/ Del Atlas Desmemoriado del Partido de Lanús (Escrita antes de la existencia del GPS)
Pocas cosas hay más misteriosas que la ubicación del partido de Lanús. Geógrafos de todas partes del mundo se empecinan en situarlo en una suerte de triángulo formado por los arrabales de Avellaneda, la antesala de Lomas de Zamora y los fondos de Quilmes.
Sin embargo, hay algunas cuestiones que hacen enigmática su verdadera ubicación.
La ciudad que despierta nuestra curiosidad tiene la particularidad de que todo aquel que la hubiera visitado emigra de allí con la sensación de no haber estado jamás en Lanús.
Algunos brujos de Valentín Alsina atribuyen dicha sensación a ciertas maldiciones provenientes de los "Hechiceros de Banfield", famosa secta esotérica fácilmente reconocible por el enorme tamaño de sus cráneos.
Remiseros de Adrogué aseguran que la esquina de Ituzaingó y América del Norte no existe, y otros – más etílicos, quizá – sospechan que aquella esquina reviste carácter de itinerante. Esto es: una esquina que muda su existencia cada noche.
Serafín Oli, famoso peluquero y ciudadano ilustre de Lanús, tenía el berretín cósmico de haber encontrado esa esquina cerca de la cancha de Lanús; en otra ocasión tropezó con ella cerca de Valentín Alsina, y la última vez alcanzó a verla colgada de un árbol del Barrio Los Ceibos.
En el "Atlas desmemoriado del Partido de Lanús" se menciona en su página 324 que tratadistas de Edimburgo han visitado Lanús en reiteradas oportunidades tratando de dilucidar el asunto. Sin embargo, los académicos aseguran no haber pisado jamás dicha localidad.
Edmundo Morales, tristemente célebre poeta de aquellas latitudes (hoy en el exilio), asegura que los científicos escoceses mienten; que un oscuro secreto ocultan y que sólo les será revelado a las superpotencias a las que representan.
Morales se ocupó de mostrarnos una interminable lista de teorías conspirativas, que contemplaban desde el secuestro del perpetuo Intendente Quindimil hasta el robo de maravillosos tesoros históricos como el botín derecho de La "Urraca" González, entrañable marcador de punta de la escuadra granate en los 90's.
Cuando consultamos a Morales por su carácter de exiliado, el poeta respondió con evasivas. Sin embargo, y después del tercer vaso de limonada, llegó a confesarnos que una vez que se sale de Lanús nadie recuerda el camino de regreso o –mucho peor– las personas suelen creer que están volviendo y que cuando se convencen de haber llegado se encuentran con que la plaza de la estación tiene más parecido a la plaza de Burzaco que a la de Lanús (aún cuando los carteles del Ferrocarril se empecinen en mentirles que han llegado).
Algunos heresiarcas de Avellaneda han llegado a teorizar que la localidad de Lanús jamás ha existido y que sólo ha sido creada por el imaginario popular al sólo efecto de poder rimar la frase murguera "Que lindo que es Lanús! De día falta agua, de noche falta luz".
No obstante, existen geógrafos que han logrado glosar una lista de prodigios ocurridos en la mitológica ciudad. Tal es el ejemplo del historiador lunfardo Felipe Sopapo, a quien citamos a continuación en una serie de mitos lanusenses:
" (…) Mis investigaciones han arrojado más fantasmas que certezas. Sin embargo, otros investigadores aseguran que en las cercanías del arroyo Las Piedras viven unas tribus cuyo lenguaje es tan hermético que no pueden entenderse ni entre ellos mismos.
Dicen también que sus libros presentan jeroglíficos inentendibles, incluso para el propio escritor que lo ha firmado.
Muchos especulan que su jerga inexpugnable cumple el divino propósito de preservar a la humanidad de un secreto terrible y definitivo".
" (...) en la avenida Centenario, todos los Martes a la noche, un monstruo fétido sale de los Zanjones para devorarse a las Hadas que transitan aquella arteria".
"En la calle Ituzaingó vive el demonio. Suele presentarse en un cuerpo de mujer.
Aquellos que besan a esa dama encuentran la miseria, la soledad y la muerte; contrariamente, los que por temor evitan los besos, las caricias y los peligros del amor, sólo encuentran la miseria, la soledad y la muerte.
Es deseable evitar la calle Ituzaingó".
"Había en las selvas de Monte Chingolo un original revolucionario cuyo método revulsivo consistía en apoyar todos y cada uno de los gobiernos que asumían el poder en la comuna. Cualquier ordenanza era recibida por el revolucionario con beneplácito y satisfacción.
