, es remar en contra la corriente solo por ter nacido.
Ser mujer, en el planeta machista, también significa otra lucha a trabar en contra de las desigualdades estructurales a que todas estamos sometidas. Además, experimentó la pobreza y la lucha por la subsistencia.
Violeta Parra fue víctima de viruela en la niñez, quedando con el cuerpo marcado, sumado a que la sociedad chilena del siglo XX, también hacía hincapié en la identidad social y valoraba ciertos rasgos físicos, menospreciando a las personas que no cumplían con estereotipos por color de piel.
Una sociedad que basada en valores superficiales tiende a deconstruir a personas sensibles, como Violeta, quien no logro percibirse como una persona valiosa, talentosa o simplemente no logró formar un juicio objetivo respecto a quién era en verdad.
Los perjuicios externos compartidos por el imaginario colectivo, marcaron de sobremanera el carácter de Violeta Parra, que desarrolló una baja autoestima por ser mujer, pobre, campesina, morena, lo que le hizo sentirse fea y registró:
“No se escapó ni el vacuno /de la terrible lanceta, /que la pequeña Violeta /clavó sin
querer ninguno. /Tres meses pasó en ayuno /con ese terrible grano, /que le arrancó
de las manos /y pies de raíz las uñas. /Su cuerpo es una pezuña, /Sólo un costrón
inhumano”
“La niña que al tren subió /de cinta blanca en el pelo, /abrigo de terciopelo, /sandalitas
de charol, /gentiles como una flor /la acompañaron por bella /por su boquita grosella, /sus ojos tan refulgentes. /Mamá emocionadamente /le da mil gracias a ellas”.
“Mas, el destino traidor, /le arrebató sin piedad /por puro gusto, no más, /su bonitura
y candor. /De lo que fue aquella flor, /no le quedó ni su sombra; /se convirtió en una
escombra, /se le asentó la carita. /Y hasta su madre se agita/ cuando la mira y la
nombra”.
“Aquí principian mis penas, /lo digo con gran tristeza, /me sobrenombran “maleza” /
porque parezco un espanto. /Si me acercaba yo un tanto, /miraban como centellas, /
diciendo que no soy bella /ni pa’ remedio un poquito. /La peste es un gran delito /
para quien lleva su huella”[1]
Su baja autoestima o la evaluación perceptiva negativa de sí misma, fue un factor decisivo para ampliar el sufrimiento a lo largo de su existencia e influenciarla en todas sus decisiones, incluida la de abreviar su propia vida el 5 de febrero de 1967.
La primera mujer latinoamericana en exponer individualmente en el Louvre
Como artista visual participó de ferias al aire libre, en los diferentes países donde vivió, cuyos registros se perdieron en el tiempo. Sin embargo, quedaron registros de haber expuesto sus arpilleras y pinturas en la Sala de Artes Decorativas del Museo del Louvre. Lo que le valió ser la primera artista latinoamericana en exponer individualmente en el Louvre.
En la misma época su vasto trabajo artístico fue merecedor de un documental transmitido por la televisión suiza.
1964: Exposición individual del cuerpo humano Louvre, París, Francia.
1959: Exposición pictórica en Buenos Aires, Argentina.
Las arpilleras en tela bordadas con lana en la década de los sesenta: El circo (1961), Combate Naval I (1961-1962) y El árbol de la vida (1963).
Parida artista
En 1927 la familia de Violeta Parra se traslada a Chillán. Durante este período, Violeta se inicia en la guitarra y el canto junto a sus hermanos Hilda, Eduardo y Roberto. Al tiempo que aprende a bordar y se aproxima del arte de tejer guiada por su madre. Más tarde incursiona en la pintura, en la cerámica, en la escultura, en la escritura. Integrando diversas disciplinas como motores de su creación.
Además de ser investigadora que recorrió campos y ciudades, recomponiendo, conversando con sus cultores y animándolos a actualizar la tradición popular, fue una artista polifacética, con profunda comprensión de la realidad e insondable sensibilidad, que la hizo dejar huella en diferentes espacios.
A los doce años compuso sus primeras canciones. Violeta Parra constituye un referente de la música popular chilena para el mundo al ser considerada una de las principales folcloristas de América del Sur.
Tocaba la guitarra, el guitarrón chileno, el charango, percusión, el cuatro, la quena y el arpa.
