Heces sobre mármol blanco

LILYMETH MENA -.

Cuantas veces he escuchado a alguien decir “Si Dios quiere…” como si fuera voluntad o capricho de Dios todo lo que sucede en el mundo, todo lo que hacemos o dejamos de hacer, y hasta de lo que sucede sin ninguna razón. Desde un niño que cae con viruelas en cama, hasta que España gane el mundial teniendo una selección de segunda. ¿Por qué la gente deja “en manos de Dios” sus expectativas, sus anhelos, su destino? ¿En qué momento dejamos de hacernos responsables de nuestras acciones, de nuestras buenas o malas decisiones? Cuando realmente todo eso depende del esfuerzo o desgano que cada uno ponga en ello, de nuestra pasión o de nuestro poco interés.

Si algo detesto más que el abuso de poder detrás de un vestido blanco bordado en oro; es la mediocridad vestida de palabra bondadosa. De palabra deferente, de la patética autoindulgencia.

Para el próximo año voy a comprar mi casa, voy a pasar el examen y sacaré mi titulo, beberé menos, amaré más a mi esposo, pasaré más tiempo con mis hijos…si Dios quiere.

O sea que a las cosas no hay que ponerles empeño, sólo hay que desearlas, pedirlas en voz alta y esperar a que el buen señor nos haga el milagro. Por que no tiene nada mejor que hacer que cumplirnos nuestros antojos, que hacer nuestras tareas.

Pobre señor, la verdad es que yo ya me habría hartado hace muchos años de la humanidad y habría enviado a la tierra alguna especie de peste mortal o un virus come carne; pero para fortuna de sus fieles, él es toda paciencia. Aunque en los tiempos de Sodoma y Gomorra no lo haya sido tanto. Ni cuando mandó aquel diluvio, o cuando permitió que Noé y su incestuosa familia repoblaran el mundo.

Ha tenido sus detallitos eh.

Hay otras cosas que no comprendo de la “fe”.

Hace algunos años fuimos de visita a Iguala. Nos tocó ir en días de semana santa. Vimos a los pobres hombres y mujeres que se flagelan públicamente. Estábamos recorriendo la ciudad cuando vimos a esta oleada de gente dando vueltas en torno a la catedral. Siguiendo y apoyando (más bien morbosamente acosando con la mirada), a los que se castigaban. Para cuando los encontramos eran las seis de la tarde, habían comenzado con su castigo desde muy temprano; así que la piel ya colgaba en jirones y la sangre escurría hasta los pies. Supongo que por el peculiar calor del pueblo y de las heridas, ya no sentían nada, lo doloroso llegaría cuando fueran curados.

Si el cuerpo es el templo del señor, porque Dios se encuentra en el alma de sus creyentes, ¿cómo pueden maltratar así el templo de su señor? ¿Por qué piensan que causándose heridas hasta el hueso, van a ganarse el perdón de sus pecados? ¿Dios no se conforma con el infortunio de sus hijos? ¿Le gusta ver sangre cayendo hasta cubrir el suelo?

Es algo que para mí no tiene sentido ni coherencia. Igual que la existencia de templos e iglesias. Si Dios está en todas partes ¿Por qué hay que ir a un edificio construido de piedra para sentirse cerca de él? ¿Por qué hay que dar dinero a la iglesia cuando el pueblo sufre hambre? ¿Por qué no es la iglesia que es tan rica y basta, la que ayuda al pueblo necesitado? ¿Por qué se trata al papa con tanta veneración, cuando no es más que un hombre? Un hombre no elegido por Dios, sino por una votación interna de hombres con intereses.

La iglesia es una institución que no me merece ningún crédito, igual que cualquier otra.

Tampoco entiendo que siendo sus lugares de adoración, la gente cague u orine en los atrios de la basílica de Guadalupe, o sobre el mármol de la plaza de San Pedro en el Vaticano. Nadie podrá negarme que estas plazas apestan a orines y heces humanas.

Que soy anárquica, puede, que soy atea, desde luego, que estoy loca, ni lo dudes.

Pero hay que estar más loco para dejar que mi vida la decida un ente, para botar el dinero que no tengo en una alcancía de oro, para causarme heridas en un cuerpo que tengo de a prestado.

La verdad es que si eso es tener fe, doy gracias de no tener ni tantita.

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10 Comentarios

  1. Cuánta razón Lilymeth. Hace sólo cinco años me habría sentido hasta tocada, pero hoy ya no creo en nada más que en unas pocas personas.

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  2. Verás Lilymeth, creo que tener fe no es malo en sí mismo. Lo malo es cuando esta fe se institucionaliza.
    Yo la tengo. No en ese Dios terrible, sanguinario y vengativo del antiguo testamento y de los judios, ni en el Dios que todo lo perdona del nuevo testamento y de los cristianos, que con la excusa de la confesión y el arrepentimiento, hacen lo que les viene en gana. Creo en que el hombre es dueño de su destino y que debe ser responsable de sus actos sin escudarse en una pretendida divinidad.
    Los Dioses son creados por el hombre para justificar sus cagadas. Y como todo lo que el hombre crea, pasan de moda. ¿Dónde está hoy Zeus? ¿Dónde Amón u Osiris? ¿Dónde está Mitra? ¿Y Baal? Pronto les tocará el turno a Yavhe, a Cristo y a Mahoma.
    Yo tengo fe, te dije. Tengo fe en la humanidad y en el raciocinio. Tengo fe en que el hombre algún día deje de ser ese ser miedoso, cobarde y pueril que busca esconderse de sus miedos-y justificarlos- en las barbas de un señor que decide quién gana y quién pierde. ¡Qué absurdo!
    Tengo fe, sobre todo, en que algún día se acaben las guerras creadas y amparadas bajo el nombre de algún Dios.
    Algún Día...si Dios quiere.