Sólo una vez se opuso a una decisión de la comisión directiva del Club Progreso y fue expulsado de allí acusado de conservador y reaccionario".
"Frente a una peluquería de la calle Suipacha, había un cartel con fileteado que rezaba a modo de sentencia: Gardel nació en Lanús".
Podríamos glosar muchas historias más sobre esta controvertida (y acaso ficticia) localidad bonaerense, pero incluso para este cronista todo se torna dudoso y digno de sospecha. Mucho más aún cuando el inspector municipal que me guía en esta investigación apenas logra disimular su acento quilmeño. Tanto peor es aún cuando descubro que el supuesto camión del municipio comienza a llevarse las fachadas de cartón de la ilusoria estación ferroviaria, mientras escucho –sin salir de mi asombro– que un oficial de la Comisaría 1ra. le pregunta a un vendedor de diarios cómo hace para llegar a Lanús.
Por eso, querido lector, sepa que todo está sujeto a sospechas. Incluso este artículo.
La ciudad que despierta nuestra curiosidad tiene la particularidad de que todo aquel que la hubiera visitado emigra de allí con la sensación de no haber estado jamás en Lanús.
Algunos brujos de Valentín Alsina atribuyen dicha sensación a ciertas maldiciones provenientes de los "Hechiceros de Banfield", famosa secta esotérica fácilmente reconocible por el enorme tamaño de sus cráneos.
Remiseros de Adrogué aseguran que la esquina de Ituzaingó y América del Norte no existe, y otros – más etílicos, quizá – sospechan que aquella esquina reviste carácter de itinerante. Esto es: una esquina que muda su existencia cada noche.
Serafín Oli, famoso peluquero y ciudadano ilustre de Lanús, tenía el berretín cósmico de haber encontrado esa esquina cerca de la cancha de Lanús; en otra ocasión tropezó con ella cerca de Valentín Alsina, y la última vez alcanzó a verla colgada de un árbol del Barrio Los Ceibos.
En el "Atlas desmemoriado del Partido de Lanús" se menciona en su página 324 que tratadistas de Edimburgo han visitado Lanús en reiteradas oportunidades tratando de dilucidar el asunto. Sin embargo, los académicos aseguran no haber pisado jamás dicha localidad.
Edmundo Morales, tristemente célebre poeta de aquellas latitudes (hoy en el exilio), asegura que los científicos escoceses mienten; que un oscuro secreto ocultan y que sólo les será revelado a las superpotencias a las que representan.
Morales se ocupó de mostrarnos una interminable lista de teorías conspirativas, que contemplaban desde el secuestro del perpetuo Intendente Quindimil hasta el robo de maravillosos tesoros históricos como el botín derecho de La "Urraca" González, entrañable marcador de punta de la escuadra granate en los 90's.
Cuando consultamos a Morales por su carácter de exiliado, el poeta respondió con evasivas. Sin embargo, y después del tercer vaso de limonada, llegó a confesarnos que una vez que se sale de Lanús nadie recuerda el camino de regreso o –mucho peor– las personas suelen creer que están volviendo y que cuando se convencen de haber llegado se encuentran con que la plaza de la estación tiene más parecido a la plaza de Burzaco que a la de Lanús (aún cuando los carteles del Ferrocarril se empecinen en mentirles que han llegado).
Algunos heresiarcas de Avellaneda han llegado a teorizar que la localidad de Lanús jamás ha existido y que sólo ha sido creada por el imaginario popular al sólo efecto de poder rimar la frase murguera "Que lindo que es Lanús! De día falta agua, de noche falta luz".
No obstante, existen geógrafos que han logrado glosar una lista de prodigios ocurridos en la mitológica ciudad. Tal es el ejemplo del historiador lunfardo Felipe Sopapo, a quien citamos a continuación en una serie de mitos lanusenses:
" (…) Mis investigaciones han arrojado más fantasmas que certezas. Sin embargo, otros investigadores aseguran que en las cercanías del arroyo Las Piedras viven unas tribus cuyo lenguaje es tan hermético que no pueden entenderse ni entre ellos mismos.
Dicen también que sus libros presentan jeroglíficos inentendibles, incluso para el propio escritor que lo ha firmado.
Muchos especulan que su jerga inexpugnable cumple el divino propósito de preservar a la humanidad de un secreto terrible y definitivo".
" (...) en la avenida Centenario, todos los Martes a la noche, un monstruo fétido sale de los Zanjones para devorarse a las Hadas que transitan aquella arteria".
