CLAUDIO FERRUFINO-COQUEUGNIOT -.
Decía Ho Chi Minh -en 1946- a los negociadores franceses Sainteny y Moutet: "Si tenemos que pelear, pelearemos. Ustedes matarán a diez de nuestros hombres, y nosotros mataremos a uno de los suyos, pero al final serán ustedes los que se cansen de ello". Palabras premonitorias que no quisieron comprender los franceses, hasta que en 1954 se los obligó a salir.
La lucha de liberación del pueblo palestino puede adherirse a la visión del líder vietnamita. Es sólo cuestión de tiempo que los palestinos retornen a su tierra. Eso sucederá por simple geopolítica. Israel no puede sostenerse, si hablamos de "pureza racial" (aunque sea lo más paradójico de la historia siendo el pueblo del Holocausto), indefinidamente. Ya los ciudadanos israelitas de origen árabe, descendientes de los 150.000 que quedaron dentro de sus fronteras luego de 1948, suman casi un millón y medio de personas, un 20% de la población de Israel. En la franja de Gaza hay otro tanto y los que la habitan no son originarios de allí: son los desplazados de la limpieza étnica judía del año en cuestión. No en teoría sino en realidad, su tierra ha sido usurpada y Gaza vendría a ser como un gigantesco campo de concentración que ha sabido acomodarse a su tragedia.
Las "cucarachas" -según llamó a los palestinos el terrorista Menahem Begin- se han multiplicado y de nada sirve que se fumige de cuando en cuando el lugar porque estos insectos son persistentes y se acomodarán en las casas hebreas le pese ello a Israel, a los Estados Unidos o a la Unión Europea, grandes cómplices del drama. Los que allí viven, hablando de los judíos que ahora luego de medio siglo allí crecieron, también ya pertenecen al sitio y su derecho, así se estableciera por sus padres con el uso de violencia, de habitarlo es innegable. No es cuestión de repagar un desplazamiento obligatorio con otro; no hay que olvidar la gran lección humanística de Nelson Mandela en Sudáfrica, que habiendo sido él mismo larga víctima del racismo, enseñó que en el perdón y la concordia, no en la intransigencia, radicaba el futuro de su país. Con sus deficiencias, que las tiene, el potencial de Sudáfrica ha demostrado largamente su práctica, no así Zimbabwe donde Mugabe optó por la posición contraria (con válidas justificaciones también -no hay que negarlo) hundiendo a la antigua Rodesia del Sur en la dictadura y la miseria. Hasta ahora la única solución viable -confiable tal vez- es la de dos países autónomos.
La masacre de Gaza hoy es parte de una historia de sangre que data de la impericia británica en dividir el territorio, la exigencia de Truman por una solución favorable al pueblo judío, el colaboracionismo y la corrupción de autoridades árabes y la desidia local que contrastaba con los esfuerzos prometeicos de la inmigración hebrea por afianzar un territorio propio. El error de inicio fue confrontar a dos pueblos hermanos. T. E. Lawrence en su magnífico "Los siete pilares de la sabiduría" se refería a sus aliados árabes siempre como "semitas", y "semitas" eran los judíos, aunque ambos grupos humanos tuvieron un desarrollo y una historia que los separó, amén de la religión que usualmente es causa y justificación de horrendos crímenes.
No hubiese sido sencillo aceptar a Israel, porque estaba de un lado el sionismo recalcitrante de parte de la inmigración y por otro la total falta organizativa y la dispersión de la población endémica. Salidos de un genocidio que tuvo la complicidad del mundo, los judíos no tenían otra alternativa que hacerse espacio por la fuerza. Lo que no valida su tenebroso accionar tampoco.
Palestina no es un problema sólo para Israel; es un asunto molestoso para sus vecinos árabes. Nadie quiere hacerse cargo y la discriminación que sufren a manos de los israelitas también la sufren en Jordania, o en el Líbano, o en Arabia Saudita o en Kuwait; es la cruz de los huérfanos. Hoy, cuando se esperaba una reacción de Hezbollah en defensa de Gaza, esta organización de ideología similar a la de Hamas mantiene un perfil bajo por las elecciones próximas en Líbano. Egipto se lava las manos, aun con el descontento de su población. Jordania y Siria lo mismo. Irán continúa con su retórica de destrucción. Pero es que Israel para muchos es un socio económico y la ilusoria Palestina un tormento.
Israel ataca a Hamas cuando Hamas le debe la vida a Israel (como el Talibán a los Estados Unidos). Paradojas de esa detestable, inhumana, criminal cuestión de política e intereses.
09/01/09
Publicado en Puntos de vista (Los Tiempos/Cochabamba), enero 2009
Imagen: Stencil en Los Angeles: Ana Frank "Free Gaza", por Leba
3 Comentarios
La clave está en el perdón. En casos donde predomina el odio y la desobediencia a la ley de amor que deja Jesús, es dificil lograr perdón, compresión, compasión. Los judios persisten en vivir en el pecado y se siguen corrompiendo. Ojalá en algun momento les llegue el espíritu santo a los que gobiernan y puedan entender el amor de Dios, recién entonces habrá PAZ:
ResponderEliminarCuesta tanto meterse en este tema desde un punto en que no salte la bronca contra la posición judia y más aun que no lo tilden a uno de antisemita. Buen texto, me aporta para próximos debates con la gente de uno.
ResponderEliminarEs muy triste la situación de Palestina. Ojalá encuentren paz por el bien del futuro de todos, me temo que esto ira empeorando.
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