JESÚS CHAMALI -.
Hacía más de un año que no pasaba por allí; quizás hasta dos, no sé. El tiempo últimamente se ha convertido en mi vida en una extraña nebulosa donde se mezclan presente y pasado sin esa clara división que antes solían tener para mí.
Recuerdo perfectamente los hechos, las conversaciones, la luz que entraba por aquella ventana del salón y avivaba unos colores en detrimento de otros...pero ocurrió ayer, hace un mes o dos años, ya se mezcla y confunde en una turbia y espesa nube que cada vez me cuesta más traspasar.
Pero me desvío y divago.
En eso me parezco a mi padre, ya al final de su vida, cuando el pobre chocheaba. Y aunque no quiero reconocerlo, como hago yo mismo cada vez más a menudo. Lo de divagar, no lo de chochear, espero...
Pero como dicen todos cuando me ven preocupado por ello, seguro que es sólo estrés.
Y yo estaría de acuerdo con ellos si no fuera porque hasta hace poco mi vida ha sido una continua montaña rusa recorrida a toda velocidad dentro de un vagón sin barra de seguridad y sin frenos. ¡Eso sí que era estrés!
Ahora simplemente estoy en en una noria. Y ni siquiera de las más altas. Bien sentadito y mirando el paisaje de la vida casi a cámara lenta; como si lo viera por primera vez.
Y tal vez sea así. Tal vez lo esté viendo por primera vez.
O tal vez lo esté mirando con ojos nuevos, con ojos que no están mirando constantemente un reloj porque el tiempo, tal y como yo lo concebía, ha dejado de tener sentido para mi. Quizás porque desde hace poco, y por razones que sólo la vida y yo entendemos y conocemos, un día es ahora como todo un año y un año puede parecerme el pulso de un segundo.
¿Estrés? Puede ser, pero no voy a gastar mi tiempo discutiéndolo. Eso lo dejo para otros que aún no han descubierto la verdadera importancia del carpe diem en la vida. Espero que sean más listos que yo y cuando lo descubran (si lo logran, que no todos lo hacen) no sea ya un poco demasiado tarde...
Publicado simultáneamente en el blog del autor, "El rincón de chamali"
Fotograma de "Un perro andaluz" de Dalí y Buñuel.
5 Comentarios
La conciencia del valor de la vida y la percepción del paso del tiempo son patrimonios individuales. Si sientes que has logrado ver la vida con los ojos de tu padre es un logro mayor, que habla de sabiduría y madurez. Cuando se ha llegado al límite se puede avizorar para ambos lados. En lo que queda, a disfrutar de las flores del camino sin necesidad de arrancarlas.
ResponderEliminarUn abrazo grande mi amigo.
A medida que pasan los años nos vamos templando, nos vamos dando cuenta que el tiempo va en reversa y que lo que queda de importante para hacer es vivir el día a día y llenarnos de nuevas cosas hasta que demos la última bocanada de aire.
ResponderEliminarMe gustó mucho su reflexión, gracias por compartirla. Me gusta mucho pasar por este sitio y poder dejar un comentario de agadecimiento por el placer de leerlo.
Saludos.
Odioso ese momento de la vida en que el tiempo parece pasar tan rápido que el final del juego está a un paso, en efecto, se siente como la vuelta final de la montaña rusa! Mejor bajar el estrés, dejar de ver el árbol y apreciar el bosque. Es este el momento para disfrutar lo que queda, es decir, empezar a hacer lo que debimos hacer cuando la vida empezó: disfrutar de cada instante.
ResponderEliminarPor alguna extraña razón aprendemos a valorar y emplear mejor el tiempo que nos queda cuando empieza a escasear. La naturaleza humana siempre tan contradictoria y conflictiva, nada que hacer. Buen relato, intensa su disquisición.
ResponderEliminarEl estrés nos está comiendo vivos a todos.
ResponderEliminar