Márcia Batista Ramos
Mis anteojos se cayeron al suelo no escuché ruido cuando chocaron con las baldosas, se hicieron añicos y recordé la Historia Verídica de Cortázar, después, con gran ansiedad, me agaché para juntarlos y al hacerlo me desperté. La noche seguía oscura y mi corazón latía más fuerte, sabía que el libro reposaba en el velador a mi lado, pero podía hacer parte del sueño que soñaba, no había certeza de nada en aquel momento… En la oscuridad se siente el caos y el dolor aparece repentinamente, entonces, uno piensa que hace mucho frío en ciertos lugares y que es duro combatir en la nieve, asimismo, es difícil manejar los cuerpos sangrantes en el calor porque desprenden olores muy nauseabundos.
Así, en la oscuridad con su silencio incluido, pienso en La conservación de los recuerdos y me percato que crucé el umbral del nuevo año y no sé si debo hacer un conteo de todo lo que fue o hacer la lista de lo que me gustaría que sea, para en caso, de que sobreviva, un año más, pueda contar las peripecias a mis nietos, que espero sean dignos de mejor suerte. Ya que todos los siglos que pasaron sobre el mundo, además de transformar el paisaje, dejaron la muerte como memoria y la destrucción como evidencia de su paso. Sería muy bueno poder cambiar el mundo, en lugar de seguir medicándonos para aceptarlo.
Cualquiera sabe que la responsabilidad no la tiene el tiempo. La responsabilidad, la tiene el hombre que da cuerda al reloj y ve pasar el tiempo y en una aceptación nihilista de los acontecimientos, no reclama, ni transforma lo que es pasible de transformación, sólo observa y acepta al mundo y sus deplorables circunstancias. En aceptar la realidad tal cual nos la presentan, reside la dicha y desdicha, de los humanos de este tiempo.
A fuera la higuera mueve sus ramas con el viento, hace un fuerte ruido en la oscuridad, que recuerda a los fantasmas que poblaron la casa, los fantasmas de hace mucho tiempo, aquellos que subían y bajaban las gradas y que nunca leyeron las instrucciones para realizar semejante hazaña. No sé cómo hacen los fantasmas para subir corriendo las escaleras, nunca los vi, solamente solía escucharlos, pero Julio Cortázar anotó que: Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas.
La higuera es grande da frutos abundantes, que dicen que son flores y sus raíces son fuertes, las sostienen por una centuria, frondosa y exuberantes sobre la tierra. Los fantasmas de la noche trajeron certezas muy incomodas, como la incomodidad de las cárceles y de las mazmorras, nadie pensaba en eso en la oscuridad silenciosa de la noche. Uno pensaba en la llave que perdió antes de la cena y que la tiene que encontrar para salir de la casa al despertar.
Tendido boca arriba con los ojos abiertos, percibo que la noche oscura empieza a moverse lentamente, cediendo paso al día que se avecina. Es un día de un nuevo año que arrastra todas las taras y dolores del año pasado. Me pregunto quién invento esta vaina de nuevo ciclo en la misma jaula donde unos mueren de hambre y otros mueren de hambre y frio, mientras el progreso avanza secando ríos y quemando bosques, haciendo carreteras para que pasen los tanques de guerra. Muevo los ojos y constato que Julio Cortázar no reposa sobre el velador, muevo la mano y siento que el libro duerme a mi lado mientras permanezco insomne.
Empieza a clarear el nuevo día y ahora, ya no hay gallo que anuncie el amanecer y por eso, en lugar de motores de automóviles que comienzan a circular en la calle, yo quisiera por lo menos, escuchar el canto de los Cronopios.
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