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  3. A Zeus y todos los demás los jubilaron. El hombre fue cambiando y sus dioses tenían que tomar una personalidad mas natural, que identificara a los seres mortales con ellos. O con él en todo caso. Por eso el hombre está hecho a imagen y semejanza con dios, para no sentir que se adora a un ser sobrenatural; sino a uno que puede ser igual de bueno y compasivo que nosotros. Igual de duro y furioso.
    Me agrada mucho encontrarme con personas que no se dejan cegar por un ídolo. Que ven el mundo y al hombre en su completa desnudes, y aun así le amen profundamente. Con su dios o sin él. Creo que ese es el principio de una verdadera fe.

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  4. Pucha! Cada vez que me siento horrorosamente mal, triste o conmocionada me maldigo por mi ateísmo. Me recrimino no tener a quién culpar por los malos momentos y descreer de todo lo que me inculcaron en 7 años de educación católica. Si la desesperación es desbordante apelo al dios de los ateos, uno que me inventé para la ocasión y que le doy de baja al pasarse el estado que lo invocó.
    Cuando estoy feliz como todo ser humano no le agradezco a nadie y disfruto del breve instante.
    Buenísimo Lilymeth!

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  5. Mientras se siga usando la palabra "ateo" será difícil sacarse este lastre cultural de encima.

    Lamentablemente debemos coexistir a diario con todas las manifestaciones de esta creencia, lo que torna exasperante la convivencia y nos daña y arrincona a los que tuvimos la fortaleza y valentía y claridad de asumirnos como hombres y mujeres autovalentes y desesperanzados. La vida vale por el ahora, por el nosotros, por todo lo bueno que aun queda.

    Desde esta ventanita declaro una vez más la muerte absoluta de la idea de dios, por innecesaria, dañina, marketera y empequeñecedora de la voluntad y autovaloración de los hombres y mujeres de este mundo.

    Los hombres y mujeres debemos valernos por nosotros mismos, ayudarnos porque sí, no esperando una egoísta recompensa. Estoy seguro que con una sola palabra de afecto, un tiempo generoso para el oído comprensor o una caricia fraterna, habremos hecho mucho más que todo lo logrado por los secuaces bíblicos.

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  6. Mi declaración ateista es una forma de declarar la guerra a una mentira muy difundida y que hace mucho mal. Lo entiendo y lo defiendo así. Cuando me digo atea es porque me paro en la vereda de enfrente a todas las manifestaciones religiosas y las enfrendo con respeto pero con férrea convicción... y cada tanto les saco la lengua sabiendo que no se cruzarán a pegarme porque tienen miedo de cruzar calles transitadas.

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  7. A veces tengo la impresión que sigo siendo aquel niño de 8 o 10 años que se preguntaba quién era Dios y por que era tan importante y por ello me sentía como de otra clase pues yo no lo conocía nunca lo había visto, luego me explicaron que era invisible y que se puede ver a través de las cosas buenas que nos pasan. Luego quedaba confundido porque si pasaba algo malo, te decían que fue castigo de Dios. En que quedamos es bueno o malo, visible o invisible,Pues termine cogiendo una margarita y la desoje pensando en una bonita chiquilla ( me quieres, si, no, mucho, poco o nada )y descubrí que no serviría de nada si no compartía la palabra, las ideas el tiempo con ella y comprobé que eso era bueno. Esteban Rodriguez G.

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  8. Yo me digo atea por que la definicion de la palabra me cuadra, aunque entiendo que eso de las etiquetas, antes bien etiquetarte solo, es cosa terrible. Que extraño pero vivificador me resulta el estado espiritual en que me encuentro, si es que tengo que catalogarlo de ese modo. Yo no culpo a nadie cuando me sucede algo malo, ni le lloro a nadie para pedirle ayuda cuando no veo salida. Cuando estoy feliz, doy gracias a la naturaleza por las cosas tan lindas que me deja ver. Pero hasta ahí.
    Igual y se debe a que soy una malagradecida de primera, ingrata, o desdeñosa.
    Pero me encuentro muy en paz.
    Sin buscar luces poderosas en el cielo.

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  9. Las únicas luces que busco y miro en el cielo son las de la luna (¡que además no es de ella, sino robada al sol!) y la de alguna estrella que la contaminación lumínica aún me deja ver. Las miro y me estremezco al pensar que, tal vez, estoy viendo algo que lleva muerto mucho tiempo, sólo que por aquí aún no nos hemos enterado.
    Pues las religiones para mi son igual, cuando veo esos ritos tan magnificientes, con tanto boato, no puedo evitar pensar si no estaré siendo testigo del destello de algo muerto, aunque sus seguidores aún no lo sepan.

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  10. Anónimo11/1/11

    Maravillada por todo lo que expone Lylimeth y por lo que sigue de cada uno de vosotros. Creo que todos compartimos los mismos sentimientos ante la fe.

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