"En la calle Ituzaingó vive el demonio. Suele presentarse en un cuerpo de mujer.
Aquellos que besan a esa dama encuentran la miseria, la soledad y la muerte; contrariamente, los que por temor evitan los besos, las caricias y los peligros del amor, sólo encuentran la miseria, la soledad y la muerte.
Es deseable evitar la calle Ituzaingó".
"Había en las selvas de Monte Chingolo un original revolucionario cuyo método revulsivo consistía en apoyar todos y cada uno de los gobiernos que asumían el poder en la comuna. Cualquier ordenanza era recibida por el revolucionario con beneplácito y satisfacción.
Sólo una vez se opuso a una decisión de la comisión directiva del Club Progreso y fue expulsado de allí acusado de conservador y reaccionario".
"Frente a una peluquería de la calle Suipacha, había un cartel con fileteado que rezaba a modo de sentencia: Gardel nació en Lanús".
Podríamos glosar muchas historias más sobre esta controvertida (y acaso ficticia) localidad bonaerense, pero incluso para este cronista todo se torna dudoso y digno de sospecha. Mucho más aún cuando el inspector municipal que me guía en esta investigación apenas logra disimular su acento quilmeño. Tanto peor es aún cuando descubro que el supuesto camión del municipio comienza a llevarse las fachadas de cartón de la ilusoria estación ferroviaria, mientras escucho –sin salir de mi asombro– que un oficial de la Comisaría 1ra. le pregunta a un vendedor de diarios cómo hace para llegar a Lanús.
Por eso, querido lector, sepa que todo está sujeto a sospechas. Incluso este artículo.
12 Comentarios
Me encantó! De esta manera se inaugura en mi imaginario la historia mítica de Lanús. De ahora en más, cuando deambule por esos pagos me acordaré de esto que acabo de leer.
ResponderEliminarSaludos :)
Los mitos que se tejen entorno a los barrios me fascinan, hacen la rutina menos aburrida.
ResponderEliminarMuy bueno!
El Ángel Gris nos cuenta de Flores, el Poeta Maldito de Lanús. Ese lado oscuro de los barrios me parece de lo más atractivo, que se pueda convertir en una forma literaria con formas notables es un logro de pocos.
ResponderEliminarUn gusto leerte Edu, un abrazo y bienvenido a Plumas.
No me llevo bien con los GPS, los encuentro inútiles para todas mis necesidades ¿o la inútil seré yo? No importa, el caso es que su narración nos guía a un lugar paralelo de esta realidad que me termina pareciendo más habitable y respirable. Gracias por la guiada, lo disfruté mucho.
ResponderEliminarSaludos!!
Me queda claro que quizá nunca llegue verdaderamente a Lanús.
ResponderEliminarUn relato enmarcado en la mejor tradición de la literatura argentina.
Un fuerte abrazo y bienvenido a Plumas Hispanoamericanas, amigo Edu.
Soy un privilegiado al ver mis desatinos literarios publicados en tan honorable sitio. Sin dudas esto habla mucho más de la generosa irresponsabilidad del editor que de mi solvencia a la hora de escribir.
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme y por vuestros comentarios.
Ya quisiera conseguirme un ejemplar de ese Atlas Desmemoriado del Partido de Lanús.
ResponderEliminarEs un honor amigo.
Lo tendrá, querido amigo! Al menos algunos retazos de él obran en mi poder.
ResponderEliminarfelicitaciones al editor y al nuevo escritor... Excelente ingreso a las ligas con su refrescante escritura...
ResponderEliminarYo también quiero un ejemplar del Atlas Desmemoriado para recorrer Lanús (me gusta pensar que existe).
ResponderEliminarHace unos años un turista europeo me regaló un libro que básicamente era una guía literaria para caminar las calles y juro que la experiencia es maravillosa.. Nada mejor que pasearse por lugares comunes con sobredosis de literatura y místicismo urbano... En el mismo sentido, cada vez que recorro Flores recuerdo a los Refutadores de Leyendas y los Hombres Sensibles. Me gusta pensar ahora Lanús con ese nosequé de la creación fantástica.
Abrazos Edu!
Esto tiene onda. En breve podriamos emular la cosmogonía de los barrios porteños y bonaerenses como los mismisimos griegos. La idea de tener santos, demonios y lugares maravillosos es realmente atractiva.
ResponderEliminarMe super gusto!!
Mitificar literariamente los lugares es una opción que me gusta, es hacer magia alegre con las palabras.
ResponderEliminarMuy bueno