CONCHA PELAYO -.
Me encuentro, junto a mi hija, en un hotel frío y aséptico, rodeada de
personas desconocidas, con caras de cansancio y aburrimiento y en
actitud de espera, como yo misma. Aunque estamos en un hotel madrileño,
próximo al aeropuerto de Barajas, me da la sensación de estar
desterrada, desplazada a miles de kilómetros de mi país, de mi gente y
de mi vida.
Esta misma mañana, a las 10,30 del día 30 de agosto
deberíamos haber tomado un vuelo con destino a Caracas. El día 31 nos
las prometíamos muy felices, ya en el Campamento Canaima para disfrutar
de la primera jornada del programa de viaje, pero nada más llegar al
mostrador de facturación nos dicen que nuestro vuelo se ha cancelado,
que nos llevarán, junto al resto del pasaje, a un hotel próximo al
aeropuerto donde nos alojarán por una noche y nos darán comida, cena,
alojamiento y desayuno sin ningún costo.Y aquí estamos.
Para qué desesperarse ante este tipo de situaciones, me digo a mí misma.
Voy a considerar este incidente como parte del viaje para cumplir esa
máxima que se dice que, cuando se viaja, la aventura debe comenzar en
el mismo momento en que se sale de casa.
Nos informan que el avión no pudo salir de Venezuela por una avería en
el mismo, cosa que nos tranquiliza pues ya se sabe que aunque los
aviones son muy seguros, siempre se tiene algo de incertidumbre a la
hora de subirse a uno de ellos, porque nunca se termina de entender
cómo se sujeta esa mole en el aire pese a los argumentos que nos dan
sobre aeronáutica.
He pasado un par de horas hablando con una venezolana que me ha puesto
al día de la situación de su país. Me dice que ha estado en España,
exactamente en Aranda de Duero, un mes, para visitar a una amiga que la
había invitado. Se va maravillada de España y de los españoles. Ella
nunca había salido de Venezuela y había estado esperando treinta años
para hacerlo. Se lo había pedido a Dios y al fín se lo ha conseguido.
Está casada y tiene tres hijos ya mayores, todos ellos con carreras
universitarias. Ella también trabaja de administrativa. Se expresa con
una corrección lingüística que da gloria escucharla. Cómo hablan los
amigos latinoamericanos, cómo hablan. Le pregunto por la impresión que
le hemos dado los españoles. Me dice que somos muy abiertos y que se ha
sentido muy a gusto pues le habían dicho que éramos algo racistas. Ella
no lo ha percibido pese a tener rasgos característicos que la sitúan en
algún país de Centroamérica. Ha sido una conversación grata y
enriquecedora para mí. Me comenta que ha encontrado a nuestra juventud
un poco perdida, sin rumbo y carente de valores pero añade que tal vez
sea la situación de crisis. Ella fue educada en el seno de una familia
muy humilde. Los zapatos le duraban años enteros, le cortaban la
puntera cuando iba creciendo, para que salieran los dedos, pero era muy
feliz. Me dice que son muy creyentes, que rezan y piden y que eso les da
calma y felicidad. Me habló de la fiesta de nochebuena y de los platos
típicos: el pan de jamón, ensalada de gallina, el pernil asado, y se le
encendía el semblante sólo recordando esos manjares.
Me ha hecho una serie de recomendaciones para mi estancia en Venezuela.
Por suerte pudimos llegar a Caracas al día síguiente. Llevamos en este
país cinco días. Las emociones son muy fuertes. Las fotografías del
Presidente Chávez y de los otros candidatos se exhiben por doquier.
Están en campaña electoral. El de Chavez reza: "CHAVEZ, CORAZÓN DE MI
PATRIA"
Mucho para contar de esta experiencia. Muchas sorpresas, pero hoy acabo aquí.
8 Comentarios
Llevamos a Chávez en el corazón. Espero que nos cuente más sobre esta Venezuela revolucionaria.
ResponderEliminarSaludos
Antonio
No sé si será como para disfrutarlo el quedarse sin avión. Lo bueno es que ya está en tierras venezolanas.
ResponderEliminarQue la pase bien.
Chávez Candanga. Corajudo ese presidente. Buen viaje.
ResponderEliminarQué gusto que puedas recorrer un país como Venezuela, amiga mía. Los escritores de Plumas están dispersos, todos muy lejos de Venezuela, pero estoy seguro de que nos iremos encontrando y compartiendo muy pronto.
ResponderEliminarA estas alturas no confío en ningún tipo de prensa, y definitivamente hay que estar allá, viviendo el día a día para saber lo que realmente pasa con los venezolanos.
Un abrazo grande y cuéntanos cada detalle.
Chavez es un dictador que hace pasar necesidades a su gente mientras a él no le faltan comodidades del primer mundo. Ojalá todo el aparato que lo sostiene un día falle y se desmorone de una vez por todas. Sólo entonces los ciudadanos podrán hacer turismo como una buena parte de los ciudadanos de paises verdaderamente democráticos.
ResponderEliminarSofía, por lo que estoy viviendo, el pueblo de Venezuela está con CHÁVEZ. Su política social ayuda a los más necesitados. Hay muchas cosas que, desde fuera, se ignora de Venezuela. Yo he venido con una idea muy diferente de la que me voy. He hablado con mucha gente, he visto y he comprobado que el presidente está con los más débiles. Se opera, gratuitamente, a niños con problema de corazón, cincluso se hacen transplantes. Pero también en oftalmología se hacen cosas interesantes. En fin, son muchas las novedades y mejoras que el gobierno de Chávez ha traído a su pueblo.
ResponderEliminarY cree que no me han comprado. He visto, simplemente.
Saludos.
Concha
Grande Chávez!!
ResponderEliminarSupongo que en calidad de visitantes o de turistas, estando a penas en tránsito, sólo tenemos una visión parcial (y siempre condicionada por el microclima que nos acoge) de la realidad que viven día sus habitantes. Observando la realidad de mi país, viviéndolo a diario, las distintas interpretaciones de la misma me dan a entender que incluso cumpliendo con las condiciones de la estadía permanente no observamos ni sentimos lo mismo. Así me parece que llegar a un concenso parece imposible!
ResponderEliminarGracias amiga por compartirnos tus sensaciones.