Los huérfanos

ROBERTO BURGOS CANTOR -.

Sin pensar en sus pensamientos políticos, ni en sus logros y frustraciones de gobierno, Colombia tuvo hasta hace algunos años, una especie de guías éticos que ejercían autoridad moral y consejo. Eran los años en que los periódicos adscritos a una causa partidista, abandonaban los sectarismos de parroquia, el retoricismo de rebusque idiomático, y se acercaban a su función educativa y al desarrollo del derecho a la información con ponderación y gracia. Surgían reporteros de la ejemplar calidad de García Márquez, Osorio Lisarazo, Germán Pinzón, Ximénez, Castro Caycedo, Olier.

Ese esfuerzo ha quedado interferido con la intervención empresarial y su incansable ansia de lucro.

Se recuerdan, para ejemplo, las admoniciones editoriales de Alberto LLeras Camargo. Incluso por circunstancias que se movían en el espacio del buen gusto. Así, cuando López Michelsen como preámbulo a su gobierno, dijo en público, vamos a chambonear. Es posible que la expresión de este Presidente tuviera el sentido de mostrar cómo un grupo joven esta condenado a ensayar en lo referente al arte nunca conocido de gobernar y más si se propone romper con una tradición de otras ideologías. No se hizo esperar la escritura del Monarca advirtiendo que los Presidentes no eran elegidos para chambonear sino para esmerarse por acertar. Razonable postura reclamada por sociedades desesperanzadas y torcidas por el peso de las necesidades y la desigualdad.

No fue la única ocasión en que Don Alberto salió de su retiro de bicicleta y Concejo veredal para tirar lo que los muchachos llaman línea. Así con la disputa entre Pastrana y Sourdís. Y su oposición a las tentaciones releccionistas.

Las ironías de la vida y su insistencia en el caldo en taza grande nos alborozaron, más tarde, con el revolcón de Gaviria. Para los Caribes un revolcón suscita cierta sensualidad. Y la verdad es que un muchacho de provincia, educado en la universidad de las elites, surgido de un drama sangriento, debía sacudir una apolillada estructura formalista y de mentira. El resultado no es el momento de discutirlo.

Pero de repente el país se quedó sin los ancianos ilustrados de la tribu. Belisario sumido en las tribulaciones del palacio de justicia prefiere los viacrucis teológicos de la academia de ciencias vaticanas. López Michelsen a fuerza de intervenir con periodicidad, agotó la magia y el poder de misterio que tienen los vampiros: cuando el amor al otro lado del mar los llama.

Por supuesto, las sociedades con complejo de huérfanas, soportan impávidas la alharaca criminal que ensordece a la nuestra. No creo fatal que la consecución de democracia implique estas estaciones de vulgaridad y calabozo que enloquecen a la gente. Propongo que les busquemos madres y ojala tengan el pecho severo de buena leche donde bebes o te asfixias.

Fellini dixit.

Fotografía: Gabriel García Márquez y Alberto Lleras Camargo en Ciudad de México, 1970.

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