Microcosmos en tiempo de crisis


“Maestrito por un boliviano llévame hasta la Perú”. Sube en la d’Orbigny y Beijing la caserita que ofrece espinaca afuera del mercado Ingavi. ¿Cuánto puede ganar en un día vendiendo espinaca recién cosechada de su jardín? Cruel realidad del eterno fracaso. Hoy sin rebelión.

Años después estábamos recordando cuanto ocurrió en aquellos dias. Colgamos una hamaca frente a la extensa pradera, compartimos el vino que había sobrado la noche anterior, tinto como la sangre de un cuadro de Caravaggio. Hicimos al amor. Nos dormimos y al despertar nos mirábamos como los eternos niños que siempre hemos querido y soñado ser. Ingenuos, alegres e inocentes. No, no era un sueño, seguíamos viviendo.

Pregunto, falta gasolina y estamos en crisis y veo aún más autos en circulación: “¿Qué es lo que nos pasa?” Mientras la brecha se amplía, lo que percibo con la mirada es más miseria, la pobreza conserva siempre una cierta dignidad, un reconocimiento al esfuerzo y un toque de poesía. La miseria no, la miseria es siempre fruto de una alteración, de muchos errores individuales, pero en su mayoría, colectivos. El poeta no vio que las necesidades hayan vislumbrado alguna genialidad. Todo lo contrario, siempre más animales de malas y pésimas costumbres surcan el árido paisaje terráqueo. Descomposición y degradación acompañan los simulacros de un tenebroso kitsch. “¡Pesimista!, dirán, no, ¡optimista bien informado!, respondo”.

Proyecciones de abril

La ultima luna llena se hizo sin lluvia y fue así que cambió todo el ciclo climático. Equinoccio y solsticio que se atraen y rechazan. Una “regularidad” en las lluvias no se veía desde hace muchos años; cuando la cordillera recibe así semejantes precipitaciones, la Amazonia recibe muy pronto enormes cantidades de agua. Por eso la ingeniería hidráulica de Moxos era tan avanzada, por qué conocía el territorio y previendo posibles desastres, respetaba los ciclos naturales.

El sol se posiciona como desea el otoño inminente, abril es infausto con algunos poetas. Raro es el aire, más aún el estado de ánimo de la humanidad. La belleza hay que buscarla adentro. Afuera, la muestra de un minimalismo sin arte. Revoluciones y reformas encuentran el mismo comistrajo crepuscular frente a sus ilusiones. Prefiero la hoja caduca del árbol que ya ha cambiado de color, llega el momento que ya “no se quiere perder el tiempo en cosas que no se desea hacer”. Al escritor verdadero queda el lápiz y el tiempo, la fuerza y la inspiración, historias por narrar, memorias para destilar.

Futuro, porvenir y otros momentos como hoy

Recuerdo algunas leyendas orales que oí narrar por los más ancianos de mi pueblo. Las que inicia un día como el de hoy, el 29 de marzo y termina el 31 del mismo mes, antes de entrar al abril cruel. Son “los tres días de la vieja”, el invierno que retorna de repente para recordarles, a todos los que desafía a la naturaleza y a su ciclo natural, porque hay que obedecerle. Otros días así aparecerán en abril, como el 25 de abril del cual recuerdo lluvia y sol estremecedor juntos y alternos el mismo día.

La vieja escuela de Bella Flor de Pucara

Paisaje suntuoso, sol de abril que abraza al otoño. Javier recuerda a su profesor Zacarías mientras nos indica las ruinas de la vieja escuela de Bella Flor de Pucara. Ahí él también estudió, chicotes y la poca merienda hecha de mote y maíz tostado. Aprender a leer y a escribir era el sueño de todos los niños de entonces; llegar hasta Cliza se tardaría más de un día, ahí ninguna gloria les hubiera esperado, cargadores de mercado o albañiles, pongos en las ultimas haciendas del granero del Valle Alto. Adobe que el tiempo degrada, memoria que florece cuando te sientas bajo al algarrobo centenario que está al frente, ondulaciones acompañadas por el acullicar la coca adentro de una boca.

Maurizio Bagatin, 29 de marzo 2025
Foto: Las ruinas de la escuela de Bella Flor de Pucara

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