Luis XIV fue llamado el Rey Sol porque todo giraba a a su alrededor en la Francia de los siglos XVII y XVIII. Sus deseos mas ínfimos eran órdenes de obligado cumplimiento para el resto de los mortales en su reino.La gente vivía o moría según su capricho. Se hacían guerras, se firmaban tratados, los nobles se enriquecían o caían en desgracia según su única voluntad. Sin excusas.
La Revolución Francesa, al grito de liberté, égalité, fraternité, ou la mort!, acabó con la vida y el reinado de su nieto Luis XVI al tiempo que pretendía acabar también con ese sistema de gobierno a golpe de lucha en las barricadas, guillotina y terror. Realmente sólo cambió un tirano por otro: de la monarquía absolutista pasaron al terrorismo de Estado auspiciado por Robespierre, a Napoleón luego, con su Imperio, y a las sucesivas reinstarauciones monárquicas, imperiales o republicanas donde a cada nuevo cambio se hacia la conveniente y sangrienta purga de los partidarios del antiguo régimen.
Aunque sin duda lo que sí creó fue la obra de ficción más perfecta y seguida en el tiempo: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Hasta ese momento, agosto de 1789, esos derechos se vulneraban pero era parte de la cotidianidad. Era lo normal.
A partir de ese momento se siguieron vulnerando, pero ahora con un plus: no sólo era injusto sino además contravenía la Ley, lo que parece que da más sensación de placer y poder a los gobernantes que lo hacen.
Hoy, 220 años más tarde, los gobiernos (salvo excepciones) siguen firmando el documento sucesor de esos primeros derechos, hoy llamado Declaración Universal de los Derechos Humanos. Los pueblos siguen exigiendo que se cumplan y los ciudadanos siguen sufriendo -de una u otra manera- la tiranía del Estado.
Y para muestra, en vez de un botón tenemos todo un catálogo: Haití, Marruecos, China, Cuba, Venezuela, o el más reciente, el de Túnez, entre otros muchos que ni me molesto en enumerar pero que están en la cabeza y el corazón de todos.
7 Comentarios
Incluso el ratón más pequeño ataca cuando se ve acorralado. Muchos prevén guerrillas internas, revoluciones y golpes de estado. Yo creo que hoy en día nos falta valor para cualquiera de los anteriores. No somos gente de armas tomar. Somos dóciles aunque nos gastemos la lengua en quejas y lamentos. La comodidad a la que nos vemos atados, es algo que muy difícilmente abandonaríamos. Tal vez nos hace falta que nos opriman un poco mas para que reaccionemos.
ResponderEliminarAdemás de la cobardía que apunta Lylimet, creo que, todavía, el hambre no se ha generalizado como ocurrió en la Revulución Francesa. Cuando esas diferencias en el reparto de las riquezas se haga escandalosa en porcentajes (ya lo es), entonces serà cuando los pueblos se levanten en armas contra sus dirigentes, como ha ocurrido en Túnez. De lo que estoy segura es de que algo está cambiandio profundamente y vamos a ser testigos de acontecimientos muy importantes en la historia de la Humanidad.
ResponderEliminarY hoy en Egipto mi querido amigo. Cuán ciertas fueron las palabras que usó Stefan Zweig para retratar a Fouché, y donde afirmaba que todo recurso era válido con tal de mantenerse en el poder. La mentira, la humillación, el engaño, el asesinato, el robo, son sólo anécdotas necesarias para perpetuarse en el trono.
ResponderEliminarAbrazos mi querido amigo.
Mis queridos amigos: Estamos asistiendo a algo extraordinario. Por supuesto, tan extraordinario como fue la Revolución Francesa. Me siento vivamente emocionada y aguardo los acotecimientos. Sin duda, gracias a Dios y a Alá también, se está desarrollando la Revolución Árabe que dará con el fin de las dictaduras de estos países, hundidos en la miseria por sus gobernantes. Habrá muchas muertes, desgraciadamente, pero la sangre derramada de los inocentes será el alto precio a pagar.
ResponderEliminarUn abrazo a todos.
A tanta opresión tenía que llegarle su hora. Las sociedades son especies de válvulas que resisten hasta cierto punto la presión. Llegado un punto, sólo bastará un mínimo detonante para desencadenar la ira revanchista de la multitud, y ese detonante fue la inmolación del joven tunecino. Mubarak, con su corazón de títere, fue un selecto peón de las potencias occidentales que siguieron saqueando esos países, sin reclamar mayormente por la deplorable situación de gran parte de los ciudadanos árabes. Hoy el peón está en jaque, y es de esperar que no lo reemplace otro peón gatopardeado. La sociedad civil debe der un golpe letal, contundente y definitivo.
ResponderEliminarTengo deseos muy grandes de ir a Egipto, donde la historia arde, donde las papas queman, como decimos acá.
Abrazos mis amigos.
Jorge, Egipto te va a maravillar, como varavilla a todo el mundo. A sus monumetos de piedra se añade un monumento mayor, si cabe, su población, gente extraordinaria. Opino como tú, la sociedad civil debe dar el golpe definitivo.
ResponderEliminarBesos.
Hay una frase cruel que señala que ninguna revolución florece sin que sea regada por la sangre de los dos bandos.
ResponderEliminarMuertos habrá, sin duda.
El pueblo está cansado de pasar hambre y necesidades mientras ve como sus dirigentes engordan indecentemente o se hacen multimillonarios robando sin recato a ese mismo pueblo.
Hay una diferencia de base entre la Revolución Francesa y ésta que sacude ahora el norte de África y que se está extendiendo por el mundo árabe. En aquella, la iglesia se alineó al lado de la nobleza; en ésta, lo hace junto a los que se revelan. Mi miedo es que ese pueblo cambie un gobierno dictadorzuelo y títere, ladrón e inmoral, por otro austero, severo, teocrático y beligerante.
Irán es un buen ejemplo de ello. El Sha era un dictador cruel y ladrón y le sucedió un Ayatolá cruel y fanático.
¿Dónde ganaron en el cambio?
Si no es el pueblo el que toma luego las riendas de su destino, sólo cambiarán a un mal por otro.