CLAUDIO RODRÍGUEZ MORALES -.
-Hay novedades para el próximo año –dijo Miguelito al otro lado de la línea, interrumpiendo mis alegatos de rutina-. Ya se sabe quienes no siguen en el servicio. Yo soy uno de ellos.
Pensé que estaba frente a uno de los típicos chistes fomes como los que acostumbrábamos a lanzar frente a la jarra de ponche de frutillas en el Club Social y Deportivo de Talca. Nuestras exigencias etílicas, siempre de baja calidad, derivaban en una vulgar risotada que provocaba la reprobación de las meseras. Una broma podrida siempre es preferible a la repugnante realidad, la misma que me había negado a reconocer hasta ese día.
Fueron unos segundos los que tardé en asumir que el horror estaba a la vuelta de la esquina aguardando con la paciencia del cogotero; más precisamente, a unas cuadras del ciber donde me hallaba, después del corte del servicio de Internet en la oficina y que me obligó a salir en búsqueda de esta herramienta de trabajo.
-¡Pero cómo te hacen esto! –estallé-. ¡No es posible, con todo lo que les has dado, con todo lo que te explotan…!
Mientras movía el mouse del computador en forma circular por el nerviosismo, apenas podía sostener el celular con la otra mano. Las palabras se me acumulaban en la garganta como si fuesen una cañería a punto de estallar. De hacerlo, serían un chorro de incoherencias, maldiciones e imprecaciones en contra de las aves de rapiña del nuevo gobierno.
-Así no más, pues –contesta Miguelito con la frialdad de los muertos-. Apenas terminó la charla sobre comida saludable, la Directora me llamó a su oficina y yo altiro me di cuenta que algo pasaba y nada bueno. Me senté y, delante de la administradora, me dijo Miguel te tengo malas noticias, tu trabajo no ha sido bien evaluado, así que no se te renovará contrato para el próximo año. Lo siento mucho, sé que llevas tiempo en el servicio, te has encariñado con él, pero estoy segura que en otro lado te va a ir muy bien.
Frente al teclado del computador, apretando la letra A con fuerza para grabar un “mierda” gigante en toda la pantalla del documento Word que tenía abierto, no fui capaz de darle a mi amigo unas palabras de aliento, sino un vómito medianamente coherente, pensando más en mi rabia que en su disyuntiva:
-¡Son unos hijos de puta! –alegué-. Se nota que nunca han pasado necesidad. Claro, siempre lo han tenido todo y cree que perder la pega es como perder la micro. Indolentes de mierda, ni que fueran tan eficientes y capaces. Son tan tarados como los que estaban antes que ellos, la misma mierda con distintas moscas.
El fin de año como avalancha de sucesos acalorados. Treinta cinco grados a la sombra, pocas ganas de pensar y nula capacidad de reacción. Las compras, los regalos, las celebraciones, la obligación de sonreír. También las novedades en las oficinas públicas como la nuestra, donde las autoridades tienen la oportunidad de renovar sus equipos. Los funcionarios de plantan no tiene nada que temer, en su mayoría atornillados por la dictadura. Se necesita una razón de peso para sacarlos de sus escritorios: estafas, robos, desfalcos, sumarios, sanciones. Si ninguna de estas condiciones se cumple, pueden seguir sus vidas plácidas y vegetales sin temor a las directrices secretas del gobierno de turno.
Por el contrario, aquellos empleados que emiten boletas de honorarios y de contratos anuales sí deben temer. El radar político siempre anda tras sus pasos. Miguelito nunca ocultó su condición laboral, nunca se vendió a las nuevas autoridades, nunca delató, sólo trabajó como burro en silencio y fue de los primeros en pagarlo. Le pasaron la aplanadora y, lo que era peor, sin merecerlo.
-Siempre creí que les bastaría conmigo –le dije-. Con uno que se vaya uno ya tienen para meter a alguien del partido. Pero también necesitan gente como tú, que trabaje, que haga lo que los políticos no hacen.
Mientras salía de la caseta, pagaba la media hora de uso del computador en la caja y abandonaba el ciber, siempre equilibrando el celular entre mi oreja y el hombro. Ya en la calle el sol talquino me recibió con su habitual prepotencia.
-Acá todos dicen que tú no te vas, que tienes fuero por haber sido dirigente –comentaba Miguelito-. Que no te pueden echar, así que andan buscando a otros a quien agregar en la lista negra. Me tocó a mí, amigazo.
Avanzaba por la calle intentando que la luz del mediodía no me encandilara. Recibí empujones, rasguños y puntapiés de los transeúntes, con sus bolsas y paquetes navideños. Un bastón, un perro lazarillo me bastaban para poder concentrarme en la voz de mi amigo al otro lado del teléfono.
-¡Que se metan el fuero donde les quepa! –insistí-. No me interesa, yo me quiero ir de este servicio de porquería y tú lo sabes. Pero tú si quieres seguir, eres buen trabajador. Pero qué tienen en la cabeza estos fachos. Voy a dejar la tremenda casa de putas apenas llegue.
