Texto incompleto para un mensaje sin destino


Pablo Cingolani

Vi las mejores mentes de mi generación
destruidas por la locura,
hambrientas histéricas desnudas,
arrastrándose por las calles de los negros al amanecer
en busca de un colérico pinchazo,
Allen Ginsberg: Aullido


Veo a las mejores mentes de mi generación destruidas por el ego, acosadas por la vanidad, paranoicas, desoladas por no poderse mirar a otro espejo

Ellos no saben que cultivar el ego es peor que la droga, la pala, la matraca. Es peor que andar desnudo por la calle cuando todos andan vestidos, vistiendo su hipocresía, y ellos su soberbia

Ellos no saben, no entienden o no quieren entender que la soberbia no sólo los desnuda en el medio de la calle de los vestidos, los hipócritas, sino que los hace sucumbir, y los hace arrastrar peor que los hipsters detrás de la heroína de los afros que se amanecían esperando a que ellos caigan con sus alas de ángeles desechas

Ellos no sabían

No sabían que San Juan andaba por ahí, anduvo por ahí, deambulando y diciendo incoherencias –diciendo que el mundo encontraría un final

y el final fueron ellos mismos drogándose hasta el final –oh, San Jim Morrison, oh mi santa, mi santa Janis Joplin, oh santo Yimi

 ¿Qué saben ellos de padecimientos que sólo se visten con sus egos y salen a dar vueltas en sus carros de metal y de vidrio y no saben que dentro de ellos se calcinan como en el mismo infierno de las divinas comedias que recurren siempre a habitarnos como especie?

¿Acaso no entendieron el mensaje?

¿Acaso al ocaso no comprendieron el mensaje de San Juan?

Todo tiene un final, mi hermano, y ahora los finales son tan vertiginosos que ni siquiera puedes olerlos –la vida se va y viene, la vida se va y viene, la vida se va y a veces, mi amor, a veces, no vuelve

Y ahora, para colmo de males, para colmo de males en estos tiempos sin fasto, ni siquiera el final es un pinchazo fatal, es la sobredosis de vida que te procuraste pensando que eso era la vida y era una mierda, no: ni siquiera eso

Te vas al carajo sólo por tu ego, por esa capa invisible que recubre tu ser creyendo que te habita y que te ampara y que un día, un bendito día o una maldita noche, te das de cuenta que no te protegía de nada y que estabas en bolas, desnudo y triste en la calle, tirado en la puta vereda, donde todos andaban vestidos, todos así porque sí, porque Eva mordió el aguacate y Dios, el señor Dios, tata Dios, my sweet Lord, lo dispuso así

y vos que te creíste la película de un señor Nietzsche, de la abolición de lo sagrado, y le metiste duro al ego, al mundo según vos, vos el súper vos, según lo que el ego te dictaba, te tramaba, y te la creíste y te metiste en honduras y en aludes y en desasosiegos y en mentiras que vos, ni siquiera vos mismo, ya te las creés

Uy, mi amor, te fuiste a caer en la peor de las fisuras, dime: ¿cómo se puede componer esa resaca?

¿Te crees, de verdad te crees, que puedas abolir al dios cercenador? ¿De verdad te crees que puedes suplantarlo, superarlo, suprimirlo y convertirte en el nuevo Mesías?

Paréntesis. Voy pa atrás, voy más atrás de los beats. Artl lo intentó y el tipo se murió de pena a los 42. No aguantó. No lo resistió. No aguantó haber profetizado un mundo nuevo y que ese mundo nuevo no lo acompañase, lo escupiese y le arrojase en el rostro la toalla del desprecio –el señor Borges, para empezar

Y eso que Artl no tenía un milímetro de ese tipo de ego que ahora abunda. Estaba terriblemente desamparado, y así lo vio el tío Volodia, el comunista Volodia, en una plaza de Santiago de Chile, y así lo contó y se murió meses después, triste, solitario y final, como se murió el Gordo, o como se murió Cooke, pero sin ego, el ego no los acompañaba, lo que no los acompañó fue la realidad (cierro el paréntesis pensando en Mishima y las máscaras y su suicidio ritual)

Entonces, uno se pregunta, ¿por qué?¿Por qué quieren onanizar al mundo?¿Por qué quieren que sus pajas sean las pajas del mundo? Es el ego el que los está matando. Ya te dije: es peor que la droga. No se mueran, che. No se maten –si se matan, hagan como Hemingway

Huyan. Huyan de ustedes mismos. Huyan de sus egos y sean felices. Mitificaré: sean felices como lo fueron, y es un decir, no es excluyente, Haroldo Conti, Paco Urondo y Rodolfo Walsh hasta el último día de sus benditas vidas.

Pablo Cingolani
Río Abajo, 25 de septiembre de 2018

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