Por Aldo Alcota
Este verano caluroso de intensa humedad, sin brisa fresca que corra por las noches, agobia a William, personaje que vive en la costa del Levante, en el Mediterráneo valenciano. A William le gusta que se refieran a él como un personaje; y no es un personaje cualquiera. Es alguien que se escapó de unas páginas de alguna novela perdida, de autor desconocido o autor sin mucho talento que dejó la obra inconclusa. William se las arregla para ser escuchado en alguna parte. Lo ideal para él sería en París, Marsella, Brest y Tahití. Volvamos al verano. A este inmenso verano. William no soporta el verano o los veranos. Cualquier tipo de verano. Cuando vivía en las costas del Pacífico padecía de la misma inquietud de sudadas manos. Le invadía un agobio y veía que las paredes de su casa del norte de Chile le sacaban la lengua y le murmuraban malos chistes sin dejarle dormir. Pero William decidía darse un chapuzón en la playa por las mañanas. Sentir un pequeño alivio de día frente a la intranquilidad de la noche. Sólo estaba por las mañanas, cuando todavía no llegaba mucha gente a coger un lugar en la playa y participar en las variadas competencias de bronceados y hacer la mejor meada en el mar. Para William, el agua del Pacífico es fría, muy fría. Ahora, la del Mediterráneo es tibia, casi caliente. ¿Qué hace William ahora? Darse grandes baños de ducha fría por las tardes y noches. Duerme poco, a diferencia del invierno donde duerme bastante como si fuera un Oblómov y le gusta que vaya algún amigo a leerle poesía en voz alta, sobretodo poesía francesa de vanguardia.
Hace tres noches atrás, en sus desvelos veraniegos, William busca blogs literarios para encontrar algún escrito que le cautive. En su búsqueda por el ciberespacio, quería dar con algunos poemas de Joyce Mansour, surrealista de origen judío- egipcio que nació en Londres y posteriormente pasó gran parte de su vida en París. En 1959, en su casa se celebra el Testamento del Marqués de Sade, un alucinante ceremonial de Jean Benoît, en presencia de muchos poetas y artistas surrealistas, entre ellos Matta, el mismo, el chileno universal, ciudadano del mundo que este año celebra su centenario, Matta, POÈTE, que se une al final del ritual sadiano y emula la acción de Benoît. Aquella historia ya la contará en otra ocasión William, el día en que la actual performance nace en aquella velada, en la mágica casa de Joyce Mansour. ¿En qué estábamos? Si, volvamos a William y su búsqueda de la obra de Mansour, poeta poco traducida en España. Aunque ahora se cuenta con un libro de tres importantes poemarios traducidos por Eugenio Castro, surrealista de Madrid. William, ¿qué descubriste esa noche? Leyó a Mansour en un blog y encontró un enlace con otro blog donde aparecía un artículo sobre Jerry Lewis!!! Y creían todos que estaba olvidado. Lo estaba. Aunque ahora se le está rescatando con un libro sobre su cinematografía, escrito por Pablo Pérez Rubio y aparecido hace poco. William no pudo dejar de sonreír al leer esta noticia, escrita por un joven crítico y realizador audiovisual llamado José Havel. Jerry era invocado otra vez. Su disparatado discurso, “bello” dice William, su poética del absurdo, sus pantomimas que le enseñaron a Jim Carrey y a otros cómicos a convertirse en excepcionales creadores de la gestualidad estrambótica, su figura inolvidable en El profesor chiflado… Jerry son los recuerdos de la niñez de William, sentado frente al televisor, por la tarde, degustando un pan con mermelada, una taza de té y Las Tarde de Cine, programa que emitía, de lunes a viernes un canal chileno, películas de todos los tiempos. Y allí estaban las de Jerry Lewis y muchas veces en compañía de Dean Martin. Tardes de Cine para William. Jerry Lewis, piensa William, debiera tener un club de fans en Valencia. Y en otras ciudades. A lo mejor ya los hay. ¿Dónde están? William obsesionado con Jerry. Quiere ser Jerry.
William estuvo ayer con un amigo poeta, Santiago Zaragoza, un señor de unos sesenta años, muy amante de la poesía de Cirlot (“Otro poeta olvidado que hay que rescatar y ya basta de seguir rindiendo culto a la mediocre poesía de la experiencia, la vanguardia en España existe!!!” grita William). Bebieron dos tazas en una terraza. Santiago bebió una taza de café. William bebió una taza de té. William es muy inglés y muy francés para algunas cosas. Así lo criaron y así es. Santiago le comentó a William que Jerry Lewis fue su ídolo desde su adolescencia y que gracias a sus películas soñó siempre con ser actor y que después de las sesiones continuas, donde con una entrada se podía repetir cuantas veces el film (verlo muchas veces hasta introducirse, gracias a un viaje fantástico con la mente, en sus escenas y participar con los actores, it’s funny!), llegaba a su casa y en el espejo del baño pasaba horas y horas imitando los gestos del comediante norteamericano, del genio imprescindible para todo individuo que se diga cinéfilo. Santiago pasaba horas frente al espejo imitando con sus manos y muecas a Jerry. Y William comenzó hacer lo mismo en las noches de verano, ya que no podía dormir. Y no sólo eso; William tuvo la idea de buscar en internet canciones pasadas de moda o no recordadas en este momento por la gente. Ha podido dar con una canción francesa de 1990. Un grupo, que parece ser, tuvo sólo un hit y hasta luego. La canción lleva por nombre Princesse, ma folie. Es de una banda que tuvo por nombre Graffic (William imagina que todos ellos eran dibujantes o diseñadores gráficos que tenían como anhelo formar una agrupación y cantar). William cree que esta canción fue un éxito de verano. El mismo verano caluroso que hoy no le deja dormir. Este grupo y el tema fue el primer trabajo musical en Francia, una especie de french connection según William, de PWL London Stock Aitkens Waterman, muy conocidos por producir a Rick Astley, Kylie Minogue… William al escuchar el comienzo de la canción, se le vino a la cabeza las melodías de Astley. William escudriña canciones que ahora son escuchadas por pocos o por nadie. ¿Nadie? Habrán otros como William que en su habitación se deleitarán con música de décadas pasadas y con las películas de Jerry Lewis. William está orgulloso que le digan anacrónico. Porque él vive simultáneamente varias épocas al mismo tiempo. Y eso gracias al calor del verano que no le deja dormir.
