JORGE MUZAM -.
San Antonio es muy diferente a otras ciudades de Chile como Chillán, San Carlos, Concepción o Santiago. Acá hay pocos ricos y los que hay no son muy ricos. Los potentados verdaderos viven en Santiago y solo van y vienen de vacaciones hasta la cercana localidad de Santo Domingo por una carretera que evita San Antonio.
La mayoría de las personas de este puerto son simples, esforzadas o flojas, pero carecen de la arrogancia escaladora de otras latitudes. Muchas te saludan con una sonrisa y te recuerdan largo tiempo para luego volver a saludarte. En las poblaciónes 30 de Marzo, Bellavista, Tejas Verdes o las Viudas, las personas se reúnen en enormes ferias a comprar y a vender simultáneamente.
Los delincuentes son conocidos y se les trata con respeto o repudio de acuerdo a la magnitud de su última fechoría. No hay más lugares de entretención que recorrer la calle Centenario con sus pocas tiendas o caminar pausamente por el borde costero del Paseo Bellamar. Allí se practica una especie de saudade con la llegada y partida de enormes barcos, o con los lanchones que cada día vuelven con menos y más diminutos peces. Los policías uniformados y de civil patrullan relajadamente por las avenidas y se detienen amablemente a responder cualquier consulta.
Hay abundantes putas solitarias, no profesionales, que tientan la suerte a escondidas de sus maridos. Hay colectiveros, la mayoría, que arrastran consigo todas las enfermedades mentales. Temerario resulta abordar un colectivo en este puerto. Como pasajero he sido víctima de seis choques en los últimos meses, junto a peleas, garabatos y sacadas de madre de todos contra todos. Estoy convencido que todos los flojos de Chile solapan su holgazanería convirtiéndose en colectiveros y taxistas. Hay mucha violencia intrafamiliar, pero no es exclusivo de San Antonio. Basta transitar por cualquier calle del país para sentir dentro de los hogares gritos, ofensas, puñetazos y quebraderas de objetos.
Los delincuentes son conocidos y se les trata con respeto o repudio de acuerdo a la magnitud de su última fechoría. No hay más lugares de entretención que recorrer la calle Centenario con sus pocas tiendas o caminar pausamente por el borde costero del Paseo Bellamar. Allí se practica una especie de saudade con la llegada y partida de enormes barcos, o con los lanchones que cada día vuelven con menos y más diminutos peces. Los policías uniformados y de civil patrullan relajadamente por las avenidas y se detienen amablemente a responder cualquier consulta.
Hay abundantes putas solitarias, no profesionales, que tientan la suerte a escondidas de sus maridos. Hay colectiveros, la mayoría, que arrastran consigo todas las enfermedades mentales. Temerario resulta abordar un colectivo en este puerto. Como pasajero he sido víctima de seis choques en los últimos meses, junto a peleas, garabatos y sacadas de madre de todos contra todos. Estoy convencido que todos los flojos de Chile solapan su holgazanería convirtiéndose en colectiveros y taxistas. Hay mucha violencia intrafamiliar, pero no es exclusivo de San Antonio. Basta transitar por cualquier calle del país para sentir dentro de los hogares gritos, ofensas, puñetazos y quebraderas de objetos.
He conocido a varias personas honestas, algo que casi nunca vi en otras ciudades. También hay pillos en cada cuadra, pero solo tienes que saber evitarlos.
Quien camine subiendo por calle Antofagasta se encontrará con el restaurant Juanita, que vende los mejores y más suculentos platos de pescados y mariscos. Más allá hay dos verdulerías, dos peluquerías, una ferretería y cuatro expendios de licores. Frente a ellos, una soleada plaza donde los vagabundos se calientan en las mañanas y dan rebanadas de pan duro a sus fieles perros.
11 Comentarios
Me dieron ganas de visitar tu ciudad, querido Jorge. Hace más de cinco años que no paso por allí. Parece que ahora hay un mall que les tapa la vista a los sanantoninos. La última vez fui con mi ex y comimos un cocimiento de mariscos en un restaurant de la caleta. Estaban buenos, pero los garzones nos hostilizaban a cada rato para que nos apuráramos y nos fuéramos pronto. Había mucha gente esperando mesa. Al final, de puros picados no les dejamos propina y de allí nos fuimos a una cabaña de El Quisco donde nos amamos como malos de la cabeza. Me hiciste recordar buenos momentos Jorgito. Besos.
ResponderEliminarA mi me encantaba vivir en pueblos con una poblacion de menos de cuatro millones. La vida en provincia es tan diferente, como la extraño.
