Como esos mejillones que naufragaron a su habitante entre las festividades lejanas de todos los mares. Como todas las travesías que duplican la ruta porque ignoran el timón. Como las advertencias de los oradores ninguneadas por el crepitar intacto en que estallan las flores. Como palabras talladas con urgencia contra una pantalla que nos embauca para sentirnos cerca. Como ese hablar a destiempo cuando las horas de menos te restan el aliento. Como una encrucijada que despliega sus dos alas para que decidas con cual de ellas estrellarte o alcanzar las estrellas.
Como un año que se va y otro que llega. Solo un período de tiempo: a un lado el de las almendras al otro el de las cerezas. Solo un período de tiempo cuando camino a ciegas tropezándome medio corazón entre las piernas. Porque hoy en este limbo de años he descubierto que mi corazón es un órgano bivalvo.
Pablo Cerezal / vislumbres de El Dorado / 1 de enero de 2023
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