Tras escuchar mi perorata inconducente, Miguelito limitó cualquier acción de venganza, berrinche o pataleta de mi parte:
-Mejor vente para el Consejo y ayúdame a sacar las cosas. La Directora me dijo que necesita el escritorio antes de la una. Ya me tienen listo mi reemplazante. Ah, acaba de volver Internet. Dicen que la cortaron desde Santiago mientras notificaban los despidos para que la noticia no se filtrara antes de tiempo. El Ministro piensa en todo.
-La nueva forma de gobernar -comenté.
8 Comentarios
Unos inventaron la nueva forma de gobernar y los otros la nueva forma de llorar...
ResponderEliminarHay gente que no se reprime en usar dos varas de medir diferentes: para los míos, todo. Para "los otros", ni agua.
ResponderEliminarSé que no te servirá de consuelo, Claudio, pero en España funciona exactamente igual. Gobierne quien gobierne.
Un fuerte abrazo y solidaridad con tu amigo Miguelito.
ResponderEliminarEspaña, como dice Jesús está igual de podrida. Yo abogo siempre por ua democracia justa pero el sistema de partidos lo impide. Preconizo la abstención para la reacción.
Eres una gran persona Claudio, tu escrito no hace más que confirmarlo.
Tres hurras por Miguelito. Dile que comente en este espacio y nos de su versión de los hechos, amigo Rodríguez. Suele pasar que los incondicionales de los líderes rebeldes son los primeros en caer.
ResponderEliminarJesús, Concha, Muzam, gracias por su aliento... entre tanta mentira y mediocridad, buena parte del país lo necesita...
ResponderEliminarHace un par de años, un querido amigo mío que sustentaba una pequeña concesión de un casino fiscal se enfrentó al director a cargo. Era un empingorotado funcionario del gobierno de turno en aquella época. Mi amigo, hombre de derechas, el director de izquierdas naturalmente (ya dije que era funcionario...).
ResponderEliminarEl de izquierdas caducó el contrato de mi amigo, para colocar en el lugar a otro conocido de él, naturalmente agua de su molino...
Mi amigo pagó sueldos y salarios e impuestos de todos sus empleados, incluso fue a juicio ya que un empleado, aconsejado por el director ya señalado lo obligó a cancelar dineros que no correspondían y que no voy a dar la lata de explicar aquí. La mujer de mi amigo lo terminó echando de casa, el tipo quebró y quedó totalmente arruinado. Trabajar en casinos implica dejar de lado la familia, por lo que ni su mujer ni sus hijos estuvieron muy dispuestos a acompañarlo en su ruina.
Vienen las elecciones, cambia el signo de gobierno. El de izquierdas es obligado a dimitir. Queda en la calle, es mayor y no encuentra trabajo, intenta demandar al estado, le va mal...
Un día se encuentra en la calle con mi amigo que aún esta cesante y como el otro tipejo no encuentra trabajo a sus sesenta años.
Ambos se miraron, mi amigo intenta zafarse del encuentro, pero el otro le habla y le pide que lo ayude, ya que es de derechas algún amigo tendrá... le cuenta sus miserias, lo humillante que ha sido... que lo mantiene su esposa y que están a punto de divorciarse.
La historia no ha terminado...
Un verdadera canallada narrada magistralmente Claudio. Ser testigos de tamaña injusticia amerita escribir un sin fin de insultos en más de un idioma en la frente misma del perpetrador. Sinceramente nunca entenderé cómo funcionan la mente y cómo suspenden sus emociones quienes están en un puesto gerárquico y deciden sobre el destino de otras personas sin sudar.. una muy querida amiga me solía decir que mientras a ella le pagarán un buen bono navideño no le importaba despedir a cualquier obrero que se considerase una potencial amenaza para el bien de la empresa. Es jefe de personal de un frigorífico, me parece que le congelaron el corazón.. tras muchos desencuentros conrespecto a esos temas laborales nuestra amistad se enfrío y no pasamos de una salutación en épocas especiales como cumpleaños y aniversarios.. trato de evitar los de fin de año. En ese caso no se trataba de un interés político de su parte, sino de un interés personal como ser cambiar el auto o pagarse las mejores vacaciones.
ResponderEliminarHay de todo en este mundo.. Se entiende perfectamente tanta bronca.
Me parece inútil resaltar que lo mismo sucede en mexico, por que està visto que las cosas funcionan asi en todos lados. Aquí cada sucesión de gobierno significa el despido casi inmediato de todos y contratación de gente nueva del partido en turno.
ResponderEliminarIncluso hay instituciones en las que si no se venden las plantas se heredan, o logras conservar la tuya si conoces a alguien de peso o tienes un buen padrino.
Me quedo con una frase de tu texto, Claudio, que resume una verdad universal. “La misma mierda con distintas moscas”.