ResponderEliminarTu San Antonio se podria asociar con el nombre a otras grandes ciudades en el mundo, pero se nota a leguas lo distinto que es.
Todos se conocen, se saludan, hasta los pillos estan identificados.
Un lugarcito donde los ricos son pocos y no lo son tanto y el colectivo requiere mas seguridad.
Gracias por esta vuelta por San Antonio.
Pueblo chico infierno grande, suele decirse. A veces sucede tal cual... La cuidad que ven tus ojos se parece mucho a varias ciudades argentinas que pude conocer (no son muchas). Estoy segura que de todas las personas que la habitan y evitan pocas tienen la sensibilidad de percibirla y luego describir como acabás de hacerlo. Además de tener lo pies en un punto determinado de una geografía dada hay que sentir los espacios y darles sentido... Al menos eso creo e intento.
ResponderEliminarGracias a vos por el paseito!!
Agradezco mucho vuestras palabras. Me percaté que hay una palabra que sólo se usa en Chile con ese sentido y, al menos en facebook, se leyó de una forma distinta, cambiando una parte del sentido del relato. En Chile se les dice "colectivos" y "colectiveros" a cierto tipo de taxis que hacen recorridos fijos y cobran tarifas fijas. La descalificación mía iba, en todo caso, para el comportamiento mayoritariamente vergonzoso de taxistas y colectiveros.
ResponderEliminarSan Antonio tiene alrededor de 90.000 personas y es la capital de una provincia que alberga a una decena de pequeñas y atractivas ciudades balnearios. La cercanía con Santiago genera una avalancha de visitantes en el verano lo que provoca muchas molestias en el tráfico y en la convivencia. En el resto de las estaciones sí es un lugar muy agradable de visitar.
ResponderEliminarEn provincia el que quiere tomar un taxi le hace la parada y se tiene que poner de acuerdo con el chofer en cuanto a la distancia y al monto, en otros lados los taxis tienen taximetro que va contando los segundos que pasa uno arriba y va subiendo el costo del viaje. Y aqui tambien los choferes son unos canijos. No hay quien te hable bien de ellos, ni de los que conducen microbuses o camiones.
ResponderEliminarA causa de pelearse el pasaje entre ellos van conduciendo como locos. Y hay mucho accidente.
90,000 mil habitantes, entonces es una delicia de pueblo. Aunque como bien dice Lorena, pueblo chico infierno grande.
A veces tiene sus ventajas vivir en un lugar de poblacion mas grande, bajo la sombra del anonimato.
En Argentina usamos taxis y/o remises para desplazarnos de puerta a puerta por una tarifa que se conforma de acuerdo a la cantidad de kilómetros que sume el recorrido. Es de uso privado y más bien caro. El término colectivo se emplea para el trasporte público, los llamados buses para el resto de latinoamérica, y por extensión el colectivero es el que conduce los "buses" ...
ResponderEliminarMe sirve la aclaración porque yo tengo gran afecto a esta raza, desde el más bueno al más malo, porque vijar en colectivo con todos sus pesares e incomodidades me encanta... Me pone a soñar de un modo muy especial sentándome a ver y oir en silencio entre tanto bullicio. Además mi padre ejerce esa profesión desde hace 30 años...
Ciertamente son realidades distintas, querida Lorena. Entiendo y comparto tu afecto por ciertos pormenores de tu realidad. Sin embargo, acá, y quizás por el grado de agresividad y desdén entre pares propio de las calles, esa actividad y quienes participan de ella resultan particularmente detestables. Por supuesto hay excepciones, esforzados padres de familia, algunos jubilados parsimoniosos y amables y una que otra mujer jefa de hogar, que escapan a esas conductas, pero son una minoría.
ResponderEliminarSin embargo, como San Antonio es bellísimo y pequeño y desde cualquier lugar se ve el mar, las olas, los cerros y el enorme puerto, es una delicia hacer los recorridos a pie.
ResponderEliminarLa brisa está poco contaminada desde que quebraron las industrias de harina de pescado.
Hoy la brisa huele a brisa marina.
Huele a brisa marina... Suena poético pero también hay una realidad científicamente comprobale en esa observación porque el mar despide partículas salinas siempre pero especialmente al amanecer...
ResponderEliminarUn gran abrazo a todos.
A lo lejos se ve que es una bella ciudad. Dan ganas de recorrerla con los ojos y el corazón abierto de par en par para captar lo mejor de ella en un pestañeo y retrasmitirlo en un leve suspiro.
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