Lo irreal y lo eterno (En memoria de Andrés Rivera)

PABLO CINGOLANI -.
 
 
“Un hombre, cuando escribe para que lo lean otros hombres, miente” –así vale la pena escribir: así vale la pena empezar un libro, que prosigue así: “Yo, que escribo para mí, no me oculto la verdad. Digo: no temo descubrir, ante mí, lo que oculto a los demás”.  Uno, los otros, la verdad, la mentira: del mundo, una síntesis perpetua pero hoy, acaso, olvidada.
El autor prosigue, dando hachazos: “No afronto tampoco, y no voy a olvidarlo, el miedo que devasta, frente a la hoja en blanco, al que escribe para los otros”. Aclara luego: “Ni que me asalta el anhelo (dicen que es irreprimible) de sustituir a Dios…”. Luego, el escritor, la revienta contra la pared, y anota:
“¿Escribo lo que temo olvidar? Sí.
¿Temo descubrir, ante mí, lo que oculto a los demás? Sí.
¿Escribo lo que deseo olvidar? Sí”. Tres frases que son luz de faro.
Así escribía Andrés Rivera –Marcos Ribak (1928-22.12.2016). Las citas corresponden a la primera página de una de sus obras: El amigo de Baudelaire. Apareció publicada en 1991, cuando el mundo ya transitaba esa sensación de no retorno que nos ensombrece. Andrés Rivera supo ver esas sombras, emboscadas, sedientas de sangre y codicia, agazapadas en la historia.
Un año después recibiría el Premio Nacional de Literatura por otra novela, escrita pocos años atrás. La tituló con un deseo, una acechanza, una maldición o una metáfora, quién sabe, que Juan José Castelli, “el orador de la revolución”, había inmortalizado. Dijo Castelli, el mismo que había proclamado en 1811, en medio del fragor de la guerra, la libertad de los indios americanos en Tiwanaku, dijo Castelli: La revolución es un sueño eterno.
En un mundo “viralizado” por la estupidez, agradezco sinceramente a Rivera que las haya escrito.
La segunda novela tiene dos epígrafes. Uno es la máxima leninista: todo es ilusión menos…. La otra es una cita de Perón, tomada de su libro Del poder al exilio. Dice, abruma, sentencia: "Como todos aquellos que en cierto momento de su vida cambian de camino, me di vuelta a mirar lo que dejaba a mis espaldas. En aquella atmósfera borrosa de lluvia y de niebla todo parecía irreal". Lo presente, lo irreal, lo eterno, lo olvidado: lo que no deberíamos olvidar. A pesar de todo, habrá que seguir buscando: la verdad y la esperanza no sólo están dentro de nosotros. También están en los libros y en los caminos. También están en algún lugar.

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