13 Comentarios
Extravagante personaje. Espero que nos permita acompañarlo largo tiempo.
ResponderEliminarMuy interesante. Saludos señor Alcota.
Betty Silva
Gente como la gente. Coincido en lo interesante pero resalto lo curioso.
ResponderEliminarSaludoss
No hay dudas, Jerry merece un fans club y debe tenerlo en alguna parte. Seguramente hay muchos que como él se gastan las horas recordandolo y adaptando su realidad a otra para darle un poco más de onda. El estilo de ese comediante es único y robará sonrisas y ganará adeptos en cualquier siglo que se le mire. A mi me encantaba y por supuesto estaba enamorada de su amigo que era todo un galan.
ResponderEliminarSaludos
Jerry y Dean son uno de los dúos más cómicos de la historia del cine de todos los tiempos. ¡¡ Geniales ¡¡ Por otra parte, es de lo mas comun andar como un ciudadano anacrónico buscando ilusamente diferenciarse de los fans de los Simpsons o Shakira. Al final nunca somos tan originales y acabamos pareciéndonos a lo uno o lo otro.
ResponderEliminarAnacrónico y disfuncional, un mal de no pocos.
ResponderEliminarPienso que a William le falta hacer el amor con una tierna peruana para acceder al paraíso terrenal.
ResponderEliminarJudith
Mientras leía, recordaba a Robert de Niro hostigando al gran Jerry Lewis en El rey de la comedia. Entonces Jerry parecía cansado, aunque fuera un personaje cuyo guión le exigía estar cansado. Jerry parecía más cansado que el Jerry del guión, como si ya no tuviera armas ni quisiera contrarrestar el arribo de los chambones. Y luego pensé, ¿y si alguna vez el gran Jerry fue también un mozalbete chambón aspirando a la máxima gloria de los escenarios?
ResponderEliminarInteresante diario del sofocado William. Se espera la continuación.
Abrazos
Ashraf
¿Pero qué es la vanguardia sino una reacción infantilizada, lúdica o estrambótica ante la experiencia? No las concibo como polos opuestos ni diferentes ni excluyentes señor Alcota.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Karl
Estábamos sincronizados querido William, riéndonos a pata suelta con Jerry Lewis en aquellas inolvidables tardes de cine. ¡Qué tiempos aquellos! ¡Cuántos panes crujientes con margarina! Jerry era casi nuestro primo, casi tan torpe, o menos torpe que nosotros por entonces, que sacábamos desvergonzadamente la lengua incluso a nuestra mamá cuando se daba la vuelta. De tanto vivir sus aventuras nos transformábamos sin querer queriendo en personajes secundarios de sus películas y arrancábamos con él cuando había que arrancar, nos asustábamos con él ante los innumerables peligros, hacíamos de fonomímicos junto a Dean Martin y hasta nos enamorábamos inocentemente de doncellas que sabíamos que nunca nos corresponderían.
ResponderEliminarY Rick Astley, ¡cómo no!, valía y vale la pena bailar como él, bailar y beber y besar con sus estilosos ritmos.
Es bueno vivir en todas las épocas al mismo tiempo querido William.
Bienvenido a Plumas Hispanoamericanas. Nuevamente se reúne el triunvirato original de Alcota-Rodríguez-Muzam.
Jorge Muzam
Los que vivimos desincronizados con los tiempos que corren nos sincronizamos, es una ley fundamental para preservar la especie de los disfuncionales al curso normal de las historia, los que vamos contra la corriente, viento y marea.
ResponderEliminarSolía mirar las películas de Jerry Lewis cuando era muy pequeña y aún hoy podría disfrutarlas con la misma alegría. Comparto plenamente el gusto de William, así como del té a lo inglés a las five o'clock siendo argentina.
Explendida bien venida al blog, un gusto conocerte a través de tus letras Aldo. Saludos!!
Quisiera ser Jerry? Yo también! Tan dulce, tan divertido. Un personaje adorable.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por vuestras opiniones. Mil gracias por seguir sintonizados en la lectura. Estoy aquí, imaginado el mar. Un abrazo.
ResponderEliminarAldo Alcota.
Perdón, era imaginando el mar.
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