“¿Te das cuenta de la
suerte que tenemos
al querernos como
nos queremos?”
Víctor Jara a su esposa Joan
No me detendré en que Joan encontró en la morgue el cuerpo de Víctor acribillado, con una máscara de moretones en el rostro. No es el tema, ahora, que diga que lo patearon en el suelo con saña por ser una voz popular que identificaba a muchos. O que le pegaran culatazos con una metralleta.
Quiero detenerme en el testimonio que escribe su esposa, Joan Turner, la profesora de danza, en “Víctor, Un Canto Inconcluso”, el relato de lo que fue su vida junto al cantautor, uno de los artistas más grandes que ha parido la franja larga y angosta de Chile.
Uno reconoce en la sonrisa amplia de Víctor Jara la sencillez que se hace carne. La nobleza de un hombre que sólo vino a entregar un mensaje –tal vez sin quererlo– sobre el derecho de vivir en paz.
Si pudiéramos resumir en un concepto lo que Joan transmite en este libro, tal vez nobleza se acerque a esa esencia que descansa en estas páginas.
Víctor tomó su guitarra y transformó eso en un canal de lo que pasaba dentro suyo.
Si leemos las cartas que Joan nos comparte en este libro, las cartas que le escribe Víctor cuando estaba de gira fuera del país –tomemos en cuenta que en aquellos años no existía ni internet ni los celulares, por lo que un mes lejos de la familia… ¡era un mes lejos de la familia! –, encontramos en ellas a un ser humano inundado de amor por la Humanidad, por su país, por su gente, por la vida, pero por sobre todas las cosas, por su esposa y por sus hijas.
Víctor Jara en este libro es un hombre que entrega amor. En la población, en las tablas, comiendo porotos con una familia humilde, con Luchín, con Manuela, la hija del primer matrimonio de Joan; con Amanda, su hija, su otra razón de vida.
El espíritu y el alma de este artista no sólo se encontraba en las letras de muchas de sus canciones, todas comprometidas con una causa social o que eran una reflexión acerca de la vida y sus circunstancias, sino además, en el amor y compromiso que ponía en cada uno de sus cometidos.
Joan es una mujer que en su libro nos comparte lo sucedido en su corazón en la etapa quizá más importante de su vida: aquella que comprende desde que conoció a Víctor hasta el segundo en que tuvo que reconocer su cadáver, muerto como si se tratara de un despojo que hacía mal al mundo.
Víctor le hizo bien al mundo. Es cosa de preguntarles a las familias de las poblaciones que conocieron su carisma. Es cosa de preguntarle a sus amigos más cercanos: Alejandro Sieveking, Quilapayún. Porque, más que un pensamiento político, lo que hizo Víctor fue defender la vida en todas sus dimensiones. Y a ese empeño le puso melodía de guitarra y letras de su sentir.
Punto aparte merece mencionar la relación de profundo amor entre Joan y Víctor Jara. Amor desde la cotidianeidad y desde el espíritu. Amor en el arte: ella en la danza y él en el teatro, la política y la música. Amor como padres, amor como esposos. Amor. Desde la dimensión más simple y a la vez más absoluta. Amor de padre y amor de esposo. Amor de compañero.
“Víctor, Un Canto Inconcluso” es un canto a la belleza de la vida a pesar de las atrocidades. Un vestigio que aparece de entre las cenizas. Un compromiso con la existencia. Una defensa y una voz al viento con toda la fuerza que cabe en los pulmones.
“Víctor,…” es un homenaje a la sencillez que, aunque sea masacrada por la soberbia y una patada en las costillas con un bototo con punta de fierro, no puede ser silenciada.
Frágil como un volantín, pero grande como una montaña. Así es la voz que descansa en estas páginas.
4 Comentarios
Me gustará mucho leer ese libro. Gracias por comentarlo. En mi juventud, escuchábamos a Victor con admiración y cariño. Aún le escucho. Recuerdo que en una ocasión todos los niños y profes de mi colegio aprendimos la canción "si tuviera un martillo..." y lo cantamos en grupo en el patio del colegio el dia de la paz. Fue muy emotivo. Victor Jara es alguien de nuestra familia. Incluso a mi hijo de 12 años le he hablado de su vida y de su muerte. Admirado y querido siempre...Victor
ResponderEliminarLa verdad es que no conocía de este cantante hasta que un compañero de la universidad me lo hizo escuchar. Luego de la primera canción quedé encantada y cada tanto siento deseos de volver a oir sus cantos, que su voz me trasmita amor por la vida.
ResponderEliminarGracias por el recuerdo y la mención de este libro, me encantaría poder leerlo.
Qué buen homenaje, gracias!
ResponderEliminarY ahora esa misma bazofia que apoyó o relativizó el asesinato de Víctor Jara y miles de otros asesinatos de personas que simpatizaron con el gobierno de Salvador Allende, pues andan llenándose la boca de paz social y democracia y acuerdos y reducción de impuestos y amnistía y olvido y mirar hacia el futuro.
ResponderEliminarAl menos de este lado, de quien firma este comentario, no hay perdón ni olvido ni amnistía para ninguna de esas bestias criminales ni para sus cómplices o simpatizantes.
Buen artículo, amigo Jiménez.