A Carolina
Un amor como una montaña inmensa, verde como la mañana, verde como el valle escondido en esa misma montaña, verde cactus, agreste y conmovedor
Un amor que trepa, asciende, se eleva, salta sobre abismos y grietas como las vizcachas, la luna sobre los cerros, el brillo de tu mirada, las nubes que vagan
Un amor tan fuerte como el viento, invisible y real, cargado de ardor
Un amor que destella como el sol de invierno y el vino añejo
Un amor que huella la vida, la signa y la marca, que escribe en la arena, que danza
Un amor que no se oxida y destierra el dolor
Un amor que se celebra a diario, que se enaltece, se embellece, se cuida
Un amor de fiestas inesperadas, eternidades momentáneas, nuevos cielos
Amor que fragua, combate
Un amor esencial, un amor en el espacio, no en el tiempo
Labrado a piedra, un amor padecido, un amor agradecido
Ese amor, decidimos
La fe en ese amor, la esperanza en ese amor, la pasión desbordada por ese amor que siempre encontró un cauce, un muelle, por la misma luz de faro que irradia
Un amor con simiente y destino, un amor de alboradas y crespúsculos que se abrazan
Un amor que acampó en nuestros corazones, que atizó el fuego inmemorial, que canta a los arraigos, a las moradas, a los amigos. Un amor que ampara, que sana, que salva
Ese amor elegimos. Por ese amor respiramos. Ese amor nos despierta. Con ese amor, andamos. Por ese amor, luchamos. Con ese amor, por ese fervor, no nos rendimos.
Pablo Cingolani
Antaqawa, 28 de noviembre de 2025


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