Archivos Secretos

JUAN PABLO JIMÉNEZ -.

“Ellos saben donde vivo.
Lo que como y donde voy.
Si me acuesto temprano y
a quien le hago el amor”

Osvaldo Marzullo

Señoras y señores: la maté. No di más. Esas manos, esos ojos redondos cuando se reía. La maté. Con saña. Y un poco de angustia. No busquen su cuerpo. No diré dónde están sus restos. Solo confesaré que la destrocé. Y cada trozo era un pedazo de ella desde el sentido más profundo de la imagen: su cabeza, donde comenzaba todo; sus pechos, suaves como dos colinas de invierno; su vientre, un mar inexplorado. En sus tripas estaba todo lo que escondía, sus deseos más profundos.

Murió con una sonrisa. Supongo que en el fondo sabía que mi acción no era más que evitarle mis ansiedades. Estas ansias carnívoras de amarla que nos hacían mal. Y el amor es para que haga bien. Por lo menos eso dicen los poetas.

La maté. Sí, señoras y señores. Con estas manos. Con estos ojos. Con este cuchillo y esta sierra. Lo planeé el lunes por la tarde, cuando la vi volver de la ducha, bella e infinita como siempre. De nuevo me había dicho te amo y de nuevo me tomaba las manos y las ponía en sus pechos para volver a amarla. A armarla.

Y fue en ese preciso infinito segundo que decidí matarla. Cortarla en varios trozos y esparcir por el mundo su belleza, su esencia, sus sueños truncos y sus manifestaciones de felicidad y tristeza. Total, quedaría viva en mis recuerdos, en mis registros. En mis archivos secretos.
Sí. Yo la maté. No tengo reparos en reconocerlo. Ustedes saben mi nombre, donde trabajo, pensamiento político y adicciones. Lo que como y donde estaciono mi auto.

Me entenderían si amaran como yo amo a esa mujer. Me entenderían si sintieran la fascinación de sentirse hermosamente dominado. Dominado por una piel venida de otros tiempos. Por unos pies con dedos perfectos. Por los fluidos exquisitos de un cuerpo que se define exquisito en todos sus rincones explorados, descubiertos e inventados.

La maté porque era mía. Porque no era mía. Porque no soportaba sus ausencias. Porque me destruía dejarla en el bus después de una tarde de amor de película.

Cuando estaba viva me decía que tenía sueños. Que dejáramos los anticonceptivos. Que cada centímetro de ella era mío. Y yo la tocaba como tocar una figura de porcelana en el museo más importante del planeta. Y ella cerraba sus ojos y volvía a abrirme su alma para que entrara en ella. Una y otra vez. Una y otra vez. Como sus sonrisas cuando me veía de lejos.

Sus huesos eran duros. La sierra se estropeó. La sangre fue el problema. Aunque había copiado una técnica de una película. Jamás me detendrán. Además, en la legislación vigente en nuestro país en ninguno de sus artículos se define el crimen por amar a alguien al borde de la obsesión. Porque lo mío fue una obsesión aun cuando ella me repitiera que la hacía feliz y que yo era un regalo en su existencia. Pero me costaba tanto creerle.

La suerte está echada, señoras y señores. La última palabra… la tengo yo.

No se comuniquen con la policía. Cuando terminen de leer esto estaré lejos, muy lejos.

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9 Comentarios

  1. Lucía Almirón (escritora)6/1/12

    Perfecto, muy buena! Saludos y toda mi admiración para ud.

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  2. Me recordó la película Tango, de Patrice Leconte. Representa simbólicamente el deseo de aminorar el dolor que produce el alejamiento de una pareja o un amor no correspondido. Quisiéramos asesinar ese sentimiento dentro de nosotros, exterminarlo, desterrarlo al confín del universo para que nos deje vivir nuevamente en paz y disfrutar del resto de la vida.

    Soberbio relato, amigo Jiménez.

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  3. Clara7/1/12

    ¿Eres capaz de tanto, JP?

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  4. Anónimo9/1/12

    De eso y más.

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  5. Susana9/1/12

    Fucking killer.

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  6. Anónimo11/1/12

    no se pero leer esto es como escucha a Arjona... paso...

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  7. Anónimo11/1/12

    Buena copia a Leconte don Juan Pablo..."la maté porque era mía..." es una excelente película francesa del año 93'...

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  8. Anónimo11/1/12

    señoooooora de las cuatrooooo decadaaaaas....

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  9. Buenisima historia, potente! Me encantó!! Saludos y lo super felicito!

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