CLAUDIO RODRÍGUEZ MORALES -.
“¡Será basura, pero basura de excelente calidad!”. Respuesta certera espetada por Mickey Spillane (Brooklyn, Nueva York, 1918- Charleston, Carolina del Sur, 2006), como un disparo, adecuada para un escritor compulsivo defendiéndose de los críticos. Frase semejante a los cientos de diálogos dichos por los personajes que pueblan sus más de cincuenta novelas, en especial, su creación más conocida, el detective Mike Hammer (llevado al cine y a la televisión; esta última tiene su versión más recordada con el actor Stacey Keach en los ochenta, aunque Darren McGavin y el propio Spillane lo interpretaron en más de una ocasión a comienzos de los sesenta).
Sus detractores han puesto el dedo acusador sobre sus historias por su contenido sexual, no exento de sadismo, machismo y, como si fuera poco, apelando a una suerte de apología de la fuerza bruta de corte fascistoide: apuntar primero y preguntar después; la justicia por cuenta propia al margen de la ley. A la hora de atacar el comunismo, hacer flamear la bandera imperialista de Estados Unidos y fomentar el discurso patriotero en plena Guerra Fría, Hammer no dudará en hacerlo. También en saltarse las normas y acostarse con las mujeres que se le crucen en el camino, aunque siempre volverá a los brazos de Velda, su secretaria. El resultado: 200 millones de ejemplares de sus novelas vendidos en todo el mundo. Spillane-Hammer se consume en grandes cantidades, como la mantequilla de maní y las hamburguesas.
Proveniente del pulp –publicaciones con historias policiales breves, de lectura rápida, ilustradas con escenas violentas y destacando la voluptuosidad del cuerpo femenino; siendo la más famosa y recordada el magazine Manhunt- y la escritura de guiones de cómic (de hecho, es el padre intelectual del Capitán Marvel y el Capitán América), el nombre de Mickey Spillane se hizo conocido con la publicación en 1947 de su novela “Yo, el jurado” (“I, the jury”), donde Mike Hammer, al momento de iniciar la investigación de la muerte de su mejor amigo, jura liquidar al asesino de la misma manera en que éste ha procedido: “Una 45 pegada a las tripas, justo por debajo del ombligo”. Las páginas se suceden de manera incesante hasta que Hammer descubre que la asesina es la mujer fatal de la historia (hermosa y malvada, por cierto) Charlotte Manning. Para que el detective no levante el arma de fuego sino la otra que carga consigo, debajo del pantalón, Charlotte le regala un delicioso striptease. Cuando termina su presentación, Hammer no recula y le dispara con una 45 pegada a su vientre desnudo. Las tres líneas finales del libro son contundentes: “¿Cómo pudiste hacerlo?, jadeó ella.” “Sólo tenía un instante antes de encontrarme hablando con un cadáver, pero lo logré. Fue fácil, dije.” Sus seguidores han sentenciado que se trata del mejor final de una novela negra.
Spillane se defiende de los ataques a la excesiva violencia de sus historias –sobre todo de las cruzadas políticas anticómics y pulp- diciendo que sus lectores son excombatientes con el estómago apto para no espantarse por “nimiedades”. Cierto, si se piensa que en la guerra ellos han protagonizado escenas tan o más crudas que las plasmadas en el papel (en su mayoría papel barato). “No tengo lectores, tengo clientes”, es su máxima.
Curiosamente, el origen de Mike Hammer se encuentra en el personaje de cómic Mike Danger, un detective que resolvía entuertos en el espacio, y Spillane lo traslada a los suburbios del planeta tierra con tal de ganar dinero.
Sangre y religión
De nombre oficial Frank Morrison Spillane, sus padres lo apodan Mickey. Junto con su afición por escribir relatos, practica fútbol y natación. Estudia para profesor en la State Teachers College de Kansas. En Nueva York ejerce varios empleos, entre ellos guionista de cómic. Se alista en la fuerza aérea y es ascendido a instructor de pilotos de caza. No alcanza a entrar en acción, por lo que vuelca este ímpetu en la máquina de escribir.
Como todo detective con buen olfato, Spillane produce hasta 1952 media docena de novelas protagonizadas por Mike Hammer. Lo prolífico no va de la mano con lo prolijo. Despacharse una novela en un par de semanas y casi sin revisión es su esquema de trabajo. Cierra este ciclo con “Kiss Me, Deadly”.
Muchos especulan respecto a su silencio de una década que no es tal: en los cincuenta escribe piezas cortas, relatos de no ficción. Graba un álbum con las historias de Mike Hammer, más los guiones del cómic del personaje. Aparte de eso, dedica tiempo a las carreras de autos, los vuelos en aeroplano, la esgrima, la búsqueda de tesoros en el mar, papeles secundarios en Hollywood y el divorcio con su primera esposa con la que tiene cuatro hijos.
En los años sesenta se inicia una nueva etapa en su carrera con la aparición de las novelas “The Deep” (1961) y “The Girl Hunters” (1962), y con ello, el retorno de Mike Hammer. Además, protagoniza las películas basadas en estas historias y colabora en el guión. Recibe mejores críticas por la actuación que por su trabajo literario. Se casa con la modelo (portada de varios de sus libros) Sherri Shelma Manilou, de la cual se separa al poco tiempo. No todo es sexo y violencia: adopta de manera privada el credo de los Testigos de Jehová.
Prueba suerte por tercera vez en el matrimonio con la profesora de gimnasia y vecina Jane Johnson y, de manera casi paralela, escribe la novela juvenil “The Day The Sea Rolled Back”, que acabó recibiendo el Junior Literary Guild Award, uno de los escasos premios literarios de su vida.
2 Comentarios
" No tengo lectores, tengo clientes". Aunque no me gusta su máxima, la encuentro honesta. Al menos no se desliza por las ramas.
ResponderEliminarBuena y entretenida su clase, estimado Claudio.
Y más encima era un buen actor.
ResponderEliminarBuen texto, estimado amigo.