Violeta Parra publicó los siguientes álbumes durante su vida[2]:
1956: Cantos de Chile (Presente/Ausente)
1957: El folklore de Chile, vol. I – Violeta Parra, canto y guitarra
1958: El folklore de Chile, vol. II – Violeta Parra acompañándose en guitarra
1959: El folklore de Chile, vol. III – La cueca presentada por Violeta Parra
1959: El folklore de Chile, vol. IV – La tonada presentada por Violeta Parra
1961: El folklore de Chile, vol. VIII – Toda Violeta Parra
1962: Violeta Parra en Argentina
1963: Au Chili avec los Parra de Chillán (con Isabel y Ángel Parra)
1965: Recordando a Chile (una chilena en París)
1965: Carpa de La Reina (varios intérpretes)
1966: Las últimas composiciones
Haciendo justicia a la grandeza que representa el nombre Violeta Parra en la música chilena e internacional, en conmemoración de su natalicio, el 4 de octubre es celebrado el “Día de la música y de los músicos chilenos”.
Violeta Parra fue una gran artista, no obstante, tuvo que lidiar con el perjuicio de hacer arte popular en un país mestizo con ínfulas de europeo; complejo, puro complejo de aquellos que creen en la superioridad del color de piel y supervaloran el arte foráneo desconociendo su verdadera identidad; reflejo de una clase dominante, obtusa, carente de sentido amplio de identidad, fundada en correlatos de dominación y subalternidad.
Violeta Parra si no supo imponerse a las taras de la sociedad de su época, su trabajo se impuso inmortalizándola, tanto en espacios académicos, como en contextos colectivos, a nivel nacional e internacional.
Cultivar el arte en diferentes disciplinas, fue la forma peculiar que Violeta Parra encontró de estar en el mundo para siempre.
Textualidad
Al iniciar su carrera poética y musical, la textualidad de Violeta Parra, hace un llamado de toma de conciencia en torno a la problemática social y cultural de su época. Conquistando un importante espacio en la transformación social, por el rol reflexivo que presenta su obra. Instituyendo el inicio para el desarrollo de corrientes artísticas de protesta en toda América Latina, donde se denuncia y se innova. Tales corrientes artísticas proponen, desde el canto, una nueva sociedad, reconocen en su figura una matriz fundadora.
Violeta Parra logra mostrar al mundo la dicotomía a que siempre estuvo expuesta desde su nacimiento: ser pobre en medios llenos de riqueza; ser migrante campesina en la vida urbana; ser mujer en un mundo machista; y portadora de una cultura oral despreciada por la primacía de la escritura. Por eso, su manifestación artística constituye un intento legitimador de sí misma, en tanto portadora de una cultura olvidada y despreciada desde diversos ángulos.
Al mostrarse, Violeta Parra, promueve los sectores populares como sujetos históricos, haciendo énfasis en otras formas de subalternidad invisibles en el mundo, al llevar a cabo a través de su poesía y música la inclusión y visibilización de dichos sectores. Su textualidad logra instalar en el mundo popular un orden simbólico alternativo al existente, que sugiere nuevos roles y formas de auto percepción. Logrando hacer una crítica cultural en favor de los sectores más postergados de la sociedad, proponiendo un imaginario de inclusión y visibilización para el mundo subalterno de la sociedad de su época. Después de Violeta, nada fue igual, ella logró un cambio de perspectiva sobre cómo se comprende la música popular y el folclore en Chile y en América Latina.
Regalo margaritas para Violeta Parra
(Márcia Batista Ramos, diciembre 2022.)
No sé si puedo cantar
en verso o en prosa
las cosas buenas que distes
a la gente virtuosa:
Una buena visión de sí mismos,
la certeza de que merecen en la vida
menos espinas,
más rosas.
El amor tocó a tu puerta,
también se marchó solito.
Por unos días bonitos
tu alma quedó en pena.
Lloraste en cuerpo y canción
el sufrimiento de tu condena.
Luchar es una palabra gastada
por la mayoría que nació.
Viendo tu patria espoleada
la lucha en ti, creció.
Hablaste de amor y destino
en versos, que estremeció
la conciencia del pobre
y del rico que te leyó.
No cámbiate al mundo
ya que es un lugar sin dueño.
Pero lo dejaste mejor
tras tu paso de ensueño.
De ti hay mucho que hablar,
Las letras de tu canción…
Tu trabajo, incansable,
Por un mendrugo de pan.
También los días en Paris,
en el Louvre de exposición.
Los viajes y giras
Dando a conocer tu opinión.
La “Carpa” como escenario
para culturar tu nación.
Fue el palco de tu última decisión.
Como símbolo de pureza,
de amistad incondicional,
de alegría y sencillez
y sofisticación natural,
planté en tu honor margaritas
porque, Violeta eres flor
que jamás se marchita
en el mundo de dolor.
Hoy en el cielo habitas
Con tu canto redentor.
Cuando mires aquí
quiero que veas
tus margaritas en flor.
[1] PARRA, VIOLETA 1998 Décimas. Autobiografía en verso. Santiago de Chile: Editorial Sudamericana.
[2] Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Violeta_Parra
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